Mientras por arriba sus señorías se afanan en las intrigas parlamentarias para formar Gobierno, por abajo, el descontento se amplía porque la vida sigue igual. Una encuesta señalaba que 7 de cada diez trabajadores estaba insatisfecho con su empleo, esencialmente por sus salarios. Tener trabajo ya no garantiza dejar de ser pobre. Según las cifras de Hacienda, desde el inicio de la crisis hasta el 2014 se han perdido 38.000 millones de euros en salarios.

Corriente Roja

La población en riesgo de pobreza alcanza los 12,8 millones y la pobreza severa supera los 3 millones de personas. Esa pobreza afecta especialmente a la infancia (2 millones de niños/as). Las familias en que ninguno de sus miembros trabaja son ya 1,5 millones.

Las empresas siguen los cierres y sectores enteros son desmantelados. Como muestra está el cierre del sector del carbón que ha empujado a la miseria a comarcas enteras de Asturias y León; la multinacional Arcelor Mittal acaba de cerrar la planta de Zumárraga y de liquidar la ACB de Sestao. Un desastre, el último episodio de la liquidación de la siderurgia, que junto con el naval, eran los sectores base de la industria vasca, desmantelados a cuenta del ingreso español en la Unión Europea (UE).

Ahí queda de muestra la sangrante situación del campo andaluz, donde los terratenientes reciben millonarias subvenciones de la UE por tener las tierras baldías mientras los jornaleros son condenados a la miseria y perseguidos por la “justicia”.

Las opciones que se preparan a formar gobierno, lejos de tener un plan de choque para afrontar esta catástrofe social, se aprestan a profundizar las recetas que nos han traído hasta aquí.

¿Pero qué salida tiene esto? Para los trabajadores y el pueblo la salida hay que construirla

Y la construcción de esa salida comienza por el apoyo a las movilizaciones en curso, por rodearlas de solidaridad. En estos días los jornaleros andaluces llevan a cabo marchas y movilizaciones exigiendo que se les restituya el PER y se acabe con el procesamiento a centenares de jornaleros; los trabajadores del telemarketing preparan varias jornadas de huelga contra el bloqueo de un convenio que les tiene condenados a salarios de miseria; los trabajadores del servicio de incendios del aeropuerto de Sevilla están en lucha porque su convenio no se cumple; los de Swissport Handlig del aeropuerto de Lanzarote llevan tiempo en huelga indefinida por el empleo y los salarios.

En estos días las Marchas de la Dignidad celebrarán su reunión estatal, cuando estará planteada la propuesta de convocatoria de Marchas a Madrid el 26 de Noviembre. Lograr extender esa convocatoria en todas las empresas, comenzando por las que están en lucha, en los barrios obreros, en los institutos y facultades, debe ser la tarea del periodo próximo.

A partir de la movilización obrera y popular, que hay que volver a poner en marcha, será posible establecer nuestras reglas del juego. En base a esa movilización podremos construir en las empresas y en los barrios otras “instituciones”, organismos, consejos, donde los Comités de Empresa, los sindicatos combativos, los colectivos de las Marchas…vayamos conformando esos embriones de nuevas “instituciones” obreras y populares.

¿Es eso una quimera? Basta recordar el periodo entre 2010 y 2013. Si las asambleas de los barrios nacidas tras el 15M, el sindicalismo combativo, las empresas en lucha, las mareas, hubiéramos confluido en encuentros locales y estatal, hubiera sido posible unificar la respuestas, haber mantenido nuestras reglas del juego desde la calle y haber hecho nacer esas instituciones desde abajo. Fue posible y sigue siendo posible a condición de retomar el camino de la movilización. Sí hay salida, pero hay que construirla.