Tras diez meses de “imparable” asedio del Estado Islámico (EI) y, concomitantemente, de heroica resistencia popular en la región de Rojava (Kurdistán sirio), es posible advertir un cambio en la dinámica militar.

El impacto de las victorias contra el EI en Kobane y, más recientemente, en el paso fronterizo de Tel Abiad, parece haber modificado el tablero: las milicias kurdas y árabes han pasado a la ofensiva; las huestes del “califato”, sucesivamente repelidas, retroceden.

El triunfo en Tel Abiad, un punto importante en la frontera sirio-turca, significó la posibilidad “unir” a dos de los tres “cantones”  kurdos de Siria (Kobane y Yazira), que a su vez pueden conectarse con el territorio kurdo de Irak. Esto es fundamental para garantizar una línea estable de suministros.

El impacto de la sucesión de victorias militares fue tal, que las milicias kurdas, aliadas a unidades del Ejército Libre de Siria (ELS) y a otras brigadas árabes como Liwa al Tahrir y Burka al Firat –que anteriormente también se encuadraban en el ELS–, iniciaron una ofensiva hacia Raqa, la capital de autoproclamado “califato”, en el noroeste de Siria[1]. El 23 de junio, la prensa internacional noticiaba que las columnas kurdo-árabes se encontraban a aproximadamente 50 kilómetros del principal bastión del EI[2].

Segunda batalla en Kobane

En medio de esta cadena de derrotas, el EI intentó retomar Kobane el pasado 25 de junio. Durante la madrugada, decenas de milicianos yihadistas se infiltraron en esa ciudad camuflados con uniformes y portando banderas de las Unidades de Protección Popular (YPG, milicias kurdas de Siria) y del ELS. Los kurdos denunciaron en su momento que los invasores habían ingresado desde Turquía. Una vez en la ciudad, detonaron dos coches bombas y se parapetaron en tres puntos diferentes al norte de la localidad, donde comenzaron a disparar a mansalva contra civiles y milicianos kurdos. La intención del EI era, además de retomar Kobane, forzar a las YPG a desviar fuerzas de la ofensiva que estaba en marcha hacia Raqa.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informó que, rápidamente, las milicias YPG se posicionaron y comenzaron a combatir al EI. Durante dos días se combatió intensamente. La batalla solo terminó cuando las milicias kurdo-árabes decidieron detonar el último edificio donde los combatientes del EI estaban apostados. Las bajas militares: 15 kurdos y 54 yihadistas abatidos.

Una nueva victoria, aunque a un precio alto: durante su incursión, las huestes del “califato” asesinaron a más de 200 personas. El OSDH calificó este hecho como “una de las peores matanzas” del EI en Siria. Del total de víctimas, al menos “120 civiles [fueron] ejecutados en sus casas”. Otras 300 personas resultaron heridas.

Pero el ataque del Estado Islámico al bastión kurdo expresa más debilidad que fortaleza. Intentó revertir una dinámica negativa y fue rechazado nuevamente por las y los valientes combatientes de Kobane.

La segunda victoria kurdo-árabe en Kobane, además de ser motivo de orgullo y salutación, sirve para reafirmar el camino a seguir, que pasa necesariamente por la unificación político-militar de las milicias árabes, kurdas y de todas las nacionalidades para combatir al terrible trípode de la contrarrevolución: el dictador Al Assad, el EI, y el imperialismo.

La unidad de árabes, kurdos y de todo el pueblo trabajador daría un impulso tremendo a la revolución siria y regional. Solo así será posible liberarse del yugo de las dictaduras de Al Assad y del “califato”. Solo así el pueblo kurdo podrá avanzar hacia la conquista de su autodeterminación nacional.

[1]Tel Abiad representaba una vía importante para la logística del EI en Raqa. Entre las consecuencias, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos señala que en Raqa se produjo un “dramático incremento” del precio del pan y otros alimentos, debido a la mayor dificultad para acceder a provisiones.

[2] http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/23/actualidad/1435054076_530290.html