En las próximas elecciones del 6 de diciembre el chavismo puede perder la mayoría simple en el Congreso. Más allá del resultado, estas serán unas elecciones marcadas por una profunda crisis económica, política y social. Por Víctor Quiroga

La escasez de productos de la cesta alimentaria llegó en este año a 80%, y ahora continúa entre un 30 y un 50%. La inflación real, no publicada por los organismos oficiales, está descontrolada. Según diferentes organismos internacionales y privados nacionales, Venezuela tiene la inflación más alta del mundo: cerca de 200% anual (Bank of América, Barclays, FMI, CENDAS).

Aunque ahora la escasez pueda bajar coyunturalmente, producto de las nerviosas importaciones de último memento para llegar a diciembre con algo en los anaqueles, estas importaciones (fundamentalmente de alimentos y algunos insumos para carros e industrias) no hacen otra cosa que aumentar el endeudamiento del país, que ha llegado a niveles siderales. Incluso con la “aparición” de algunos productos, estos no escapan a la altísima inflación y no resolverán el problema de la escasez.
Colas humillantes y tensión social

La escasez es uno de los graves problemas que soportan los trabajadores y los sectores populares. Para abastecerse de algunos productos, cuando “aparecen”, se deben hacer colas de hasta 6 horas, bajo un sol inclemente, temperaturas de más de 30º grados y lluvias que son habituales en esta época del año.

La escasez ha sido una constante en gran parte de la historia del país. La falta o la insuficiencia de la producción nacional de los alimentos básicos (harina precocida, azúcar, arroz, café, frijoles, aceite, leche en polvo, etc.), obligan a importarlos. Pero la crisis y falta de dólares han reducido drásticamente esas importaciones. El gobierno, a través de diferentes mecanismos destina dólares a 6,30 bolívares para alimentos y medicinas, a 13, 30 y 200 bolívares otros productos. El dólar “negro” ronda los 780 bolívares.

De los 139 millones de dólares diarios que se destinaban a la importación en 2014, hoy menos de 50 [millones] son destinados a los productos prioritarios. Esta cantidad resulta, a todas luces, insuficiente. De ahí, el sufrimiento popular y la humillación de las colas. En este marco, hubo varios intentos de saqueos en zonas populares, con muertos y heridos.
La deuda de todos los venezolanos
Otro de los graves problemas es el crecimiento de la deuda externa e interna. La caída del precio del petróleo ha agravado la situación de endeudamiento. Pero el crecimiento de la deuda viene de antes. En muchos casos, tiene que ver con las maniobras con los dólares para importación y subsidios, que obligaron a un endeudamiento externo (se crearon empresas fantasmas para recibir dólares baratos para importar, que luego terminaban en el mercado negro, y se fugaban del país hacia paraísos fiscales).

Según el Banco Central de Venezuela (BCV), la deuda del sector público llega a los US$249.523 millones, al cierre de 2014. Unos US$ 121.688 millones son endeudamiento del gobierno central (letras del tesoro, bonos de deuda interna y externa y préstamos de origen multilateral); 46.153 millones son de la deuda financiera de PDVSA, 19.564 millones son del financiamientos del Fondo Chino; 11.359 millones son deudas no pagadas por expropiaciones y nacionalizaciones; y 23.443 millones son deuda de Cadivi-Cencoex (divisas para importaciones, dividendos, renta y servicios que fueron aprobadas pero no liquidadas).

Las Reservas Internacionales del país siguen en franco descenso y se ubican alrededor de los 16.500 millones de dólares. Entre este último trimestre y el primero de 2016 (los próximos 6 meses), Venezuela deberá pagar más de 7.000 millones de dólares. Y los pagos de deuda no son menores en los próximos dos años: se estiman en más de 20.000 millones de dólares.

