Los parlamentarios logrados por Aurora Dorada en Grecia, el primer movimiento fascista con algún peso de masas tras la segunda guerra mundial, reaviva entre los activistas el debate sobre el fascismo. En esta discusión hay dos peligros: el primero es caracterizar de fascismo a toda manifestación de carácter represivo o dictatorial. 

El peligro de signo opuesto es subestimar el fascismo. No obstante, al generalizar la definición de “fascista” a toda la ultraderecha, no se aplican las lecciones históricas sobre cómo los trabajadores y las masas deberían combatir al verdadero fascismo.

La naturaleza de clase del fascismo

“El fascismo es la forma más salvaje y abominable del imperialismo”, así es como el revolucionario ruso León Trotsky definía a este régimen político que por vez primera en la historia utilizó el genocidio a escala industrial, persiguió e ilegalizó a todas las organizaciones obreras, asesinó a miles de militantes obreros y de la juventud, y encarceló y envió a millones de personas a campos de trabajo forzado.

Un aspecto crucial del régimen nazi fue la utilización del trabajo esclavo de trabajadores de toda Europa en las fábricas alemanas. Como señalara Nahuel Moreno, la combinación entre la técnica más moderna de la época y el trabajo esclavo, método de explotación de las sociedades precapitalistas, señalaba el futuro que hubiera esperado a la clase obrera si Hitler hubiera triunfado.

Bajo el régimen nazi el beneficio de las fábricas de cañones Krupp y Mannesmann se triplicó y se multiplicó por 6 el de Phillipp Hollzmann, en tanto el salario/hora del obrero cualificado pasó de 95,5 pfennings en 1928 a 70,5 en 1933, manteniéndose muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis hasta el final de la guerra. Así mismo, la parte de la renta nacional alemana correspondiente al capital pasó del 17,4% en 1932 al 26,6% en 1938. Ante tales cifras, la discusión sobre la naturaleza de clase del Estado fascista es innecesaria.

Con el objetivo de proteger la propiedad privada, la contrarrevolución burguesa utilizó distintos regímenes dictatoriales y represivos a lo largo del siglo XX, como las dictaduras militares en Latinoamérica o el golpe militar de Suharto en Indonesia. Estos regímenes represivos se basaron en una institución del Estado burgués: las fuerzas armadas.

Pero la singularidad de los regímenes fascistas es que antes de llegar al poder fueron “un movimiento espontáneo de grandes masas (…) de origen plebeyo y dirigi­do y financiado por las grandes corporaciones capitalistas. Se formó en la pequeña burguesía, en el lumpen-proletariado y hasta cierto punto también en las masas proletarias; [los] dirigentes emplean una buena cantidad de demagogia socia­lista, la cual es necesaria para la formación de un movimiento de masas…. Su base genuina es la pequeña bur­guesía” (Leon Trotsky: “¿Qué es el fascismo”?).

El fascismo utilizó métodos de guerra civil contra las organizaciones de la clase obrera a través de sus bandas armadas, que tenían un amplio apoyo en las capas medias y que estaban compuestas de elementos extraídos de la pequeña burguesía y del lumpen, constituyendo la base del régimen y del control social. Ello lo diferencia de los otros regímenes, igualmente represivos, pero que se basaron en una institución del Estado. Este hecho convierte el fascismo en un régimen de terror con un arraigo en un sector social, distinto a la mayoría de las dictaduras.

La conformación de estos movimientos es el subproducto de una tensión hasta el límite entre las clases sociales. En 1923, una libra de pan en Alemania costaba 3.000 millones de marcos, una libra de carne, 36.000 millones, y un vaso de cerveza, 4.000 millones. El crecimiento del fascismo fue proporcional al aumento de la desesperación de esos sectores sociales y a la debilidad o la traición de la izquierda a la hora de ofrecer una alternativa revolucionaria ante la barbarie social. “El fascismo, en tanto que movimiento de masas, es el partido de la desesperanza contrarrevolucionaria” afirmaba Trotsky.

Para atraer a las masas los fascistas tomaron los problemas más sentidos por la mayoría de la población: atacaron las ganancias de los bancos, denunciaron el paro masivo…, para una vez en el poder eliminar toda referencia a las clases sociales y reafirmar la supremacía de la nación y de la raza. Mussolini decía que llevaría a Italia a los “gloriosos tiempos” del Imperio Romano y, ante la decadencia del capitalismo español, la Falange prometía la vuelta a los tiempos del imperio colonial. En Alemania “la nación de Hitler es una sombra mitológica de la pequeña burguesía misma, un delirio patético de un Reich milenario… la historia se contempla como la emanación de la raza… el nacionalsocialismo desciende un escalón más abajo: del materialismo económico recurre al materialismo zoológico” (Leon Trotsky).

¿Cómo combatir al fascismo?

La política que propuso Trotsky para combatir al fascismo tenía como eje la batalla para que el movimiento obrero ganase para su campo a la pequeña burguesía o a sectores importantes de ella ya que, incapaces de ser el sujeto de una salida política propia, las capas medias oscilan entre la clase obrera y la burguesía. Como, por otra parte, ninguno de los dos principales partidos con peso entre la clase obrera –la socialdemocracia y el partido comunista– constituían por separado una alternativa capaz de detener el avance del fascismo, hacía falta construir el Frente Único obrero, es decir, la unidad para lograr la movilización por las reivindicaciones obreras y la autodefensa contra las bandas armadas para derrotar al movimiento fascista. Sin embargo, el partido comunista alemán afirmaba que la socialdemocracia y el fascismo eran iguales y se negó a llamar a la unidad, abriendo las puertas a la victoria de Hitler.

En Grecia la profundización de la crisis social y la pérdida total de la soberanía política del país, por una parte, y la negativa de Siryza a proponer una salida revolucionaria e internacionalista a la crisis que pase por la ruptura con la UE y el no pago de la deuda, por otra, están dejando el campo abierto al planteamiento nacionalista y xenófobo de Aurora Dorada, que defiende abiertamente la ruptura con la UE y una salida nacionalista. Su feroz denuncia de la dominación alemana junto a su hipocresía ante la burguesía griega, son la expresión de su objetivo: ser una alternativa para imponer las reformas exigidas por la patronal griega aplastando al movimiento de masas.

El combate político a estos movimientos debe venir de la mano de una alternativa política que afirme la lucha por el poder y la expropiación del capital financiero y la ruptura con ese instrumento de los imperialismos europeos llamado Unión Europea, y que plantee una salida de los trabajadores, su unidad internacional y la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa, superando la catástrofe de la política del socialismo en solo país que caracterizó a la burocracia estalinista.

Obras recomendadas:

  • Trotsky, Leon: La lucha contra el fascismo.
  • Moreno, Nahuel: Las revoluciones del siglo XX.
  • Mandel, Ernest: El fascismo.