La plaza central de Tánger, ciudad ubicada en el norte de Marruecos, ha sido escenario en las últimas semanas de importantes movilizaciones populares contra los altos precios del agua y la electricidad. Las primeras manifestaciones tuvieron lugar a mediados de octubre a causa de las facturas abusivas recibidas por una gran cantidad de vecinos. En algunos casos los valores sobrepasan los 100 euros, una cuantía totalmente irreal en un país donde el salario mínimo equivale a cerca de 200 euros.Equipo de inmigrantes – Corriente Roja (Madrid)

La ola de insatisfacción empezó en Tánger y se expandió rápidamente a otras ciudades como Casablanca, la zona más industrializada del país. El movimiento conocido como “revuelta de las velas” siguió con fuerza el último fin de semana, ocasión en la que los organizadores llamaron los ciudadanos a no utilizar electricidad entre las ocho y las diez de la noche, como forma de protesta colectiva para visibilizar la situación. La responsable por el servicio es la empresa Amendis, filial de la multinacional francesa Veolia Environment. Algunas de las consignas más coreadas en las protestas fueron “Amendis fuera”, “Amendis ladrones” y “Nos están vendiendo al colonialismo”.

Marruecos, igual que otros países árabes como Egipto y Siria, sufrió un fuerte proceso de privatizaciones en los años 90 y 2000, implementados durante los reinados de Hassan II y su hijo Mohamed VI, ambos miembros de la longeva y poderosa dinastía alauí, en el poder desde 1631. Parte de las empresas públicas que gestionaban la distribución de agua, electricidad y los alcantarillados fueron transferidas a la iniciativa privada. Actualmente, hasta los monumentos históricos del país del Magreb están incluidos en un plan de privatizaciones, las cuales han sido más fuertes en Casablanca, Tánger, Tetuán y Rabat.

En Marruecos se violan libertades y derechos democráticos a diario. Las protestas fueron reprimidas por la policía y muchos manifestantes han sido detenidos. El gobierno ha acusado a los manifestantes de querer generar el caos y ha prometido negociar con la empresa para encontrar una solución al problema. Innúmeras organizaciones de derechos humanos denuncian casos de tortura, intimidación, así como el control de teléfonos, correos electrónicos e Internet por parte de los servicios secretos con el objetivo de impedir el activismo social. La libertad sindical y política también es limitada. La mayoría de los partidos de izquierda han claudicado a la monarquía. El antiguo partido comunista es parte de la coalición gobernante, liderada por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), de corte islamista, similar al partido AKP de Turquía.

En febrero de 2011, cuando ocurrieron las importantes protestas en el marco de la Primavera Árabe, el rey Mohamed VI prometió realizar reformas parciales y aumentar los gastos sociales. Las protestas de las últimas semanas fueron las más grandes desde entonces. En julio de 2011 el rey anunció y llevó a cabo una tímida reforma constitucional que, por lo menos formalmente, le recortó algunos poderes, transferidos al presidente del Gobierno y al Parlamento, pese a seguir centralizando puestos importantes. En el reino de Marruecos el rey es inviolable, puede disolver el parlamento, es “el garante de la libertad de la práctica religiosa” y “Comendador de todos los Creyentes”. Las elecciones en Marruecos no son libres, una vez que se aplican restricciones a la participación de grupos que defienden el fin de la monarquía y el derecho a la autodeterminación del Sáhara Occidental. Cerca de un tercio de los marroquíes son analfabetos, la tasa oficial de paro es del 9%, el salario mínimo no alcanza para una vida digna y muchos derechos democráticos no se respetan.

El 6 de noviembre se cumplieron 40 años de uno de los episodios más tristes y controvertidos de la historia reciente del país magrebí: la Marcha Verde. En 1975, cerca de 350.000 marroquíes organizados por el monarca Hassan II marcharon sobre la región del Sáhara Occidental, aprovechándose de la debilidad del régimen franquista, que ocupaba la región y estaba a punto de colapsar. La marcha, producto de un acuerdo entre España y Marruecos, fue utilizada para ocupar la región y colonizarla a través de un proceso de cambio demográfico y migración masiva de marroquíes a Al Aiún, capital del Sáhara Occidental. Las autoridades marroquíes hicieron uso del discurso de liberación de la región de las fuerzas coloniales españolas para convencer a los marroquíes a adherir a la Marcha. La ocupación del Sáhara cumple 40 años y es en muchos casos similar a la ocupación sionista en Palestina.

Desde Corriente Roja expresamos nuestra solidaridad y apoyo a la lucha del pueblo marroquí contra las altas tasas de electricidad y agua en el país.

 
¡Fuera Amendis de Marruecos!
¡No a las privatizaciones de los servicios públicos!
¡Nacionalización de la electricidad y el agua!