El 13 de diciembre dio comienzo el juicio contra los autodenominados “la manada”, los cinco individuos que violaron en grupo a una joven en los Sanfermines del 2016.

La brutalidad del hecho desencadenó una enorme indignación social. Las imágenes de los cinco, los mensajes cruzados en el grupo antes y después de la violación colectiva y hasta la forma en la que han decidido encarar su defensa, muestran la catadura moral de estos personajes.

Contrataron un investigador para seguir a la joven agredida, con el fin de poder demostrar que ella comenzó a hacer rápidamente vida normal tras los hechos, lo que demostraría que no fueron tan graves las secuelas. Si la justicia hiciera honor a su nombre, deberían haber incorporado en el procesamiento a los acusados, a la familia que contrató al detective, al detective mismo y al abogado que se atreve a presentar esta investigación como “prueba”. Porque actuar así solo tiene un significado, pretende cuestionar a la víctima y convertir así el juicio en un juicio a la joven agredida, no a los agresores.

La decisión del juez de aceptar incorporar al juicio como “prueba” el informe del detective, ha terminado por desencadenar una oleada de profunda y legítima indignación, expresada en las calles el pasado día 17 de noviembre.

Algunas abogadas, vinculadas a la lucha feminista y con experiencia en este tipo de procedimientos, señalan que el hecho de que el juez haya aceptado este informe como prueba, es una forma de proteger a la víctima, de garantizar que haya un juicio justo, evitando que los acusados puedan recurrir la sentencia judicial alegando indefensión por falta de admisión de pruebas.

De ser cierto este planteamiento, lo que demuestra una vez más es que el problema no es sólo de tal o cual juez, que también lo es, sino de las leyes y el sistema judicial entero, hecho como un traje a medida de un sistema machista y patriarcal, al servicio de los ricos y poderosos.

Lo que se demuestra una vez más es que cuando no se quieren cambiar las leyes, cuando no se aportan medios materiales, recursos económicos, para combatir la violencia machista; cuando la judicatura franquista, machista sigue siendo intocable… los “grandes” Pactos de Estado contra la violencia machista, las concentraciones en la puerta del Congreso de los Diputados para decir “¡Basta!”, no son más que postureo y electoralismo.

El comportamiento de la joven agredida en Pamplona es ejemplar. Hace falta mucha valentía para, después de sufrir una bárbara agresión, tener ahora que soportar toda la presión mediática, el circo vergonzoso de algunos medios que hacen caja alentando lo morboso, y que se pretenda además que se te juzgue a ti en lugar de a los agresores.

“No estás sola” fue el grito del día 17 y así deberá seguir siendo. Ha contado y tiene que seguir contando con el apoyo y la solidaridad de miles de mujeres que salimos a la calle, entonces en Pamplona, ahora en todo el Estado, para exigir justicia, para reclamar un castigo ejemplar para estos individuos, que en su forma de defenderse han ratificado su entera culpabilidad.