Las perspectivas económicas para este año no son buenas: el PIB no solo no crecerá sino que puede llegar a decrecer entre 5 y 7%. Esta es una tendencia que empezó en 2013, cuando el petróleo estaba a 100 dólares. Entonces hubo una caída de 4% y casi todos los analistas auguran un panorama negro, para fin de este año y el próximo.
Comemos menos carne vacuna
A pesar de la falta de cifras oficiales en lo que va del año 2015, algunos datos extraoficiales se han conocido. Por ejemplo: según el presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (FEDENAGA), Carlos Albornoz, el consumo de carne por habitante ha descendido de 24 kilos en 2012 a 13 kilos actuales. FEDENAGA lo atribuye a diferentes problemas, como la sequía y la falta de inversión. Pero el precio del kilo de carne vacuna puede llegar cerca de los 1.200 bolívares: en realidad, la “sequía” está en el bolsillo del pueblo.
La cesta básica por las nubes, aumenta la pobreza
Esto es coherente con los números sobre el costo de vida: según CENDAS, el costo de vida se incrementó en un 220% en los 12 meses que van de agosto de 2014 a agosto de 2015. Hoy, la cesta básica (alimentos, indumentaria y servicios) se sitúa en los 78.611 bolívares para una familia de 5 miembros. También hay que tener en cuenta que el salario básico decretado por el gobierno, desde mayo de este año es de 9.687,5 bolívares. ¿Cómo sobrevivir? Un dato importante lo dan los analistas bancarios: la utilización de la tarjeta de crédito ha aumentado en 172% para compras en supermercados y abastos. Y 261% en clínicas y farmacias, comparado con igual periodo de 2014.

Todos los analistas calculan que la pobreza, que se había reducido en los últimos años, ha vuelto a los niveles de 1998 (cerca de 40%). La violencia institucional y los asesinatos están en récords históricos.
¿Guerra económica?
Ante esta profunda crisis económica, el gobierno ha utilizado como explicación que esta es producto de una “guerra económica” que estaría llevando adelante “la burguesía fascista y el imperialismo”. Es indudable el papel de la burguesía que se sintió desplazada del poder cuando llegó el chavismo con sus planteamientos que tendían a favorecer al sector burgués agrario y productor nacional. Esa burguesía, principalmente la exportadora y financiera, ha protagonizado lockout, golpes de estado, paros, sabotajes, y promovido guarimbas. Nada de extraño tiene que quieran contribuir al caos económico con su granito de escasez y acaparamiento.

Sin embargo, el Gobierno quiere hacernos ver que son precisamente estas acciones las responsables del caos económico. Pero ya un sector importante de la población descree de estos argumentos y hacen responsable al gobierno de la profunda crisis. Es por eso que ya Nicolás Maduro no utiliza tanto esas excusas para justificar la situación.

Seguramente, la “guerra económica” pasará como denuncia mediática, como otras. Y esta parálisis aumenta el descontento y ruptura.
Crisis política y parálisis del PSUV
Esta situación ha profundizado una crisis política que se manifiesta en la creciente ruptura de amplios sectores con el gobierno. Según las últimas encuestas (Datanalisis y Venebarómetro entre otras.), la popularidad de Nicolás Maduro ha caído de 54,2% en 2013 a 20%, y una gran mayoría (más de 65%) opina que el presidente es incapaz de resolver esta crisis

En apariencia, las elecciones legislativas del 6 de diciembre mostrarán algún grado de unidad del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el apoyo del Gran Polo Patriótico: un agrupamiento de partidos y grupos que apoyan “el proceso” y al gobierno con algunas críticas a los candidatos del gobierno (por ejemplo, el Partido Comunista de Venezuela). Pero no se puede ocultar la desmoralización y la parálisis de la militancia chavista, que no puede defender algo que es indefendible. El gobierno de Nicolás Maduro está inmovilizado y ha sido incapaz de resolver ninguno de los graves problemas por los que atraviesa el país y, fundamentalmente, los trabajadores y el pueblo.

