“La humanidad tiene que ser juzgada por este crimen, por ponernos como objetos en una estantería. Sufrimos mucho. Es la tierra de nuestros abuelos, nuestros padres murieron con un gran vacío. ¿Quién devolverá el orgullo vacío de nuestros padres? Mi tierra, mi tierra… Si me ofrecen todo el mundo, no aceptaré, solo mi tierra… Palestina es un nombre y un cuerpo, una cosa amable que jamás se olvida. Palestina es diferente. Si uso el mismo horno en otro sitio, el sabor es distinto. Todo en Palestina es lindo.”

Por Soraya Misleh, de Brasil

El testimonio de Tawfiq Abdel Rahim desvela la revuelta con la injusticia cometida contra su pueblo; la identidad y la nostalgia respecto a la tierra de donde le arrancaron hace 68 años.

Él es un superviviente de la Nakba – palabra árabe que designa la catástrofe palestina representada por la creación del Estado de Israel en 15 de mayo de 1948. Vivía antes en el pequeño pueblo de Qaqun, uno de los cerca de 500 pueblos destruidos aquel año. Él y su familia forman parte de los 800 mil palestinos expulsados de sus tierras en el periodo – 75% de los habitantes nativos en la época -, a causa de la limpieza étnica planificada para la realización del proyecto sionista (de formación de un estado homogéneo, exclusivamente judío).

La sociedad fue enteramente fragmentada y tuvo inicio la cuestión de los refugiados palestinos, la más larga de la era contemporánea. Hoy, estos suman alrededor de 5 millones solo en el mundo árabe – parte de ellos se ven obligados en los últimos años a buscar un nuevo lugar para vivir, como es el caso de los palestinos sirios ante el cerco y bombardeos a los campos de refugiados por el ejército del dictador Bashar al-Assad.

Abdel Rahim vive todavía en un campo – Baqaa, en Aman (Jordania). El sentimiento expresado en sus palabras es común entre los refugiados. Palestina es el sitio de donde fueron arrancados, pero donde reposan sus raíces. Sentimiento que es pasado de generación a generación. En 1948, el proyecto sionista de creación de un estado homogéneo exclusivamente judío en tierras palestinas no podría prever esto. “Los viejos morirán y los jóvenes olvidarán”, afirmó el primer ministro israelí aquel año, uno de los arquitectos de la limpieza étnica del pueblo palestino, David Ben Gurion. La resistencia palestina viene demostrando que él estaba equivocado.

La resistencia tiene lugar en un cotidiano marcado por el destierro y la ocupación, traducida en el acto de permanecer en la tierra o negarse a olvidar y ser borrado de la historia. La resistencia se nota en la afirmación de un niño que nasce en un campo de refugiados pero sabe exactamente cuál es su lugar de origen. “Es nuestra tierra, volveremos”, dice. La resistencia son las piedras contra los tanques, de quienes vienen dando la vida por la libertad colectiva.

Es lo que se ve hoy por las calles de Palestina. Si por un lado Israel profundizó en estos 68 años la colonización y el apartheid, por el otro, la juventud se levanta y desafía la ocupación. Hija de los malogrados acuerdos de Oslo en 1993, firmados entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) e Israel – que crearon la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como gerente de la ocupación, incluso con acuerdos de cooperación en seguridad con Israel -, esta juventud se pone también contra los líderes tradicionales que colaboran con Israel. Los enemigos son poderosos, pero la heroica resistencia viene demostrando que no son invencibles.

Este 15 de mayo, en Cisjordania (Palestina ocupada en 1967), decenas salieron en manifestación por las calles para recordar la Nakba y protestar contra su continuidad – fueron impedidos de acercarse a los puestos de control israelíes por las fuerzas de seguridad de la ANP, muchos habiendo sido incluso detenidos. Otros tantos fueron además heridos por soldados israelíes.

Centenares marcharon también en Gaza, que se enfrenta a un cerco asesino hace diez años y también bombardeos frecuentes por Israel – como ocurrió al principio de este mes. Los palestinos del Naqab/Negev – área sur de Israel que se enfrenta a una limpieza étnica – marcharon por el retorno, desafiando las leyes racistas que los impide protestar el día de la Nakba.

Gestos de resistencia que se suman a las manifestaciones en diversas partes del mundo el 15 de mayo, en Brasil, Europa o EEUU. Voces que desafían el proyecto sionista y claman por solidaridad internacional, levantando la bandera de BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) a Israel. Voces que no silencian y luchan para, un día, entonar la canción de la libertad en tierras palestinas, del río al mar. Un paso decisivo hacia la liberación de todos los pueblos que viven bajo opresión.