La expectativa era grande cuando el gobierno de China divulgó el 14 de abril los índices económicos del país para el primer trimestre de 2015.
Gobiernos y bancos en el mundo querían saber si la reducción del crecimiento de la economía china, expresado por el Producto Interno Bruto (PIB), sería confirmada y qué consecuencias tendría en la economía mundial.

En 2014 el PUB de China fue de 7,4%. A pesar de representar un crecimiento por encima de la media de 4,6% de las “economías emergentes” –clasificación del FMI que incluye a China–, fue el menor índice desde 1990, de 3,8%. Sin embargo, el primer trimestre de 2015 presentó un PIB aún menor, de 7% en relación con el primer trimestre del año anterior. Las proyecciones del FMI apuntan para un índice de crecimiento de 6,8% en 2015, menor que la meta de 7% del gobierno chino.

Esto indica que, al contrario de lo que muchos preveían, la economía china está siendo arrastrada por la crisis económica mundial y arrastra consigo a las economías dependientes de sus importaciones, como el Brasil. El valor total de las exportaciones chinas creció 5% en los primeros tres meses del año, mientras las importaciones cayeron 17%, principalmente debido a la caída de los precios del petróleo y de otros productos primarios (commodities).

Además, el sector más perjudicado fue el industrial –incluido el de la construcción civil– y cupo al sector de servicios evitar una caída aún mayor del crecimiento. La producción industrial en marzo creció en menor ritmo desde finales de 2008, mientras el aumento del consumo interno sufrió la mayor caída en diez años. En el primer trimestre, la venta de tierras por los gobiernos municipales –su principal ingreso y fuente de innumerables conflictos– cayó 32%. Este es un claro indicativo de la reducción de la actividad en la construcción civil, además de la caída de los precios de los inmuebles y de las ventas.

Las inversiones en infraestructura no evitaron la crisis económica

Cuando la crisis económica mundial alcanzó a China en 2008, el gobierno inyectó cerca de U$S 600.000 millones en proyectos de infraestructura y liberó préstamos por los bancos estatales para estimular las inversiones. La ayuda gubernamental sobrepasó en mucho el billón de dólares. Este modelo fue seguido por las “economías emergentes”, que incluyen el Brasil y la India, que se jactaron de “driblar” la crisis y aprovecharla para el crecimiento del país. En el Brasil, por ejemplo, el por entonces presidente Lula afirmó que la crisis en el Brasil no pasaba de una “oleadita”.

No obstante, los efectos de esa política no fueron duraderos. China tuvo un crecimiento de 10,4% en 2010, pero enseguida los índices del PIB cayeron continuadamente. Estos países consiguieron desprenderse momentáneamente de los efectos de la crisis mundial solo para llevarlos a condiciones estructurales más preocupantes. China, por ejemplo, tiene una deuda pública (que incluye las deudas de gobiernos locales) de 282% de su PIB, según la ConsultoraMcKinsey.

Este política continúa, aunque en menores dimensiones. En 2015 están previstos gastos de U$S 260.000 millones en nuevas vías férreas, hidroeléctricas y proyectos de abastecimiento de agua, según el primer ministro Li Keqiang. Pero, según HaibinZhu, economista del banco J.P. Morgan, “las inversiones en infraestructura en marzo no fueron suficientes para contrabalancear la caída del sector de manufactura y construcción civil”.

La abertura del mercado financiero al imperialismo es la política central del gobierno

El primer ministro chino dejó claro que el gobierno está trabajando para evitar una caída acentuada de la economía. Según Li Kequiang, “nuestra ‘caja de herramientas’ aún tiene muchas herramientas políticas y la más importante es la reforma”.

La “reforma” comprende políticas fiscales, como la reducción de intereses para incentivar nuevas inversiones, pero principalmente medidas estructurales destinadas a abrir el mercado financiero a los bancos extranjeros y, así, completar la penetración imperialista en el país.

Una de las medidas es el permiso para envío de ganancias al exterior –lo que no era permitido y se constituía en una política progresiva de desarrollo nacional. La otra es el pedido al Banco Mundial para el reconocimiento de la convertibilidad del yuan, la moneda china, en el mercado mundial.

