Palestina es una tierra especial. Por sus colores, olores, historia y paisajes. Pero sobre todo por su gente. Sencillez, amabilidad y valentía son las palabras que mejor identifican a este pueblo fascinante. Sencillez porque han crecido en un ambiente de escasez, donde no hay espacio para el lujo y el despilfarro tan presentes en las sociedades de consumo “occidentales”. Amabilidad porque siempre tienen una sonrisa para regalar y porque reciben a los visitantes (no así a los ocupantes) como se fueran amigos de toda la vida. Y valentía porque tienen que enfrentarse diariamente a la dureza de vivir en un país ocupado y no les queda otra que defender su tierra de todas las formas, incluso dejándose la sangre y la vida si necesario. La particular combinación de estos tres aspectos forman un pueblo especial, que hay que respetar y admirar.

Por Gabriel Huland

En los territorios de  1967 (Jerusalén y Cisjordania) a día de hoy se contabiliza la presencia de más de 400.000 colonos judíos, en 1993 cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo eran cerca de 20.000, distribuidos en decenas de asentamientos que ocupan más del 50% de la tierra en Cisjordania. Solo el año pasado cerca de 10.000 franceses, 8.000 rusos y más de 5.000 ucranios han emigrado a Palestina, la mayoría para residir en los asentamientos construidos ilegalmente. Una turista norteamericana de origen judío que estuvo unos días con su familia en un asentamiento en Cisjordania nos decía que, según su tío, lo que los movió a mudarse fue “la llamada de Dios”. No creo que Dios tenga nada que ver con eso, sino más bien los privilegios concedidos por el estado de Israel a los colonos que se disponen a ir a ocupar las tierras que, según las resoluciones de la ONU, pertenecen a los palestinos. La joven afirmó además, con un poco de indignación en la voz, que la mayoría de los colonos no trabaja y pasa casi todo el tiempo en el asentamiento rezando y en actividades lúdicas. Todos los asentamientos están “protegidos” por cercas y muros que los separan de los territorios palestinos.

¿Intifada?

La rebelión en curso desde septiembre ya cobró la vida de más de cien palestinos, entre ellos jóvenes que protestaban desarmados, personas que simplemente observaban los choques y supuestos atacantes. Muchos de los “ataques” han sido montajes provocados por el ejército de Israel para justificar los asesinatos y detenciones. Otros han ocurrido de hecho, en una demostración de desesperación y rebeldía frente a una situación que no se resuelve. Aparte de los muertos, miles de personas han sido detenidas y más de 10.000 heridas por las balas reales utilizadas por las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) para reprimir a los civiles. La enorme mayoría de los activistas con los que hablamos no vacila a la hora de denunciar el papel cómplice de las autoridades palestinas en reprimir las protestas y hacer llamamientos a la calma. Los funerales de los mártires asesinados son masivos. En Khalil (Hebron) más de 50.000 personas según distintos medios de comunicación han acudido para despedir a los 16 mártires de la región. Israel está utilizando una nueva arma de guerra para torturar psicológicamente a las familias de los muertos: establecer como condición para devolver los cuerpos la no realización de funerales públicos durante el día. En algunos casos han retenido los cuerpos por más de 80 días.

Al cansancio de los palestinos por el fracaso de las inexistentes “negociones de paz” se suma una situación económica degradante. La tasa de paro en Cisjordania supera el 30% de la población económicamente activa. Más de 400.000 personas no tienen trabajo en Gaza y Cisjordania y más de 250.000 familias se encuentran en situación de pobreza, la mitad de ellas sin recibir ninguna ayuda por parte del gobierno palestino. La economía depende totalmente de Israel y de las ayudas internacionales, que se han convertido en armas políticas para adiestrar a las élites palestinas.

Solidaridad con la resistencia palestina

Estos tres elementos: crisis económica, avance de la ocupación y desgaste de los partidos palestinos tradicionales son la base de la actual revuelta. Para unos ya se puede hablar de Intifada, para otros es muy temprano para hacerlo. El sentimiento de la juventud que protagoniza los actuales acontecimientos se plasma en el testimonio de Samer y Hijazi, dos jóvenes palestinos de Jerusalén que estuvieron acampados delante del edificio de la Cruz Roja en protesta contra un orden de expulsión emitida por la policía de Israel. Los dos jóvenes recibieron en sus casas, sin mayores explicaciones, unas notificaciones según las cuales debían abandonar la ciudad en el plazo de unos días. En lugar de obedecer y dejar a sus familias, amigos y trabajos; han dicho NO, basta ya, y se quedaron. La Cruz Roja les negó la autorización para quedarse en su local y los jóvenes decidieron montar un campamento-protesta en el patio del edificio. Tuvimos el placer de charlar con ellos durante una actividad cultural organizada por sus familias en Nochebuena que, dicho sea de paso, no tiene mucha importancia en el mundo árabe/musulmán. Hace unos días los dos valientes fueron detenidos.

La solidaridad internacional con la resistencia palestina es muy importante. Israel acaba de anunciar la creación de un ministerio especial para frenar la campaña de BDS (Boicot, Desinversiones, Sanciones). Desde fuera tenemos que impulsar la campaña de Boicot a los productos de Israel, realizar actos y manifestaciones denunciando los abusos de la policía ante la actual ola de protestas y la ocupación en general. La lucha de los palestinos es nuestra lucha. ¡¡Viva Palestina Libre!!