El gobierno central y las elecciones catalanas del 27 de SetiembreOTRA VEZ, COMO SIEMPRE, LA AMENAZA COMO RESPUESTA

Dos veces en su historia moderna Cataluña resolvió proclamar la República catalana. Fue con Francesc Macià en 1931 y con Lluís Companys en 1934. En ambas ocasiones la respuesta del régimen español fue la misma: Cataluña no tiene derecho a decidir. Pero si en la primera una delegación de la reciente proclamada II República “convenció” a Macià de que retirara su proclama independentista, en la segunda la respuesta fue el estado de guerra, la intervención militar y el encarcelamiento de todo el Gobierno de la Generalitat.

El entonces presidente del Gobierno, Alejandro Lerroux decretó el estado de guerra y la intervención militar en nombre de la “democracia que tiene abiertos todos los caminos para todas las aspiraciones que se encuadran en el Derecho”. Lerroux felicitaba así a los militares tras su “heroica” acción contra la proclamada República catalana: “con jefes y oficiales que tienen este concepto de la disciplina y del mando y con soldados que saben obedecer como los nuestros, el Derecho y la democracia subsistirán siempre, porque somos nosotros los que los defendemos…”

No está de más recordar que fueron aquellos militares “heroicos” que en 1934 pasaron por las armas a los trabajadores asturianos y reprimieron con brutalidad la resistencia catalana, los que dos años después, resolvían dar un golpe militar contra la República, haciendo caso omiso de la “democracia” y el “derecho”.

 

De nuevo, las amenazas

La situación creada a raíz de la convocatoria de las elecciones del 27 de setiembre, en las que la población catalana se pronunciará en torno a la independencia, es más que alarmante.  De nuevo el régimen amenaza con la represión. Rajoy, de manera solemne avisa: “No va a haber independencia de Cataluña. No la va a haber” “El Estado está absolutamente preparado para hacer cumplir la ley cuando alguien la viole.”

Y para reforzar esta idea, el Rey Felipe VI, en su condición de Capitán General de los Ejércitos, recordó en Bilbao que “lo que nos une es España” y recordó la necesidad del “respeto a la Ley”.

Todo en nombre de la “democracia” y de la “ley”, como hiciera Lerroux. Da igual lo que piensen o quieran los catalanes, ellos no van a decidir y quien ose desafiar al Estado ya sabe lo que le aguarda. Y para que no queden dudas en estos días vuelve a la carga planteando con nocturnidad y alevosía la reforma del Tribunal Constitucional, si es necesario, apelando una vez a que tiene mayoría absoluta. Esta reforma, como lo reconoce hasta el PSOE, no tiene otro objetivo que tener más contundencia a la hora de “sancionar o suspender de sus funciones a los responsables públicos que incumplan la ley”. Con este proyecto de reforma del TC, Rajoy además de volver a recordarnos que “no va haber independencia en Cataluña”, nos demuestra que esta justicia está hecha para cumplir la ley que a los de arriba beneficia y por otro lado no nos quepa la menor duda que en lo inmediato esta reforma es contra MAS y el proceso soberanista catalán, pero cuando haga falta lo utilizarán para cualquier otro gobierno “díscolo” u organización social, política o sindical que se atreva a enfrentar la “legalidad”.

Lo de Rajoy, historia en mano y “ley” en mano, solo tiene un significado: chantaje y amenaza. Esa es su “democracia”, la misma que recortó el Estatut y prohibió la consulta del 9N. La que amenaza con recursos jurídicos y ahogo financiero, con la ley de defensa nacional a punto de aprobarse, con la aplicación del artículo 155 de la Constitución o la declaración del estado de sitio y esta nueva reforma del TC.

 

Cataluña tiene el derecho a decidir libremente su destino

Cataluña tiene derecho a decidir su futuro, en forma unilateral y respetando la democracia de verdad: la voluntad del pueblo soberano. Si Cataluña quiere o no permanecer en España es decisión de los catalanes y catalanas y solo de ellos. Eso y no otra cosa es el derecho de autodeterminación de los pueblos.

Las organizaciones obreras, los sindicatos, los partidos de la izquierda, las organizaciones democráticas del Estado español no podemos mantener ambigüedad alguna en este asunto decisivo. No vale excusarse en las diferencias (que son todas) con Artur Mas, ni en la falta de credibilidad de su proyecto de independencia. Esas cuentas las tienen que arreglar con él los trabajadores y el pueblo de Cataluña y nadie más. Desde fuera de Cataluña nuestra obligación y la de todos los trabajadores/as es dejar claro al Estado, al Rey y a Rajoy que no cuenten con nosotros para avalar, por activa o por pasiva, sus veleidades imperiales.

Rajoy y los partidos españoles que, sean del signo que sean, cierran filas con el gobierno en la represión del Estado contra cualquier decisión soberanista catalana, no solo se enfrentarán a los catalanes sino que se verán obligados a dar la batalla en todo el territorio estatal contra todos aquellos que pensamos que defender la “democracia y el derecho” es defender el legítimo derecho de los pueblos a decidir

 

¿Y los trabajadores del resto del estado tenemos algo que ver o ganar en todo este lio?

¿En qué me toca personalmente todo este fregado? ¿Si Cataluña se separa, no nos estaremos dividendo aún más? Estas y muchas otras preguntas que nos hacemos alrededor del problema catalán es muy importante que comencemos a darle una respuesta de clase. En primer lugar tenemos que ser conscientes que este conflicto existe porque hay opresión porque hay un pueble al que no se le deja el derecho a construir su propio estado. A esta realidad objetiva, no podemos ocultarla o hacer como el avestruz. Por eso en verdad lo que nos tenemos que preguntar es cuales son los motivos por los que tenemos que tomar la lucha por el derecho de autodeterminación como una tarea de todos los trabajadores y pueblo del Estado español. Desde CR decimos que tenemos que tomar esta pelea porque si Cataluña pierde, se profundizará aún más la división y será un fortalecimiento del régimen que luego nos lo “recordará” cada vez que tengamos que salir a pelear, ya sea por un derecho democrático, por aumento de salarios, contra la reforma laboral o contra  un desahucio. Por el contrario si gana el pueblo catalán, significará un palo muy gordo a este régimen y  estaremos sentando las bases para poder romper con la división y el aislamiento  y comenzar a construir una verdadera unidad de clase en base a la solidaridad y el muto acuerdo. Para que Cataluña pueda ejercer su soberanía la única posibilidad es acabar con este régimen y sus instituciones y esto lo conseguiremos solamente si los trabajadores y pueblos del conjunto del estado la tomamos en nuestras manos, luchando unidos por el derecho de autodeterminación y contra el régimen que nos oprime a un lado y otro de la frontera,sin confiarnos en los canto de sirena de los Artur MAS y compañía, que más rápido que temprano terminarán negociando con Rajoy o el gobierno central de turno.