Cada día nos despertamos con un nuevo caso de corrupción: el ayuntamiento de Granada, Mario Conde, los «Panamá Papers», el PP de Valencia… La lista es interminable. A pesar de ello si hay algo que unifica a los partidos del sistema, es decir al unísono que la corrupción es un problema de «manzanas podridas» que se aprovechan de su ubicación en la administración pública para sacar tajada. En realidad, la corrupción es un mal endémico del régimen monárquico, de alguna manera, su funcionamiento normal.

Por Juan P.

Los grandes capitales de este país se han amasado a partir del saqueo de lo público, con la complicidad de los distintos gobiernos. Buena parte de las empresas del IBEX-35 son antiguas empresas públicas privatizadas. El otro gran sector son empresas constructoras que viven básicamente de los encargos que le hace de la administración pública (a cambio de la correspondiente «mordida»), aún cuando las infraestructuras y el número de viviendas disponible cumplía con creces las necesidades sociales.

En la cúspide del actual régimen la transición colocó al Rey. No es de extrañar que el rey emérito acumulara una inmensa fortuna durante su reinado, ni que la familia real esté involucrada en varios casos de corrupción. Esta monarquía no es sólo absolutamente anacrónica y antidemocrática, sino que forma parte estructural de un conglomerado político-empresarial que nos ha llevado a ser uno de los países con más desigualdad de Europa. Batimos récords simultáneamente de beneficios de grandes bancos y constructoras y de recortes, desempleo y pobreza.

Este 14 de abril lo pasamos en medio una interminable negociación en la que se juega que el próximo sea del PP, del PSOE o haya nuevas elecciones. Ninguna de las opciones va a cambiar la situación actual, todas representan más de lo mismo. Por eso volvemos a llamar a tomar las calles para impugnar de  este régimen monárquico surgido en 1978 de arriba abajo.

La actual Constitución y sistema político no sirven para garantizar pan, trabajo y techo y tampoco aseguran las derechos democráticos básicos. El pueblo trabajador necesitamos romper con este entramado institucional y económico que heredamos de la dictadura franquista. Mientras no se produzca esta ruptura no podremos hablar de verdadera democracia.

¡Por un proceso constituyente que asegure pan, trabajo, techo y derechos sociales a los y las trabajadoras!¡Por el derecho de autodeterminación de los pueblos, empezando por Cataluña!¡Basta de represión a los movimientos sociales y a los trabajadores!¡Reparación y reconocimiento a las víctimas de la dictadura franquista!¡Depuración y castigo a los asesinos y torturadores que aún viven!¡Estricta separación entre Iglesia y Estado!¡Por la República!