Los gobiernos de Rusia y EEUU anunciaron el sábado (10/09) un acuerdo sobre Siria que supone, a partir del lunes (12/09), un cese de hostilidades entre el régimen de Bashar al-Assad y las facciones y grupos rebeldes.

Por Gabriel Huland y Fabio Bosco

La efectividad del acuerdo no está para nada asegurada. La aviación siria bombardeó varias zonas de Alepo el mismo lunes, antes de la hora en que empezaría la vigencia del acuerdo, matando a decenas de civiles en esta localidad. En teoría, el pacto incluye a todos los grupos involucrados en el conflicto con excepción de dos: el autodenominado Estado Islámico de Siria y el Levante (ISIL), también conocido como Daesh (acrónimo en árabe), y el grupo Jabhat Fateh al-Sham (Frente de la Conquista del Levante) -antes conocido como Frente al-Nusra, la rama oficial de Al-Qaeda en el país- considerados grupos terroristas por ambos países.

Aparte del cese de hostilidades, se prevé la creación de un centro de información y operaciones conjunto de las dos potencias con el objetivo de intercambiar información y coordinar ataques a zonas supuestamente controladas por el Estado Islámico y Jabhat Fateh al-Sham.

El acuerdo se da en el marco de un importante avance del régimen, que logró la evacuación de Daraya (ciudad en las afueras de Damasco considerada uno de los más importantes bastiones rebeldes), así como la retomada de zonas cruciales en Damasco y Alepo. En una reciente visita a Daraya, acompañado de sus ministros, Assad afirmó que no pensaba dimitir y que “reunificaría” el país bajo su comando destruyendo a todos los “terroristas” (término utilizado por el dictador para referirse a la oposición, sea militar o civil).

Tras pronunciar estas desafiantes y macabras palabras, ordenó el bombardeo de varias zonas del país y prohibió. durante las primeras horas de la “tregua”, la entrada de ayuda humanitaria a zonas sitiadas de Alepo (se calcula la existencia de más de 250.000 civiles sitiados en esta ciudad).

Recientemente, los rebeldes habían recuperado partes de Alepo y reabierto las líneas de suministro a zonas liberadas del régimen, pero el ejército sirio, con el apoyo de la aviación rusa, ya las ha vuelto a controlar.

Solo durante el mes de agosto el régimen mató a más de 500 civiles y arrojó cerca de 2000 barriles explosivos en barrios de Alepo y la región del Rif, habiendo atacado asimismo 5 escuelas, 8 hospitales y 3 centros operativos de los cascos blancos, grupo de defensa civil que actúa salvando vidas en los escombros tras las explosiones.

Las zonas preferidas por los helicópteros mortíferos de Assad son los barrios comerciales y residenciales, así como tierras agrícolas. Además, utilizó cerca de 300 bombas de fósforo en distintos puntos del país. El venenoso gas de cloro también fue utilizado dos veces el pasado mes. Toda esta información está recogida en un informe del Instituto Sirio para la Justicia.[1]

En una entrevista a la BBC, Faysal Mekdad, ministro de Asuntos Exteriores sirio, declaró que el uso de barriles explosivos por parte del régimen, ampliamente documentado por distintas fuentes, es una mentira difundida por las “fuerzas occidentales y por los países del golfo” para desestabilizar el país. “Los barriles explosivos no existen”, aseguró el ministro.[2]

El acuerdo entre EEUU y Rusia no vislumbra pacificar Siria ni tampoco atenuar el drama de los centenares de miles de personas en situación de extrema pobreza y riesgo de vida, sino todo lo contrario, busca fortalecer y consolidar las posiciones conquistadas recientemente por el régimen sirio (apoyado por Rusia, Irán y Hezbollah) y derrotar la revolución que resiste, aunque con debilidad y contradicciones, a más de cinco años de total aislamiento. Se va confirmando la hipótesis de división del país con la creación de diferentes zonas bajo la influencia de los distintos países.

No a la intervención militar de Turquía en Siria

Turquía participa indirectamente en el conflicto sirio desde su inicio. Más de un millón de sirios y sirias han cruzado la frontera entre los dos países en busca de refugio. Turquía pasó de ser aliado de Assad a defender su salida a medida que las protestas pacíficas iniciadas en 2011 se convirtieron en un conflicto armado y la situación se fue complicando con la entrada de nuevos grupos y combatientes extremistas en el país, alentados en gran medida por el mismo régimen de Assad para generar terror y derrotar el ímpetu transformador y revolucionario de las protestas.

Erdogan vio en el conflicto una oportunidad para fortalecer sus posiciones en la región y avanzar en sus zonas de influencia. De hecho, la lira turca ya es utilizada en zonas del norte de Siria como moneda principal. Turquía dejó de colaborar con la dictadura siria para acercarse a la oposición, habiendo permitido incluso que los comandantes del Ejército Sirio Libre dirigieran sus operaciones desde Turquía.

No obstante, el “apoyo” a la oposición siria siempre fue bastante formal, sobre todo al principio, y nunca se tradujo en la entrega de armas y medicamentos a las brigadas independientes y laicas que luchaban contra el ejército sirio. Turquía forma parte del grupo “Amigos de Siria”, impulsado por Francia, que se trató en su momento de un intento de una parte de las grandes potencias mundiales de controlar y dirigir la transición en el país, ya que la caída de Assad parecía entonces inminente.

