El régimen sirio está dispuesto a permanecer en su posición actual durante años, siempre y cuando no pague ese tiempo con la sangre de sus propios combatientes, sino más bien con la de las milicias extranjeras y de tropas leales a Siria, cuyas vidas no tienen valor para el régimen. Muy a menudo, el régimen empuja a la primera línea a reclutas alistados a la fuerza, como corderos de sacrificio, mientras desgastan al Ejército Libre Sirio (ELS) con bombardeos diarios, matando a sus mejores combatientes y activistas, que son objetivos muy conocidos en los frentes.

Por Asaad Hanna

El régimen no tiene problema en continuar con la situación actual mientras las leales ciudades costeras y la capital permanezcan bajo su control, ya que cada día sus enemigos se convierten en amigos y aliados. Washington ha pasado de exigir el derrocamiento de Assad, a la lucha contra el terrorismo, y sus operaciones militares se han movido al Pentágono para combatir únicamente al Daesh (ISIS). La táctica es combatir y derrotar a las divisiones del ELS una a una, para crear nuevas unidades apoyadas por el Pentágono para luchar contra el Daesh en Deir al-Zour y las zonas rurales del norte de Siria. Otras unidades buscan unirse al programa del Pentágono para recibir financiación extra a cambio de enviar tropas diariamente para combatir al Daesh, en lo que parece ser una fallida estrategia que en más de un año no ha logrado avances significativos para derrotar a la organización extremista.

Con la creciente influencia de las Fuerzas Democráticas Sirias y Kurdas en el norte, y sus intentos de tomar el control de Rojava (Kurdistán sirio) mediante el control de las ciudades de Manbij y Yarabulus, habrá nuevos frentes que el ELS tendrá que defender de tales intentos por apropiarse del territorio sirio. Esto opone al ELS al régimen sirio, el Daesh y las Fuerzas Democráticas Sirias, por no mencionar las puñaladas traperas de los batallones islámicos cercanos. Así que, ¿qué hará el ELS?

Ya no se oye nada de grandes batallas lideradas por al ELS, sino de enfrentamientos limitados y batallas de desgaste con los grupos islamistas diseñados para proteger y fortalecer ciertas áreas, o retomar el control sobre las áreas dominadas por el régimen o el Daesh. Las batallas por Hama y Aleppo están por comenzar. En cuanto a la de Al Raqqa, si ocurre no será nada fácil para el ELS, ya que tal batalla será bajo la mirada de los Estados Unidos y Rusia, con la posible participación del régimen, lo que le daría vía libre hacia los aeropuertos de Tabqa y Palmyra. Así, las Fuerzas Democráticas Sirias y el ejército de Assad (con coalición, y apoyo de las fuerzas aéreas rusas) serán clave.

El ELS mantuvo sus posiciones en el norte a través de alguna de sus facciones, que están ahora estáticas, ahogándose en el pantano que es la ayuda externa. Otras facciones siguen con sus asuntos y refuerzan el control y poder que tienen sobre sus áreas. Han comenzado a establecer sociedades de socorro, escuelas, y panaderías convirtiéndose así en otro batallón más que trabaja en labores de ayuda y el comercio, sin ser capaz de alcanzar ese punto de autofinanciación que les permitiría cortar la cuerda de la ayuda externa, y alcanzar la independencia y el triunfo.

El ELS disfruta ahora de una relativa facilidad de movimiento en el norte de Siria, sin estar bajo acoso como en el caso de la ciudad de Homs, o el este de Guta, en Damasco. Sin embargo, a pesar de esta libertad de movimiento en áreas grandes, el ELS está atrapado por los límites que marcan las líneas rojas internacionales que no pueden ser cruzadas. “Nubl y Al-Zahraa” son parte de una línea roja. “Al-Fu’ah & Kafriya” es una línea roja. Las zonas costeras son una línea roja. Las áreas de las Unidades de Protección Popular son una línea roja. Cruzar estas líneas podría resultar en ataques, posiblemente de las mismas partes que apoyan al ELS.