El diario inglés TheEconomist lista tres medidas de “reforma” en curso:

1. El aflojamiento del control sobre las tasas de interés [dejando su fijación para el “mercado” – NDA] y sobre la remesa de capital al exterior. Se prevé la liberación total de la tasa de interés para finales de 2015.

2. La capitalización de los gobiernos estaduales y municipales, con el aumento de sus ingresos provenientes de impuestos. Ya está en vigencia un plan piloto para permitir la emisión de títulos por gobiernos municipales para que puedan autofinanciarse.

3. Facilitar la instalación de empresas privadas en el país. En 2014 hubo un registro de casi cuatro millones de nuevas empresas privadas, casi el doble que en 2012.

Este conjunto de medidas va en el sentido de mayor dependencia del país al mercado financiero internacional y, por esa vía, al imperialismo. TheEconomist, visiblemente satisfecho, solo hace dos salvaguardas: exige el fin del sistema hukou –el reaccionario control interno de circulación de las personas– para liberar definitivamente a los 300 millones de campesinos migrantres de los campos para las ciudades, a fin de que puedan ser explotados sin trabas por el capital, y que los campesinos puedan comercializar libremente las tierras donde trabajan. La tierra en China es nacionalizada y solo los gobiernos locales tienen permiso para la venta de tierras, lo que lleva a negociados entre los comités locales del PC de la China (PCCh) y empresas inmobiliarias a costa de los campesinos, que reciben compensaciones muy bajas por las tierras donde trabajan y los transforma en mano de obra barata para las propias empresas inmobiliarias.

La clase obrera china continúa luchando contra la explotación

Sin embargo, la reducción del crecimiento no intimidó a la clase obrera y trabajadora chinas. Po el contrario, conforme la organización China LabourBulletin el número de huelgas en 2014 fue el doble del año anterior, en evaluación no oficial, pues el gobierno no divulga tales datos. Obreros industriales y de la construcción civil, mineros, profesores, taxistas y choferes de camiones realizaron 1.378 huelgas o protestas en 2014, siendo que 61% involucraron sectores de la clase obrera. Del total en el año, 40% se dio en el cuarto trimestre.

Este número continuó aumentando en el primer trimestre de 2015, con un total de 650 huelgas y protestas contra 569 en el último trimestre de 2014.

En el período previo al año nuevo chino (20 de febrero) las huelgas explotaron, principalmente contra el no pago de salarios, pues los obreros, particularmente de la construcción civil, compuestos por una mayoría de migrantes, querían cobrar para volver a sus ciudades de origen en el campo, para conmemorar el año nuevo con sus familias. Así, fueron responsables por 52,5% de las huelgas y protestas, mientras los obreros industriales protagonizaron 22% de ellas. Los trabajadores bloquearon rutas, ocuparon sus lugares de trabajo y protestaron frente a las sedes del PCCh y de los gobiernos locales exigiendo sus derechos.

Además del aumento de las movilizaciones en general, estas pasaron a darse también en ciudades del interior, siguiendo la política del gobierno de “interiorizar” el crecimiento del país y la tentativa de las empresas de mudar sus fábricas para regiones donde el salario mínimo regional es menor.

Por ejemplo, los estados de Henan, Hebei y Sichuan, ubicados en el centro y norte del país, vieron el mayor número de protestas de obreros de la construcción civil antes del año nuevo, al contrario de lo que ocurre tradicionalmente, en que el estado de Guangdong y otros localizados en el litoral sur son los principales palcos de tales luchas.

No obstante, Guangdong fue el estado responsable por 30% de las huelgas y protestas del sector industrial en el primer trimestre de 2015, incluyendo una nueva ola de huelgas en la fábrica de calzados YueYuen, que protagonizó una de las mayores huelgas de la historia moderna de China en 2014 [ver artículo en este site: http://litci.org/pt/index.php?option=com_content&view=article&id=3921:bracos-cruzados-maquinas-paradas&catid=11:china&Itemid=88]. Cerca de 4.500 trabajadores reivindicaban el depósito de fondos para la cooperativa de vivienda de los empleados y alteraciones en el proceso productivo.