El 30 de junio podría haber sido mayor, y podría haberse dado una verdadera huelga general de no haber sido porque las cúpulas de las principales centrales sindicales (Força, UGT, CUT) operaron un desmonte de las paralizaciones, especialmente en las fábricas, en particular en San Pablo. A pesar de eso, como prueba de la indignación y la disposición de lucha que hay por abajo, hubo un fuerte día de paralizaciones, incluso en el sector obrero, y manifestaciones en todo el país. En algunos Estados, se repitió la fuerza del 28 de abril, y ocurrió prácticamente una Huelga General.

Por: Editorial de Opinião Socialista 538 – Brasil

Por detrás del desmonte hubo un doble “acuerdazo”. Primero, la negociación de las cúpulas de algunas centrales en torno a la reforma laboral, a partir de una promesa de Temer de mantener de alguna manera el indecente impuesto sindical. Solo la CSP-Conlutas está contra el impuesto sindical y se niega a recibirlo. El acuerdo salva-corruptos junta PT, PMDB, PSDB, PCdoB y Solidariedade, que apuntan de diferentes maneras [al acuerdo], sea haciéndose los desentendidos, no haciendo olas con huelgas generales, sea actuando todos juntos contra la Lava Jato.

Pero la lucha continúa, y la crisis del gobierno también. La clase trabajadora no está derrotada, tiene disposición de lucha, los de arriba saben eso. Tanto, que temen una convulsión social. El desempleo está insoportable, los salarios rebajados y los servicios públicos desmontados. La violencia no para, y la indignación es enorme con el gobierno, el Congreso y el Poder Judicial.

En el Senado, quieren votar la reforma laboral hasta el 14 de julio, en la Cámara, el gobierno quiere votar y derribar, antes del receso parlamentario que comienza el 18 de julio, la denuncia de corrupción contra Temer. Si la Cámara acepta la denuncia, Temer será acusado en el Supremo Tribunal Federal (STF) y estará obligado a licenciarse por 180 días mientras sea juzgado. Para derribar la denuncia, Temer precisa impedir que dos tercios de los diputados voten por la aceptación de la misma. Cuanto más tiempo pasa, más aumenta su desgaste y más diputados, incluso corruptos, están preocupados en morir abrazados con un ahogado.

La crisis allá arriba continúa. A pesar de la vuelta de Aécio [Neves, PSDB, liberado de prisión y restituido en el cargo], de soltar al hombre de la valija de R$ 500.000 y de que algunas centrales acepten negociar derechos, la cosa todavía no se cerró. El gobierno está teniendo dificultades para garantizar la promesa hecha a las cúpulas de la Força y de la UGT, de mantener el impuesto sindical. No bien fue liberado el hombre de la valija, otro amigo de Temer, el ex ministro Geddel Vieira Lima, fue en cana.

Es muy importante que la clase trabajadora sepa y entienda qué ocurrió el 30 de junio y haga un balance. Es preciso sacar lecciones. Saber qué estuvo por detrás de ese desmonte hecho por las cúpulas de algunas centrales. Saber, también, que, a pesar de eso, el 30 de junio fue fuerte, pues hay mucha bronca, disposición y capacidad de lucha entre los de abajo. Los patrones, los medios e incluso parte de las direcciones quieren que creamos que la culpa de no haber habido huelga general es de la base. Quieren engañarnos y decir que no tenemos fuerza y capacidad de lucha. Eso no es verdad. Nuestro problema no está abajo, está arriba, en las cúpulas.

Es importante estar atentos y exigir movilización y protesta en la votación de la reforma laboral. ¡La lucha continúa! La huelga general continúa siendo necesaria y posible. Debemos seguir luchando por ella.

Queremos una revolución socialista

La lucha no para. En cada paso, tenemos en mente el camino y el destino adonde queremos llegar. No olvidamos, en el camino, adónde queremos ir. No andamos a la deriva cuando estamos en lucha y cuando se trata de lucha de clases. Tenemos un objetivo, sabemos adónde queremos llegar.

Queremos sacar el gobierno, el Congreso y las reformas, pero todavía ir más allá. Queremos una vida digna: empleo, reducción de la jornada de trabajo sin reducción de salarios, salario decente, vivienda, jubilación y derechos laborales, educación y salud públicas, el fin del genocidio de nuestra juventud pobre y negra de las periferias. Queremos cosas mínimas, a las que cualquiera debería tener derecho.

En 2017 se cumplen 100 años de la Revolución Rusa. Los rusos también querían cosas mínimas: pan, paz y tierra. Pan contra el hambre, paz contra la guerra en la cual morían millones de campesinos, y tierra para los campesinos. Por esas cosas mínimas, los obreros, campesinos y soldados hicieron una revolución socialista.

Aquí también, para conseguir una vida decente, vamos a necesitar conquistar, por medio de nuestra lucha, un gobierno socialista de los trabajadores, en el que los de abajo gobiernen por Consejos Populares.

En estos tiempos de crisis, caen las máscaras de los gobiernos, de la Justicia y de la democracia burguesa. Mientras los de abajo están luchando y los de arriba tienen miedo de que la gota de agua desborde el vaso, tenemos que cargar la estrategia en cada paso. No estamos aquí para andar sin rumbo.

Por eso, es importante, junto con los próximos pasos de la lucha, reforzar los comités para luchar, pero también hacer balance, sacar lecciones de la lucha, y discutir qué y cómo podemos hacer para cambiar de verdad el Brasil y el mundo.

Traducción: Natalia Estrada.