La idea de una renta básica ha ido ganando mucha popularidad recientemente no solo entre izquierdistas sino también con proponentes pro capital del ala derecha. La renta básica se reduce a hacer un pago mensual por parte de un gobierno para cada ciudadano con una cantidad que satisfaga las “necesidades básicas”, ya sea que la persona se encuentre desempleada o no, sea cual sea la circunstancia. Daniel Raventós define en su más reciente libro: “la renta básica es un ingreso pagado por el estado para cada miembro completo o residente acreditado de una sociedad, sin importar si él o ella desea acoplarse en un empleo pago, o es rico o pobre, en otras palabras, independientemente de cualquier otro tipo de recurso de ingreso que esa persona pueda tener, independientemente de los arreglos de cohabitación en la esfera doméstica» (Renta básica: Las condiciones materiales de la libertad).

Por Michael Roberts

Él lista varios puntos en su favor: que aboliría la pobreza, permitiría balancear nuestras vidas de una mejor manera mediante empleo voluntario, doméstico y pago, empoderaría a la mujer y «ofrecería a los empleados un fondo para mantener huelgas que en el presente son difíciles de mantener dado a los recortes salariales que estas involucran».

Además, libros recientes tales como «Inventing the Future», de Nick Srincek y Alex Williams, y «Postcapitalism», de Paul Mason, han traído este asunto a prominencia. Estos escritores cuentan que la demanda para una renta básica universal por labores debe ser parte del esfuerzo hacia el «post-capitalismo», y debe ser una demanda clave para proteger a los empleados de un mundo capitalista dominado cada vez más por los robots y la automatización, donde habrá una mayoría de humanos desempleados.

Sin embargo, la renta básica es también popular entre algunos economistas y políticos del ala derechista. ¿Por qué? Porque pagar a cada persona un ingreso «básico» en vez de salarios y beneficios sociales es visto como una manera de ahorrar dinero, reduciendo el tamaño del estado y servicios públicos – en otras palabras, reduciendo el valor del poder del trabajo y aumentando la tarifa del valor del excedente (en términos marxistas). Sería una subvención salarial para los patronos con aquellos empleados que no obtienen una nivelación en ingreso de beneficios sociales bajo presión para aceptar salarios mayores al «ingreso básico», el cual sería mucho más bajo que su salario promedio. Como ha notado Raventós, (en el Journal of Economic Issues americano Junio 1996 con Catherine Kavanagh), «parcialmente separando el ingreso del trabajo, el incentivo de los trabajadores para pelear contra reducciones salariales se ve considerablemente reducido, en consecuencia haciendo los mercados laborales más flexibles. Esto permite salarios y por ende costos laborales, para pronto ajustar las condiciones económicas cambiantes».

En efecto, el peligro es que la demanda para una renta básica pueda reemplazar la demanda de un empleo completo o un empleo a un salario vital. Por ejemplo, se ha elaborado que en los Estados Unidos la economía capitalista actual puede solamente costear una renta básica nacional de más o menos $10,000 al año por adulto. Y eso reemplazaría todo lo demás: el estado completo de bienestar, incluyendo pensiones de edad mayor que desaparecen en ese pago de $10,000 por adulto.

La demanda de renta básica es similar a la idea actual entre Keynesianos y otros economistas izquierdistas para un gasto público mayor financiado por «dinero helicóptero». Esta política significa que no hay reforma fundamental de la economía sino solamente una hoja de efectivo para aumentar los ingresos y la economía capitalista. En efecto, esta es la razón por la cual el economista de izquierda griego Yanis Varoufakis ha visto la idea del ingreso básico como favorable. Un ingreso mínimo igual para todos, nos dice Varoufakis, es la manera más efectiva para confrontar las tendencias deflacionistas que manifiestan la inhabilidad del capitalismo para balancearse por él mismo. Crear un ingreso mínimo que se desvinculé del trabajo, él argumenta, aumentaría la demanda efectiva sin aumentar el ahorro de manera sustancial. La economía crecería nuevamente y lo haría de una forma mucho más balanceada. La cantidad de ingreso mínimo se convertiría en una palanca simple y firme para los planeamientos económicos del siglo XXI.

Aquí la demanda de renta básica provee respuestas a las crisis bajo el capitalismo sin reemplazar el modo capitalista de producción de la manera Keynesiana o post-Keynesiana tradicional, acabando con el subconsumo. Pero ¿qué pasa si el subconsumo no es la causa de las crisis y existe una contradicción fundamental dentro del capitalismo que una renta básica para todos, gradualmente incrementada por los planeamientos gubernamentales, no pueda resolver?