En el sur de Siria, en la provincia de Daraa, las operaciones militares del ELS han estado en pausa durante casi un año, excepto por diversas batallas contra divisiones del Daesh. El ELS perdió su fuerza en las áreas rurales de Damasco y Guta. Está combatiendo solo y bajo asedio contra al-Qaeda, su eterno enemigo, además de defender los amplios frentes con el régimen para prevenir cualquier avance. Y es incapaz de romper este acoso, sea en Darya, Guta, o en la zona rural de Homs, ya que se ha quedado solo en estas áreas sin ningún respaldo o apoyo.

El objetivo principal de estar en la oposición en las discusiones de Ginebra durante ocho meses era forzar al ELS a parar de combatir y drenar su apoyo, y, a la vez, dando armamento y fortaleciendo las áreas del régimen. Prueba de ello es la supuesta tregua. Fue impuesta por Rusia y los Estados Unidos a las partes en Siria, e incluyó demandas para luchar constantemente al Daesh y al Frente Al Nusra, dándole legitimidad al bombardeo aéreo de áreas controladas por el ELS, y validez a la presencia de milicias de Hezbolá, Irán, e Irak, incluyéndola como partes en la tregua. El objetivo es crear disentimiento y mandar un amenazador mensaje al ELS a través del uso de armas internacionalmente prohibidas como bombas de fósforo y de fragmentación, que le dan la luz verde a Rusia y Assad para aniquilar cualquier área que quieran, mientras los Estados Unidos y Europa miran a otro lado.

Difícilmente transcurre una semana sin que un destacado activista, líder, comandante, o jefe militar sea asesinado, como parte de una estrategia sistemática para causar el fracaso del trabajo de la revolución. Estos incidentes pasan desapercibidos y sus autores no se consideran como responsables, ya que ocurren muy “lejos de casa”. Pero lo que no ven algunos oficiales del ELS es que llegará un día en el que serán ellos, o uno de los suyos, los que serán asesinados.

El futuro del Ejército Libre Sirio

Si el ELS continúa por este camino, como herramienta de fuerzas con planes externos (se ajusten estos o no con los proyectos del ELS), entrará en una vorágine sin fin. El ELS será la parte que provoque que Siria se divida, y que los kurdos establezcan un estado propio en Siria. El ELS ayudará a reestructurar el ejército del régimen, y la destrucción de Siria bajo el pretexto de “guerra al terrorismo”. Los activistas de la oposición se verán bajo la vigilancia y escrutinio del próximo régimen, que no incluirá al ELS, ni a figuras de la revolución, y que expulsará a decenas de miles de familias del país, como en 1982, tras la guerra de Hafez al-Assad contra los Hermanos Musulmanes en la ciudad de Hama.

Si el ELS no actúa como una fuerza internacionalmente poderosa con la posesión y liderazgo de un proyecto en Siria, se quedará fuera de la ecuación y perderá su lugar en las organizaciones de la sociedad civil, con su dudoso papel en la revolución siria, en pos de los falsos personajes de la oposición que en realidad trabajan para darle al régimen de Assad una nueva imagen.

El ELS será responsable no solo por lo que ha hecho, sino también por lo que debería haber hecho cuando surgió la necesidad. Los líderes del ELS que residen en Turquía, Jordania, y Europa están listos para renunciar a algunas de sus batallas, e incluso de las bases y fundamentos de la revolución, para fortalecer las relaciones internacionales que apoyan su actual autoridad, y les da esperanzas para el futuro. Si los soldados rasos del ELS no hubiesen hecho caso a sus líderes, renunciando a ayuda externa y volviendo a los principios de la revolución como lo era en 2012, cuando el ELS conseguía su propio armamento de las victorias contra el régimen, la situación habría sido mucho mejor para los combatientes, a pesar de las fragmentaciones en las lealtades.

La decisión de la 101ª División de Infantería del ELS, que opera en el norte de Siria, de abandonar el apoyo internacional que supone el precio del silencio con respecto a la corrupción administrativa y financiera de sus aliados, es un primer paso para demostrar la posibilidad de una vuelta a la independencia de la revolución. Pero, ¿hay otras divisiones dispuestas a seguir el ejemplo o seguirán como hasta ahora?

Publicado originalmente en Global Voices

Traducido por Rami Alhames y Andrea García