El pasado 9 de Mayo las autoridades de la UE celebraron el “Día de Europa” sin pompa ni boato. Pasó desapercibido. La Unión Europea, esta máquina de guerra contra los trabajadores y los pueblos, camuflada de «social» y humanitaria», nunca se había visto inmersa en tanta crisis y tantos conflictos como en la actualidad.

Por Felipe Alegría y Gabriel Huland

La fecha hace referencia al día que Robert Schuman, ministro francés de exteriores, pronunció un discurso  en París en 1950, en el que expuso la nueva forma que la Europa del pos guerra debía asumir. La propuesta de Schuman se considera el comienzo de lo que es hoy la Unión Europea ya que propuso que el carbón y el acero de Alemania (entonces República Federal Alemana) y Francia (y los demás países que se adhirieran) se sometieran a una administración conjunta, impulsando la creación de la primera Comunidad Europea: la del Carbón y Acero (1).

Actualmente la crisis de refugiados, la posibilidad de salida de Gran Bretaña (Brexit), el estancamiento económico, los ataques frontales a los derechos básicos de los trabajadores en países centrales como Francia (reforma laboral), el TTIP (tratado de libre comercio con EEUU), el crecimiento electoral de la ultraderecha, así como países de la periferia europea como Grecia, expoliados y convertidos en una semicolonia, con un «gobierno de izquierda» (Syriza) haciendo de sicario de Merkel, o el fenómeno PODEMOS en el estado español, son algunos de los signos del actual momento en el viejo continente.

Una encuesta realizada recientemente entre más de 6 mil personas en distintos países muestra el actual estado de opinión: más de la mitad de los entrevistados cree que Gran Bretaña dejará la UE tras el referendo y un tercio exigen referendos propios en sus países. La mayoría opina, además, que la posible salida de Gran Bretaña podría resultar en una especie de efecto dominó para otros países de la UE.

Refugiados: el acuerdo de la vergüenza con Turquía muestra la verdadera cara de la UE

Angela Merkel, la todopoderosa canciller alemana, afirmó recientemente que el acuerdo con Turquía es una de las prioridades de la UE. Sus palabras no vienen en vano. Europa se enfrenta a la más importante crisis de refugiados desde la II Guerra Mundial, ocasionada principalmente, aunque no sólo, por la guerra en Siria, donde la Unión Europea ha sido corresponsable de la continuidad de la dictadura sanguinaria de Bashar al-Assad y sus masacres.

La UE ha contratado por 6 mil millones de euros al matón Erdogan para que impida la salida de refugiados de Siria, corte el flujo de salidas hacia las islas griegas y reciba los refugiados que las autoridades europeas expulsa desde Grecia. El acuerdo viola flagrantemente los tratados y leyes internacionales sobre el derecho de asilo firmados por Europa.

El acuerdo, que fue bautizado por los movimientos sociales como “Acuerdo de la Vergüenza”, ha generado una ola de protestas y indignación por todo el continente. La política social y humanitaria de Europa es controlar y detener el flujo de refugiados a través de la construcción de muros, gaseándolos en las fronteras y aumentando la represión. Ya tienen suficiente con la cantidad de mano de obra barata que ha podido entrar y ahora, con la economía estancada, ya no quieren más.

El TTIP representa la liberalización de los mercados y la precarización de las relaciones laborales

Greenpeace-Holanda ha revelado una serie de documentos secretos que muestran el estado de las negociaciones actuales entre la UE y EEUU. El acuerdo comercial significaría el acceso mutuo de las grandes empresas a los contratos públicos, de manera que cualquier cláusula laboral, social o medioambiental contenida en estos podría ser considerada un ataque al libre comercio y recurrida ante tribunales internacionales privados cuyas sentencias estarían por encima de las leyes y tribunales de los países.

Los principios y garantías sobre la salud o protección ambiental serían dejados de lado en beneficio de las multinacionales: es el caso del comercio de productos químicos y pesticidas, carnes hormonadas o transgénicos prohibidos en Europa. Quedaría cuestionado el «principio de precaución» según el cual, para comercializar un producto en Europa debe probarse previamente que no es nocivo para la salud o el medio ambiente.

Se trata de un tratado que se está negociando en la oscuridad y que muestra que la UE y el gobierno de los EEUU son los representantes de los intereses de las multinacionales de sus respectivos países. El tratado afecta a las garantías sociales, a los derechos laborales, a la salud y al medio ambiente. Consagra, al mismo tiempo, el pleno dominio de las grandes multinacionales a ambos lados del Atlántico.

