Rusia ha comenzado a bombardear Siria. A pesar de que estos ataques se anunciaron «contra el Estado Islámico», las primeras bombas fueron lanzadas en zonas no controladas por este grupo, como la provincia de Homs, donde causaron una treintena de muertos. Se repite la misma situación que en Turquía, donde Erdogan ataca a los kurdos con la excusa de combatir al EI. Rusia lanza esta ofensiva para sostener a la dictadura de Assad, que también recibe apoyo de tropas de Hezbollah (Líbano).

La dictadura de Assad ahogó a sangre y fuego, al coste de cientos de miles de muertos y la destrucción del país, la revolución que estalló en 2011 demandando democracia, libertad y justicia social. El masivo exilio de refugiados que llegan a Europa es el producto de la guerra que desencadenó el régimen, y donde a medida que la movilización popular iba siendo aplastada, fuerzas reaccionarias como el Estado Islámico cobraron protagonismo.

Rechazamos la intervención rusa, cuyo principal objetivo es el sostenimiento de la dictadura oligárquica de Assad.

Por su parte, EEUU, que también bombardea Siria, está defendiendo una salida negociada con la dictadura. A cambio de la permanencia del régimen, Assad debería retirarse tranquilamente a un segundo plano. Es decir, la intervención de EEUU no tiene como objetivo apoyar las demandas populares, sino forzar una reforma cosmética del régimen que permita un nuevo gobierno sólido que estabilice la situación y resguarde a Israel y las monarquías del golfo, aliadas de EEUU. De hecho, recientemente EEUU firmó un histórico acuerdo de colaboración con Irán, otro de los principales sostenedores de Assad.

La Coalición Nacional Siria, el principal grupo opositor, centra su actividad en intentar convencer a las potencias imperialistas de la necesidad de intervenir en el país más decisivamente para forzar la salida del dictador, a pesar de que la posición de estos gobiernos siempre fue la de negociar con Assad.

Desde 2011, la revolución popular en Siria está cada vez más arrinconada entre fuerzas hostiles: la dictadura de Assad, el Estado Islámico y la intervención de las potencias extranjeras. Para completar el cuadro,buena parte de la izquierda mundial les dio la espalda, acrecentando más su aislamiento. Pero a pesar de todo, la revolución no ha desaparedido. En Siria, sigue habiendo movilizaciones e incluso avances militares, como la victoria en Kobane protagonizada por los kurdos en colaboración con brigadas «rebeldes».

Esa es la base para una Siria libre y soberana: la unidad de las fuerzas militares que luchan contra Assad y el Estado Islámico, y dar el protagonismo en los territorios liberados al pueblo auto-organizado para satisfacer sus reivindicaciones democráticas y de justicia social.

¡No a los bombardeos rusos! ¡No a los bombardeos yanquis!

¡Por una Siria Libre; abajo Assad y el Estado Islámico!

 

Bombardeo ruso en Siria