Mientras el Parlament de Cataluña aprobaba una declaración de independencia «simbólica» y sin consecuencias prácticas, Rajoy, en nombre del Rey, aplicaba el 155. Con el apoyo de la UE, del PSOE-PSC y Ciudadanos, la complicidad de la burocracia de CCOO-UGT y la pasividad de Podemos, Rajoy ha intervenido la Generalitat, destituido al Govern y asumido todas sus competencias.

Usurpando las funciones del President de la Generalitat, Rajoy, ha convocado elecciones autonómicas para el 21-D, mientras los Jordis y medio Govern siguen en la cárcel y la ofensiva judicial no para.

Estas elecciones del 155 tienen una importancia fundamental, pues con ellas la Monarquía quiere legitimar el 155, enterrar el mandato popular del referéndum del 1-O y devolver el movimiento soberanista a la sumisión constitucional.

Sin embargo, Rajoy no podría celebrarlas sin la complicidad de los dirigentes independentistas. Si éstos hubieran decidido boicotearlas, las elecciones nacerían muertas. Marta Rovira, «presidenciable» de ERC, lo dejó claro «unas elecciones en nuestro país [sólo] se hacen si nosotros lo decidimos».

Y han decidido participar y legitimarlas. Comenzó el PdCAT. Al poco lo hizo Puigdemont, que era, paradójicamente el único legitimado para convocarlas. ERC rápidamente hizo lo propio. La CUP, que había prometido no participar en ninguna elección autonómica más, también decidió concurrir, con el agravante de que reconocía que «lo natural» era boicotearlas. En cuanto a los Comunes, no tardaron ni un segundo en ponerse con las listas electorales, apoyados por Pablo Iglesias que, copiando a Rajoy, intervino Podem-Catalunya.

Vuelta al redil constitucional

Quizás lo más impresionante es cómo estas elecciones, declaradas con razón «ilegítimas e ilegales», se han acabado convirtiendo, en palabras de Marta Rovira en «el referéndum que el Gobierno del PP no se había atrevido a pactar», es decir, vendrían a ser una enorme victoria del soberanismo. ¡Verlo para creerlo!

Pero no deberíamos escandalizarnos demasiado, porque estas palabras son la conclusión lógica de la política del Govern de Junts pel Sí, que no quiso ni supo proclamar y defender la República catalana y entregó la Generalitat a Rajoy sin ninguna resistencia.

Ahora, con las elecciones del 155, volvemos al marco constitucional. Quedó atrás el mandato popular del 1-O y cualquier vía «unilateral». La autodeterminación queda de hecho descartada, al no tener cabida alguna en la Constitución española. Ahora se trata de «gobernar la autonomía», aunque Marta Rovira lo vista de «hacer República».

Estamos transitando desde el 1-O, el día en que el pueblo catalán se levantó para garantizar el referéndum, a la sumisión constitucional, lo que significa una grave derrota política del movimiento soberanista. Una derrota que no viene determinada tanto por el 155 y la represión sino por la aceptación del marco constitucional. Ahora el régimen monárquico puede respirar ya más tranquilo, lo que le facilita nuevos ataques a las libertades y nuevas agresiones a la clase trabajadora.

 

Ya votamos el 1-O

La presión por el voto ya es enorme antes de empezar la campaña electoral y lo va a ser mucho más. No votar será criticado como una especie de crimen. Sin embargo, ni vamos a votar ni vamos a llamar a votar. No queremos legitimar la vuelta al redil constitucional. ¡Nosotros ya votamos el 1-O!

Queremos, por el contrario, discutir con los y las compañeras de lucha, voten o no voten el 21-D, un balance a fondo y sacar lecciones para el futuro. Unas lecciones que nos ayuden a construir una alternativa obrera y democrática, revolucionaria, frente a quienes se han alineado con el régimen heredero del franquismo, frente a la dirección independentista que ha llevado al movimiento soberanista a la derrota y frente a los de la falsa neutralidad de «ni declaración unilateral, ni 155».