Por eso son tan importantes las grandes manifestaciones en Alemania y el movimiento general de protesta a lo largo de Europa, que hay que masificar y unificar hasta tumbar el tratato.

Organizar la resistencia contra la ultraderecha y la extrema derecha

En momentos de polarización social la burguesía hace uso de partidos y agitadores extremistas para amedrentar a la población y atacar a la clase trabajadora. La crisis económica, la llegada de cientos de miles de refugiados a distintos países europeos y la connivencia de distintos gobiernos, como el francés y el alemán, han creado las condiciones perfectas para la diseminación de discursos racistas y xenófobos.

Sobre esta ola, en Alemania el partido xenófobo AfD entró en 3 parlamentos regionales en los últimas elecciones y las encuestas apuntan que pueden tener más de 20% en las próximas elecciones generales. La acción de grupos extremistas como PEGIDA es generalizada, no solo en la Alemania del Este, sino también en otras regiones como Baviera.

En Inglaterra, el partido ultra-nacionalista UKIP, que defiende la salida del país de la UE y más mano dura contra la inmigración, ha obtenido importantes resultados en las últimas elecciones locales y regionales. Partidos de ultraderecha xenófoba han llegado al gobierno en Austria y Dinamarca. En Francia el Front Nacional tiene fuertes expectativas electorales. En Hungría y Polonia son partidos de ultraderecha los que se hallan actualmente en el gobierno.

Políticas como la del social-liberal Hollande, imponiendo una reforma laboral salvaje, son la mejor ayuda que se puede ofrecer a la ultraderecha. Y lo mismo puede decirse del gobierno Tsipras, convertido en brazo ejecutor de la troika contra el pueblo griego.

La lucha para parar a la ultraderecha y la extrema derecha que se está desarrollando en Europa, para avanzar, se debe apoyar en la lucha decidida contra las políticas de ajuste y los gobiernos que las aplican y contra la gran máquina desde donde se articulan: la Unión Europea, personificación de la Europa del Capital. No hay ningún «Plan B» capaz de refundarla. Nuestra Europa ha de ser la de los trabajadores y los pueblos.

Los trabajadores y los pueblos resisten y luchan

Si hasta ahora la crisis se había manifestado ante todo en la periferia europea, ahora ya ha entrado en el centro del imperialismo europeo, donde han comenzado a aplicar los planes de ajuste con gran brutalidad. Es, en particular, el caso de Francia con la Ley El Khomri de reforma laboral. Esta ley, que el gobierno «socialista» ha aprobado ¡por decreto!, es una reforma laboral «a la española», que abre de par en par las compuertas a la arbitrariedad patronal. Para calibrar la importancia de este ataque tenemos que tener en cuenta que los derechos laborales en Francia eran muy superiores a los españoles.

Se trata, ni más ni menos, que de un intento de cambiar todo el sistema de relaciones laborales para dar paso a un nivel de explotación cualitativamente superior de la clase trabajadora francesa. De ahí la batalla entablada, con las huelgas, la huelga general y el movimiento de la juventud. La lucha que hay en marcha y su desenlace serán muy importantes para el futuro inmediato de Europa

El pueblo griego, a pesar de los grandes golpes recibidos y de la traición de Syriza, continúa resistiendo. A principios de mayo ha realizado la cuarta huelga general contra el gobierno Tsipras. La clase trabajadora griega es un ejemplo para todos de que no hay que rendirse y de que hay que desconfiar de los salvadores que nos digan que no hay más camino que las elecciones y que todo debe ser sacrificado ante el altar de la Unión Europea.

Hay que seguir el camino que nos señalan los trabajadores y los jóvenes franceses y griegos, así como recoger experiencias como la del movimiento No Austerity en Italia, que ha promovido manifestaciones y huelgas sobre todo en el sector de la logística, donde hay una gran concentración de trabajadores inmigrantes de origen árabe, uno de los sectores más explotados y oprimidos de la clase obrera italiana y europea.

Estamos a las puertas de una nueva ronda de ataques, que esta vez afecta a los países centrales pero que no olvida a la periferia, donde no se conforman con el grave retroceso de derechos conquistas que nos han impuesto, sino que quieren ir aún más lejos. ¡Preparemos la lucha!

(1) Wikipedia