Algunas corrientes salieron del PSUV (como Marea Socialista), plantearon duras críticas al gobierno, hicieron denuncias de corrupción y de fuga de capitales, etc. A pesar de eso, por el momento, la gran mayoría de sus militantes y dirigentes se mantienen “dentro del proceso revolucionario para rescatar el legado de Chávez” y continúan apoyando a Maduro. La crisis aquí se expresa en que algunos de sus militantes utilizan las listas de otras corrientes no chavistas (por fuera del PSUV y del Gran Polo Patriótico) para postularse como candidatos a la Asamblea Nacional.

Esta crisis del PSUV, y del chavismo en general, no es coyuntural. Es una crisis que, en medio de este desastre económico, lleva al gobierno a enfrentar cada vez más a su base de apoyo: los sectores populares y los trabajadores. Las peleas y rupturas que se vayan produciendo en el futuro, sobre todo después de las elecciones, tienen su origen en el agotamiento del proyecto nacionalista burgués de Hugo Chávez y no tiene vuelta atrás.
La oposición burguesa en la MUD

Las peleas medio ocultas entre Voluntad Popular, de Leopoldo López, preso en Ramo Verde, y Primero Justicia, de Henrique Capriles Radonsky (y de estos con lo que queda de COPEI y Acción Democrática) no muestran a una oposición burguesa totalmente unificada. A la hora de las candidaturas, no todos quedaron conformes. Fue también sintomático la ausencia de Capriles en la concentración el día de la sentencia a Leopoldo López.

De todas formas, las encuestas, por el momento, le dan un amplio margen para ganar las elecciones legislativas. Según estas, la MUD (Mesa de Unidad Democrática) obtendría el 50% de los votos. Pero dependerá de cada lugar, de la “maquinaria” que despliegue cada uno y del “prestigio” del candidato.

En realidad, el espacio que ha ganado la MUD se explica más por la incapacidad del gobierno que por alguna propuesta “novedosa” por parte de este sector burgués. Los candidatos de la MUD se ofrecen como “los salvadores de la Patria” aunque no tienen ningún planteo ni siquiera “populista” para atrapar la simpatía de los trabajadores. Capriles ha planteado como gran consigna un “aumento del 50% de los salarios”, cuando la inflación está llegando a 200% y el gobierno concedió 30%.
Las coincidencias entre la MUD y el PSUV
El gobierno ya anunció que “en el momento adecuado” (léase después de las elecciones) va a venir el aumento de la gasolina. En Nueva York, el Ministro de Economía se comprometió ante la banca extranjera y los fondos de inversión que vamos hacia la unificación cambiaria (lo que significa una nueva devaluación). También tiene como proyecto el aumento de algunos impuestos y servicios. Los tan mentados “precios justos” han dejado en evidencia que es una política que favorece a los empresarios al fijar precios según sus costos y productividad: ha significado una liberación de precios encubierta. Ahora ha tomado una serie de medidas para aparentar una salida de la parálisis, pero que no agrega nada nuevo: son aspirinas para un cáncer.

La oposición no ha planteado ninguna alternativa diferente. Por el contrario nos aclara que “los ajustes serán inevitables”, sin entrar en detalles. Por eso, su eje de campaña no sale de las cuestiones “democráticas” y que el 6 de diciembre “va a cambiar todo” si votamos a sus candidatos.

En definitiva, más allá de la campaña electoral, los diputados de la MUD y los del gobierno, aunque se peleen, terminarán aprobando toda una serie de medidas que, más allá de los matices, no harán más que profundizar el ajuste que ya empezó. Coincidirán en el fondo: harán todo lo posible para que la crisis la paguemos los trabajadores.
Organización débil y luchas dispersas
El ajuste ya empezó y los trabajadores son sus víctimas: se han producido despidos y suspensiones en muchas empresas y en el sector de trabajadores del Estado. A pesar de que están prohibidas las tercerizaciones, gran cantidad de trabajadores ven violados sus derechos sin ser pasados a la nómina (como establece la ley); ahora no se renuevan sus contratos y quedan en la calle.

Por otra parte FEDECAMARAS ha presentado su “pliego” al gobierno: terminar con la estabilidad laboral (entre otros planteos como el ajuste cambiario y la liberación de precios). En las Inspectorías del Trabajo hacen como que no ven los atropellos por parte de los patronos privados o el Estado.

