En los últimos años la educación pública en toda Europa está sufriendo uno de los mayores ataques de su historia, y la juventud trabajadora nos estamos llevando, como siempre, la peor parte. El resultado es que solo este año más de 55.000 alumnos en el Estado Español han sido expulsados de la universidad por no poder costeársela.

Los gobiernos de turno con una mano desmantelan y recortan presupuesto a la educación pública que tenemos, imponiendo peores condiciones a profesores y personal no docente y reduciendo al mínimo las becas y ayudas a estudiantes con problemas, y con la otra mano imponen leyes educativas que elitizan y adaptan la educación al mercado laboral.

Los ataques no paran. Después del plan Bolonia fueron a por las enseñanzas medias con la LOMCE, y este último año el gobierno, enfrentándose al conjunto  de la comunidad educativa, implantó un nuevo decreto ley, reduciendo los años de grado y aumentando el máster, y asegurándose así de que los estudiantes con menos recursos no puedan acceder a una educación especializada. Por si fuera poco la OCDE apunta en su informe Estrategia de Competencias publicado en Septiembre que “…unos precios de matrícula más altos podrían «animar» a elegir opciones educativas «más adecuadas a las necesidades del mercado laboral». El fondo de todo esto es claramente la privatización para convertir lo que era un servicio y un derecho de todos, en un privilegio al que solo unos pocos podrán acceder.

Por eso más que nunca es necesario enfrentar los ataques del gobierno, pero la respuesta que estamos dando no se corresponde con la magnitud del ataque que estamos recibiendo. Para que tanto en el Estado Español como en Europa podamos frenar este paquete de reformas necesitamos una respuesta social amplia que unifique al movimiento estudiantil (de universidad y de institutos) con el profesorado y los otros trabajadores de la educación, así como con el conjunto del movimiento obrero y sindical y otros movimientos sociales.

Ahora la tarea debe ser concentrarnos en llegar a la mayoría de estudiantes,  explicando con paciencia y clase por clase, en cada centro de estudio, los contenidos de las reformas educativas y el plan de privatización, para que todos entiendan la gravedad de la situación y la necesidad de plantar cara a esta ofensiva en las calles, para movilizarnos con todos nuestros compañeros y enfrentar juntos este ataque, y al calor de eso, unificar nuestra lucha con los otros sectores.

Pero no solo basta con explicar, es imprescindible implicar al conjunto de los estudiantes en la toma de decisiones y la preparación de las próximas movilizaciones, organizando asambleas que nos permitan decidir entre todos si nos movilizamos, poniendo en el centro el debate para luego actuar juntos. Debemos transformar tanto el sentimiento de derrota por la implantación de Bolonia y la LOMCE como el vaciamiento de las movilizaciones por las esperanzas electorales en rabia para luchar contra el gobierno y los dictados de la troika.

Por último hay una tarea que tenemos pendiente, y que a menudo olvidamos, y es que estamos enfrentando un plan de privatización a nivel mundial. La juventud europea e internacional debemos actuar juntos y en solidaridad con las otras luchas. Por eso decimos: ¡Sea , aquí, en Grecia, Bungehuis o  Chile, nuestra lucha es solo una!