“Para que España funcione le tiene que ir bien a los empresarios también.” Estas palabras sintetizan la intervención de Pablo Iglesias ante el Círculo de Economía, un foro de grandes empresarios principalmente catalanes, en el que participan, entre otros, la Caixa y sus empresas, el banco Sabadell y grandes constructoras.

Por Gabriel Huland y Felipe Alegría

Iglesias participó en la reunión anual de la entidad, celebrada en Sitges, con el objetivo de tranquilizarles ante la posibilidad de que Podemos se sitúe por delante del PSOE y en condiciones de encabezar un nuevo gobierno.

Lo primero que llama la atención fue el tono cordial utilizado por el líder de Podemos ante unos señores que han sido los principales defensores y beneficiarios de los recortes y de las reformas laborales que han precarizado el mercado laboral y arrojado a millones de trabajadores en la miseria. Así, no tuvo reparo en decirles que le parece totalmente natural que tengan una desconfianza inicial hacia él, pero que, como en toda relación que recién empieza, la “desconfianza suele ser la antesala del entendimiento”.

Al explicar el programa económico de su partido, dejó claro que no se trata de romper contratos ni incumplir leyes vigentes, sino de conseguir una «expansión fiscal equilibrada», que no aumente el déficit. Es decir, reformar la política de impuestos y de recortes, sin dejar muy claro exactamente qué se está proponiendo, pero sin ni siquiera una palabra sobre la necesidad de suspender el pago de la deuda pública y de realizar una auditoría pública de la misma, cuando la deuda es hoy el gran instrumento de saqueo y sometimiento del pueblo a los intereses de los banqueros.

Por el contrario, Iglesias afirmó -contradiciendo lo que Podemos decía hace unos meses- que la “reestructuración de la deuda no es el principal problema de España”, que no busca renegociarla sino la “relajación de los objetivos de déficit”. La deuda ilegítima utilizada por el gran capital español y europeo para transferir sus crisis a las arcas públicas no debe ser cuestionada, solamente se debe negociar la desaceleración del ritmo de cumplimiento del déficit presupuestario. No podemos estar más en desacuerdo con esta propuesta.

El líder de Podemos hizo hincapié en que «somos enormemente pragmáticos y somos conscientes de las presiones a las que se puede ver sometido un gobierno. Pero gobernar es elegir entre opciones diferentes, también a la hora de recortar». La palabra clave de Podemos últimamente es pragmatismo. El programa al fin y al cabo son meras sugerencias que pueden ser adoptadas o no, según las circunstancias. La reciente alianza con Izquierda Unida (Unidos Podemos) demuestra que el criterio fundamental que rige las formaciones que se dicen “del cambio”, es el criterio electoral, la búsqueda de votos a toda costa para llegar al gobierno.

Por último, terminó su intervención asumiendo la propiedad privada y el esfuerzo competitivo. Es decir, reconociendo la legitimidad de la propiedad privada de los grandes medios de producción y de la economía de mercado. No en vano, Iglesias dejó claro ante los grandes empresarios su anhelo de convertirse en «los nuevos socialdemócratas»

Pero para sacar el país de la crisis económica no funciona la conciliación con el gran capital. Sólo enfrentándose a él y derrotándolo podemos salir de la crisis. Por eso, es irrrenunciable luchar por decretar inmediatamente la suspensión del pago de la deuda, así como la derogación de las reformas laborales, la nacionalización de la banca y de las empresas estratégicas, la prisión de los corruptos y el bloqueo de sus cuentas.