Los trabajadores vienen resistiendo los ataques en forma muy dispersa y con mucha debilidad. La mayoría de las direcciones sindicales oficialistas contribuyen con la desorganización y confusión, impidiendo la lucha, con la excusa de “no hacerle el juego a la derecha”. Es el caso de Wils Rangel, dirigente de la Federación de Petroleros y de la Central Bolivariana de Trabajadores Socialistas. Rangel acaba de presentar un proyecto de contrato (como parte de un sector de la Directiva petrolera) con un aumento salarial a dos años de 118% (que no alcanza para nada), con la excusa de la “situación crítica del país” y “la baja del precio del petróleo” y mantiene desmovilizados a los trabajadores. Otro tanto sucede con los dirigentes nacionales de los trabajadores de las Universidades que firmaron un contrato colectivo de miseria y pérdida de conquistas.

Los dirigentes sindicales que responden a la MUD tampoco ofrecen una alternativa de lucha. Ya 2014 demostró que los dirigentes de la Federación de Profesores Universitarios, orientados mayoritariamente por la MUD, no quisieron unificar la lucha salarial con otros sectores y trataron de impedir que el proceso de movilización escapara a su control burocrático. Ahora se renueva el conflicto en educación, con las mismas limitaciones.

Se han sucedido innumerables conflictos en todo el país. El 2014 terminó con un conflicto en Sidor, luego de varios meses de paros y movilizaciones que enfrentaron la represión, encabezados por una Directiva dividida y en crisis. En varios Estados hubo movilizaciones de los médicos y las enfermeras por falta de insumos y por aumento salarial.
Tenemos que construir una nueva alternativa de la clase trabajadora
Desde los sectores clasistas ha habido algunos intentos de reagrupar las fuerzas. En Valencia (Estado de Carabobo), reflejando un proceso de resistencia a los despidos, suspensiones y otros atropellos, hubo reuniones y un Encuentro Sindical (en marzo pasado) para intentar un inicio de superar la dispersión. En dicho encuentro se votaron algunas resoluciones correctas, pero que no llegaron a concretarse totalmente, por ejemplo el acto unitario el 1º de mayo.

También ha habido intentos en el Estado de Lara, contra despidos y suspensiones. Cada uno de esos procesos se ha desarrollado en su gran mayoría por fuera de los dirigentes oficialistas y por la presión de las bases.

Al mismo tiempo, van surgiendo algunos dirigentes nuevos en sindicatos que estaban totalmente burocratizados y pueden ser un punto de apoyo para el reagrupamiento de los luchadores: nuevos sindicatos en universidades, agrupamiento en petroleros, etc. Pero esto es todavía incipiente y débil.

Desde la UST, vemos con expectativas y hemos participado del proceso. Pero vemos que una de las debilidades de estos encuentros y reagrupamientos es que son acuerdos fundamentalmente de dirigentes, con poca participación y decisión de las bases. Por eso, cuesta concretar acciones comunes. Es necesario seguir insistiendo en la necesidad de reagrupar a sectores cada vez más amplios para empezar a construir una alternativa, tanto al oficialismo como a la oposición burguesa, con la participación de la base.

Esa alternativa debe ser independiente de los patrones y sus partidos, y democrática, con propuestas debatidas previamente entre los trabajadores. Con un programa que plantee, entre otros puntos, la defensa del empleo, el salario y las organizaciones sindicales; contra el ajuste; por un aumento salarial ajustable al costo de la cesta básica, la nacionalización del 100% del petróleo; la suspensión del pago de la deuda externa; contra la judicialización de las luchas: ¡basta de perseguir a los trabajadores! Y libertad plena para los procesados, por el reenganche de todos los despedidos; por la nacionalización de los bancos y el comercio exterior. Por el apoyo a todas las luchas y la movilización como el camino para llevar adelante este programa.

Artículo publicado en la revista Correo Internacional n.° 14, diciembre de 2015. Lea este y otros artículos sobre Venezuela en esta revista dedicada especialmente al tema.