¿Cómo hacer una critica ácida al sistema laboral y social sin que la censura pueda alterar la obra aún siendo criticada? Chaplin sería uno de los que podría responder a esa pregunta. Tiempos modernos nos habla en imágenes de la alienación, las clases bajas, la economía del tiempo, la revolución industrial, la lucha obrera, todo ello contado desde una sencillez y un minimalismo que sorprende.

Por Xavi Darko

En su cine abunda la ironía, la critica social (en este caso al taylorismo o en El gran dictador al totalitarismo por citar 2 casos), el humor exagerado o escenas al compás de la música, muchas veces compuesta por el propio director. Es elogiable el riesgo de la producción, la manera como Chaplin de algo tan trágico es capaz de substraer una mirada optimista y plasmarlo en pantalla de forma sabia, porque en el film los personajes principales pertenecen a las clases trabajadoras más bajas y aunque la historia esté contada en clave de humor lo que acontece en ella es totalmente trágico y todo producto de la situación del país: el personaje de Charlot enferma por la explotación laboral, es confundido por un líder comunista y encarcelado posteriormente, o usado para experimentar con la maquina de almuerzo económico. Chaplin hace de su personaje una marioneta del azar que a su vez constituye y “esconde” una feroz crítica a la América de la depresión, hasta el punto que su personaje anhelaba volver a prisión porque suponía un nivel de vida mejor que estar en la calle como desempleado. Con el personaje de la chica (Paulette Goddard) pasa algo similar.

El film, a nivel técnico, destaca en algunos apartados, como ese inicio a lo Metrópolis, se observan sobre todo planos generales, americanos o algún primer plano, un cenital en la escena como camarero, pero no mucho más. Por tanto, formalmente no creo que estemos ante algo maestro, de todas formas lo que nos cuenta el film tampoco creo que de para una dirección muy extravagante, de ahí que Chaplin haya optado por algo minimalista, en cuanto a formas, y que su trabajo como director no interfiera demasiado en la historia y sus personajes, y en parte es acertado.

Escenas memorables son la que Chaplin se introduce por las maquinas, unas imágenes que metafóricamente representan que los obreros no es que trabajen con maquinas, sino que debido a la escandalosa explotación, ya forman parte de ellas (la deshumanización de aquellos tiempos), o la escena de la canción en el bar en donde Charlot se inventa letra y coreografia. Destacable también es ese final con Charlot y la chica recorriendo una larga carretera sinónimo de camino hacia un futuro mejor, aunque la mejor escena con toda probabilidad sea la primera toma, esa comparación de una manada de ovejas con la “manada” de obreros hacia la empresa. Como curiosidad, decir que sorprende la inclusión de un gag con cocaína de por medio, algo inesperado para su época.

Pero no todo es fabuloso en este film, el ritmo del mismo creo que es un tanto irregular, cosa que por ejemplo no pasa en la posterior El gran dictador o en, y por poner otros ejemplos de comedia, la extremadamente dinámica Un Dos Tres o la imprescindible El apartamento, ambas de Billy Wilder. A parte del ritmo, hay momentos cómicos no solo no acertados sino que no aportan absolutamente nada o prácticamente nada a la trama, véase la escena de los ruidos estomacales o algunas escenas en la cárcel.

Como film está muy bien y supone un acierto en muchos aspectos, pero de ahí a decir, como dice una inmensa mayoría, que es la obra maestra de Chaplin, pues que quieren que les diga!, un tanto sobrevalorada si está, cuando a mi me parece infinitamente mejor obras suyas posteriores como la excepcional El gran dictador o la madura Candilejas. El Taylorismo según Chaplin.

 

Publicado originalmente en: http://www.gencinexin.com/2006/11/09/critica-de-tiempos-modernos/