El momento político viene marcado por las negociaciones parlamentarias para formar el nuevo Gobierno. Entre los activistas pesa la idea de que un “gobierno de izquierdas” podría ser la mejor solución para impedir otros cuatro años de PP y comenzar a revertir las políticas de austeridad.

Por Antonio Rodríguez y Ángel Luis Parras

Pedro Sánchez (PSOE) no ahorra esfuerzos para concretar un acuerdo de gobierno con Podemos, Ciudadanos y los partidos “periféricos”. Podemos, después de una oposición inicial, está ya dispuesto a negociar con el PSOE sin “líneas rojas”.

Y Alberto Garzón tampoco ha dudado en sumarse desde el principio a las voces favorables a la “unidad de la izquierda” y ha puesto a disposición los dos diputados de UP-IU. «Sólo hace falta voluntad política -ha declarado- Siempre con el programa por delante, vamos a ser facilitadores de que haya un gobierno que no sea del PP».

Nosotros, que desde «Sindicalistas por la Unidad Popular» participamos de la candidatura de UP-IU, no sólo no compartimos esta opinión, sino que decimos que no se parece nada a lo que defendió la candidatura y el propio Garzón en la campaña.

Donde dije digo, digo Diego

Se disfrace como se quiera, no es de recibo haber presentado UP-IU como una «candidatura de ruptura» y luego, acabadas las elecciones, ofrecerse a apoyar un gobierno cuyo eje sería el PSOE, es decir, un gobierno de más de lo mismo. Defender un gobierno así es reafirmar el bipartidismo que, con justa razón, tantas veces se combatió.

El PSOE es el partido de la OTAN, las reformas laborales, las reconversiones industriales, el paro y los pensionazos, el de la reforma de la Constitución para hacer del pago de la deuda a los banqueros la prioridad absoluta del Estado, el de la corrupción, el valedor de la Troika ¿Un partido así puede encabezar un “gobierno de izquierdas”? Hace algún tiempo que la palabra “izquierda” se ha convertido en un gran significante vacío, una de las palabras huecas más pronunciadas.

Decir que el acuerdo sería “siempre con el programa por delante” es una mala manera de enmascarar el rescate del bipartidismo. ¿Cree acaso Garzón que puede existir una “negociación de programa” con semejantes socios y, encima, con dos diputados frente a los 96 del PSOE?

El programa con el que UP disputó las elecciones era claro sobre el balance de los últimos años cuando hablaba de: «las políticas impuestas por los poderes dominantes de la Unión Europea, el capitalismo financiero, la banca privada y las grandes corporaciones transnacionales, que vienen aplicando servilmente los gobiernos del PSOE y el PP: políticas de miseria y de drástica limitación de derechos laborales y sociales básicos y de las libertades democráticas.  (Programa de Unidad Popular)

Entonces ¿qué sentido tiene apoyar un gobierno con los gerentes serviles de la Troika? Lamentablemente, la posición de Garzón acaba sumando los dos diputados de UP-IU al coro de los dirigentes de Podemos, que en un tiempo record han pasado de luchar contra el bipartidismo y “la casta” a negociar un gobierno con uno de sus mejores representantes.

¿Garantizar la gobernabilidad o defender a la clase trabajadora?

Decía un viejo revolucionario que el problema no es solo que el enemigo te venza sino que te convenza. Toda la ideología dominante, el bombardeo mediático y el discurso de todos los partidos parlamentarios gira en torno a la “responsabilidad”, el “sentido de Estado” y la necesaria “gobernabilidad”. Pero esto no puede ir con nosotros: nuestro “sentido” no puede ser de Estado sino de clase trabajadora; nuestra responsabilidad no es hacia las instituciones del régimen sino hacia los trabajadores/as. Nuestra obligación es sólo hacia quienes votaron a UP como candidatura comprometida en defensa del pueblo trabajador.

¿Qué tenemos que ganar con cualquiera de los gobiernos que se puedan conformar a partir de la actual aritmética parlamentaria, falseada además por una ley electoral antidemocrática heredada del final del franquismo?  Cualquiera de estos gobiernos sólo puede ser un ejecutivo servil a la UE y a la Troika, que ya le ha puesto los deberes: recortar 9000 millones y mantener y profundizar las reformas de Rajoy. Quien no esté dispuesto a enfrentar a la UE no puede ser más que su sirviente: para muestra Grecia y el gobierno Tsipras, reivindicado por  los dirigentes de Podemos.

La disyuntiva es la que gritamos en las manifestaciones: «No hay, no hay otra manera: o con la patronal o con la clase obrera». Este es el dilema de verdad. Los dirigentes de IU parecen no haber sacado ninguna lección de su coalición con el PSOE en la Junta de Andalucía y apuestan por la misma fórmula. Para ese viaje no hacían falta alforjas.

Fieles a nuestro compromiso

Corriente Roja participamos, junto a otros compañeros/as de Cobas y de Sindicalistas por la Unidad Popular, en la candidatura UP-IU, encabezada por Garzón. Lo hicimos defendiendo un programa elaborado desde la base y aprobado en asambleas junto a muchos compañeros/as trabajadores, activistas sindicales. Era un programa de defensa de la clase obrera y de lucha contra el régimen, por el derecho a decidir y contra las políticas de austeridad, la UE y la Troika.
Entendíamos que ese programa era una comprensión común de quienes conformábamos Sindicalistas por la Unidad Popular y que defenderlo exigía poner el centro en la lucha social en la calle y confrontar a todos los partidos que representan de una u otra manera a la oligarquía española. Desde esta comprensión sumamos esfuerzos para construir Sindicalistas por la Unidad Popular.
Ahora es el momento de decidir si ese programa y ese empeño son compatibles  con la defensa de un “gobierno de izquierdas… con el PSOE”,.

Es precisamente la difícil gobernabilidad, la crisis de los de arriba, lo que abre más posibilidades a la lucha de los de abajo, pero a condición de retomar lo que dijimos en la campaña electoral: que la lucha es el único camino real de cambio.

Mientras continúan las cábalas parlamentarias para formar gobierno y la UE exige celeridad para aplicar nuevos recortes y reformas, la vida sigue si curso: los desahucios, el desempleo que atenaza a millones, la precariedad general, los EREs y ERTEs. La tarea urgente es retomar la lucha, la calle, para defender el Pan, el Trabajo y el Techo.

Seguimos fieles a este programa y a este compromiso y lo seguiremos siendo frente a cualquier gobierno de la Troika, tenga el apellido que tenga y sea un gobierno central, autonómico o municipal.

Nuestra urgencia es dar pasos para retomar la lucha. Las movilizaciones anunciadas en defensa de la sanidad y la educación públicas, las marchas por la dignidad, las luchas por la remunicipalización de los servicios públicos, los conflictos de mantenimiento de hospitales en Andalucía, Extruperfil, Tragsatec o Metro de Barcelona, brindan la oportunidad de retomar la movilización obrera y popular frente a gobiernos que, a diferencia de antes, carecen de mayorías absolutas.