Por otro lado, hay fuertes indicios de que Turquía permitió, mediante el relajamiento de los controles fronterizos, la entrada de combatientes musulmanes que se unirían a las filas del Daesh, aparte de haber comprado petróleo al grupo terrorista a precios muy inferiores a los de mercado. Daesh cumplía una función vital para Turquía al actuar como dique de contención al avance de las fuerzas curdas lideradas por el PYD, partido vinculado al PKK turco.

Esta actitud de “participación indirecta” en el conflicto ha cambiado recientemente con la entrada del ejército turco en Siria el 24 de agosto con el objetivo de tomar la ciudad de Jarablús, en la frontera turco-siria, al ISIL. La intervención se dio mediante el uso de tanques, aviones y fuerzas especiales del ejército, aparte del apoyo, incluso financiero y armamentístico, a grupos militares sirios. Han tomado distintas ciudades en la frontera, atacando no solo al grupo terrorista, sino también a las fuerzas curdas del PYD.

La participación directa de Turquía en el conflicto crea un problema para los EEUU, ya que el PYD es uno de sus principales aliados en la región, pero Turquía forma parte de la OTAN y cumple un papel determinante en este momento en la contención del flujo de refugiados sirios a Europa. La tregua pactada entre EEUU y Rusia seguramente tiene que ver también con más este factor añadido al conflicto.

La injerencia de cualquier potencia militar en la revolución siria debe ser rechazada. Siria se ha convertido en un enorme tablero donde distintos países disputan entre sí la influencia en el Oriente Medio. EEUU, Rusia, Irán, Arabia Saudí, Turquía, Catar, entre otros, están financiando grupos y enviando armas y soldados a Siria. Es un verdadero genocidio de conocimiento público. Ninguno de estos países, no obstante, actúa realmente para atenuar el sufrimiento del pueblo. Todos piensan únicamente en sus intereses nacionales y económicos. La única solución posible y viable es la derrota militar del régimen sirio y para ello es necesario armar a los grupos rebeldes que están luchando contra Bashar al-Assad y el Daesh, las dos principales fuerzas contrarevolucionarias activas en este conflicto.

El plan de transición presentado por la oposición siria

La oposición siria reunida en el HNC (Alto Comité de Negociación, por sus siglas en inglés) ha presentado un plan de transición en Siria que prevé seis meses de negociación con el régimen, un año y medio de un periodo de transición, la realización de elecciones supervisadas por la ONU y la aprobación de una nueva constitución.

Aparentemente, se trata de un plan hecho con la mejor de las intenciones, pero desgraciadamente no es así. Primero, porque es un plan completamente inviable, dado que Damasco ya ha reiterado innumerables veces que no negociará con los “terroristas”. Segundo porque el HNC tiene ninguna o muy poca influencia sobre los grupos que actúan sobre el terreno en Siria y son una especie de marioneta en las manos de EEUU, Reino Unido y Arabia Saudí. Por último, el plan no reconoce el derecho de autodeterminación de los curdos, insistiendo en hablar de una Siria única y unida, el mismo discurso del régimen sirio sobre el tema.

Por otro lado, y para complicar todavía más la situación, existen problemas muy graves con el principal partido curdo, el PYD, apoyado por EEUU y la UE. Es innegable que juegan un papel importante en la liberación de los territorios curdos, pero lo hacen de manera autoritaria, sin permitir cualquier tipo de discrepancia con su liderazgo y aliándose, si les conviene, con quien sea, para alcanzar sus objetivos inmediatos.

Se han aliado a Assad en un momento, reciben apoyo de EEUU y de la UE, se alinean con brigadas del Ejército Sirio Libre cuando les interesa, pero llevan a cabo limpiezas étnicas cuando conquistan una ciudad, expulsando a los árabes, y reprimen a los grupos que se chocan con sus políticas.

La derrota de Assad es la condición esencial para pacificar el país

Debemos reafirmar que el principal responsable de la barbarie en que se ha convertido Siria es el régimen sanguinario de Bashar al-Assad. Mientras este genocida siga en el poder, no hay salida política posible. Ya van más de cinco años de barriles explosivos, armas químicas, asedios a poblaciones enteras, detenciones en masa, violaciones, torturas y manipulación mediática.

Esto tiene que acabar ya y para eso es necesario defender la caída inmediata de Assad y la entrega de armas, no solo armas ligeras como se está haciendo, sino de armas antimisiles y otros armamentos pesados para que los grupos rebeldes se puedan defender de los helicópteros sirios y los aviones rusos.

Por otro lado, rechazamos las intervenciones militares de EEUU, Rusia, Francia, Turquía, Irán y demás países involucrados en el conflicto sirio. Todos ellos cómplices del régimen de Assad y del Estado Islámico. Están todos unidos para derrotar la revolución del pueblo por justicia, democracia y dignidad.

Debemos exigir también la entrada de ayuda humanitaria a todos los rincones del país que vienen sufriendo asedio permanente desde hace más de cinco años.

[1] http://syrianjustice.org/en/

[2] http://www.bbc.com/news/world-middle-east-37294532