Siete personas han sido detenidas esta mañana en Barcelona por los Mossos d’Esquadra en el marco de una operación contra “la venta ambulante ilegal”. Entre los detenidos se encuentra Lamine Sarr, portavoz del Sindicato de Manteros de Barcelona, creado en octubre del año pasado para organizar a los miles de trabajadores indocumentados que ejercen esta actividad.

Por Gabriel Huland

Las detenciones de hoy son más un episodio de la larga contienda entre los manteros y las autoridades catalanas. Es un hecho que las personas que recurren a este tipo de actividad lo hacen porque no tienen alternativa para sobrevivir tras la difícil y brutal travesía que son obligados a llevar a cabo huyendo de guerras, hambrunas y epidemias de las que los países europeos son corresponsables. Vienen al continente europeo en busca de una vida mejor y más digna.

En las rutas migratorias son víctimas de todo tipo de violaciones y extorsiones por parte de mafias y de las autoridades de los países por donde pasan. Les roban, torturan y golpean. La mayoría de los que inicia el viaje no la termina. Una vez en el Estado español, los que consiguen llegar tienen que enfrentarse con unos gobiernos que nada hacen para crear las condiciones para su integración en la sociedad. La verdad es que la denominada “crisis de los refugiados” existe en Europa desde hace muchas décadas.

De nada sirven medidas simbólicas como la que ha anunciado Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, de poner en la capital catalana un contador de muertos en el mediterráneo. Esta es, desgraciadamente, la cara de los mal llamados “gobiernos del cambio”. Discursos bonitos en el parlamento, pero en la vida real siguen aplicando en esencia las mismas políticas sociales de recortes y sumisión al gran capital.

Barcelona se ha convertido en los últimos años en una ciudad totalmente dependiente de la industria turística. Se está desarrollando un modelo de ciudad que privilegia las grandes cadenas hoteleras, los cruceros y los suvenires baratos. La multitud de turistas degrada la ciudad y expulsa a los vecinos de sus barrios.

Dentro de este contexto se permite libremente la actuación de las grandes mafias de prostitución y venta de productos falsificados, entre otras. Los manteros son simplemente el eslabón más débil de una cadena que tiene en la otra punta a grandes políticos y empresarios; catalanes, españoles y extranjeros, así como las mafias italiana, china y rusa.

Un sector de la burguesía catalana se beneficia de la “venta ambulante ilegal”, porque está asociada a las mafias, mientras otro sector la ve como una amenaza, dado que los turistas encuentran los mismos productos en las calles a un precio muy inferior al “de mercado”. En este conflicto se encuentran los políticos.

Rechazamos las detenciones y llamamos a todas las activistas, los movimientos sociales, los sindicatos y los partidos políticos a iniciar una campaña por la liberación de los compañeros encarcelados.