Raventós contrargumenta que «algunas personas se quejan de que la renta básica no pondrá fin al capitalismo». Claro que no. El capitalismo con un ingreso básico seguiría siendo capitalismo, sin embargo sumamente distinto al que tenemos ahora, justo como el capitalismo que vino durante la Segunda Guerra Mundial fue substancialmente diferente al que vino a finales de los setentas, la contrareforma llamada neoliberalismo. El capitalismo no es un capitalismo, así como el «mercado» no es solo «un mercado».

La respuesta abre una bolsa entera de trucos sugiriendo que podemos tener cierta forma de un no-capitalismo «neoliberal», «más justo» que pudiera trabajar para las labores, como aparentemente hicimos por una década corta o luego de la II Guerra Mundial. Aún así, si eso fuese cierto, la demanda del «ingreso básico» sostiene una posibilidad baja de ser adoptada por gobiernos pro-capitalistas ahora en medio de una Larga Depresión, a menos que realmente reduzca el valor del poder del trabajo, no lo aumente. ¿Y si un empleado gubernamental socialista llegara al poder en alguna gran economía capitalista, sería necesaria entonces la política cuando la propiedad común y la producción planificada fuera la agenda? Como un escritor lo presentó: «El llamado al ingreso básico para poder suavizar los efectos de automatización por consiguiente no es una llamada para una mayor justicia económica. Nuestra economía se mantiene como está; simplemente extendemos el círculo de aquellos que tienen derecho a recibir beneficios públicos. Si queremos justicia económica, entonces nuestro punto de partida debe ser más radical.»

En su libro, «Why the Future is Workless», Tim Dunlop dice que: «el enfoque que deberíamos estar tomando no son maneras que podamos competir con máquinas – eso es una batalla perdida – sino buscar maneras en las cuales la riqueza pueda ser distribuida por otros medios que no sean salarios. Esto ciertamente involucraría algo así como una renta básica universal.» ¿Pero es ese el enfoque que debemos tomar? ¿Es para buscar maneras de redistribuir riquezas «por otros medios que no sean salariales», o es para controlar la producción de esa riqueza para que pueda ser distribuida hacia necesidad social y no lucro?

He discutido en detalle en previos posteos el impacto que los robots y la IA (Inteligencia Artificial) tendrían para el empleo bajo el capitalismo. Y de ahí, podemos ver una ambigüedad en la demanda de renta básica. Apunta tanto a brindar una demanda para que el trabajo pelee por el sub capitalismo y mejore las condiciones laborales de los empleados mientras los empleos desaparecen por medio de la automatización y también quiere la renta básica como una manera de pagar a las personas en un mundo «post-capitalista» de humanos que no trabajen y que toda la producción sea hecha por robots. (¿aún con dueños privados de robots?).

Y cuando pensamos en esta ambigüedad, podemos observar que el problema es en realidad una pregunta de propiedad de la tecnología, no el nivel de ingresos de los humanos sin empleos. Con un propietario común, los frutos de la producción robótica puede ser planeada de manera democrática, incluyendo horas de trabajo para todos. Además, bajo una economía planeada con propietario común de los medios de producción (robots), sería posible extender bienes y servicios gratis (como servicio de salud nacional, educación, transporte y comunicaciones) para las necesidades básicas y demás. Para que las personas trabajen menos horas y obtengan más bienes y servicios gratuitos, no solamente ser compensados por la pérdida de empleo con un ingreso básico.

En un mundo post-capitalista (el cual prefiero llamar «socialismo» en vez de usar la palabra «post-capitalismo»), el objetivo sería remover (gradualmente o rápidamente) la ley del valor (precios y salarios) y moverse a un mundo de abundancia (bienes y servicios gratuitos y pocas horas de trabajo duro). En efecto, eso es lo que los robots y la automatización ofrecen como una posibilidad técnica.

La demanda de ingreso básico es muy básica. Como una reforma del trabajo, no es tan buena como la demanda por un empleo para todo aquel que lo necesite con un salario vital; o reduciendo la semana de trabajo manteniendo mientras tanto los salarios; o brindando pensiones decentes. Y bajo el socialismo, sería redundante.

Traducción: Fiorela Valverde

Publicado originalmente en: https://thenextrecession.wordpress.com/2016/10/23/basic-income-too-basic-not-radical-enough/