En la tarde de hoy las Ramblas de Barcelona se han convertido en el escenario de una auténtica masacre. El atentado cometido lanzando una furgoneta a toda velocidad contra una multitud ha dejado en el momento de publicar esta nota 13 personas asesinadas y decenas de heridos. Todo apunta a que este acto bárbaro, cobarde e injustificado ha sido perpetrado por el Daesh o sus seguidores.

Desde Corriente Roja repudiamos con toda contundencia este atentado y nos solidarizamos con las víctimas y sus allegados. Estos atentados, a los que tristemente Europa se viene acostumbrando, merecen el completo rechazo de las organizaciones de trabajadores y los movimientos sociales. Quienes han sido asesinados hoy no tenían absolutamente ningún tipo de responsabilidad en las políticas de guerra, racismo y expolio de los gobiernos europeos. El Daesh vuelve a mostrar que, igual que han hecho en Siria o Irak, vuelve siempre sus armas contra la gente de a pie.

Este atentado sólo sirve para fortalecer las políticas más reaccionarias de nuestros propios gobiernos que, bajo la retórica del anti-terrorismo,  aprovechan la situación para cerrar aún más las fronteras y aumentar la persecución a los trabajadores inmigrantes. El racismo de la extrema derecha (del que cada vez más los gobiernos europeos se apropian) y el yihadismo crecen juntos. Hace apenas unos días los fascistas estadounidenses, con la “comprensión” de Trump,  atentaban contra una marcha antifascista usando exactamente el mismo método.

En última instancia, alertamos de que siempre se terminan usando las medidas de excepción para redoblar los ataques a las libertades democráticas y contra la lucha social, como hizo recientemente Hollande en Francia contra las movilizaciones contra su reforma laboral.

Por otra parte, el demencial terrorismo yihadista es inseparable de la política de saqueo imperialista y guerra del gobierno de EEUU y los gobiernos de la UE, entre los cuales se enmarca el nuestro propio. Mientras los pueblos de Oriente Medio y el norte de África se levantaban en verdaderas insurrecciones populares por la justicia social y la democracia, las potencias mundiales eran aliadas de las dictaduras corruptas de la región y permitían que las revoluciones fueran machacadas inmisericordemente.

Los trabajadores y la juventud no podemos quedar impasibles, al final siempre somos nosotros y nosotras quienes ponemos la sangre y los muertos. Este atentado es un motivo más para entrar en acción y enfrentar las políticas de saqueo imperialista, de racismo, de desigualdad y de guerra.