¡En medio de la pandemia sigamos defendiendo nuestros derechos como trabajador@s y oprimid@s!

El COVID-19 nos vuelve más vulnerables

Llevamos dos meses de confinamiento y empezamos a darnos cuenta de las consecuencias de esta pandemia. Nosotr@s, las trabajadoras y estudiantes más precarias del colectivo LGTBI somos de las más afectad@s por el colapso de la sanidad pública, gratuita y de calidad.

En la sanidad pública, la falta de personal sanitario formado en educación sexual hace que tengamos que vivir experiencias desagradables en las que se nos insinúa cómo debemos vivir nuestra sexualidad o cómo debemos sentir el género.

Tenemos más dificultades para acceder al sistema sanitario, que todavía hoy no es inclusivo para el colectivo, sobre todo para las personas trans. Debido a que el gobierno no interviene las farmacéuticas hay un desabastecimiento de hormonas, vitales para seguir con los procesos de tránsito. En esta pandemia la industria capitalista sólo produce lo que le da dinero.

Teniendo en cuenta que somos de los colectivos más vulnerables a contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS) en momentos en los que la sanidad pública se satura, es más complicado para nosotr@s acceder a los test de VIH y otras pruebas de diagnóstico a las que antes del confinamiento teníamos acceso. Los empresarios y banqueros que pagan su seguro o una mutua y pueden acceder a la privada, viven con normalidad, mientras que para las oprimidas de clase trabajadora sólo nos queda la precariedad.

Abuso policial transfóbico en plena pandemia

Tod@s hemos visto el vídeo compartido por redes sociales en el que una compañera trans es acosada y violentada en Benidorm por un policía mientras otro le grababa, tapándose las caras mientras exponían su rostro. Días después uno de los agresores se encuentra en libertad bajo investigación por delito de odio. La compañera ha sido señalada, acosada y ha tenido que huir de la ciudad en la que vivía para que parara la violencia. Las personas trans seguimos teniendo más dificultades para vivir una vida digna y, sobre todo, para acceder al mundo laboral.

En Estado de Alarma hemos perdido la libertad de movimiento y tenemos a la policía patrullando las calles, multando a toda aquella que no vaya a comprar en las horas señaladas. Siendo el Estado Español el país que más multas ha sancionado, las LGTBI nos sentimos vulnerables al salir a la calle para comprar, nos pararán, nos identificarán y nos multarán quedándonos en una situación de vulnerabilidad por no poder llegar a final de mes. Recordamos una vez más que el colectivo trans convive con la alarmante cifra del 85% de desempleo. Algunas compañeras se ven obligadas a ejercer la prostitución para poder sobrevivir, no pudiendo cumplir el confinamiento y viéndose expuestas a posibles multas o a la violencia policial. En pleno COVID-19 no se garantiza la supervivencia de las personas trans, hoy más que nunca en situación de ERTES y despidos. Necesitamos medidas de urgencia para que las más oprimidas y explotadas podamos confinarnos de forma segura y con garantías de empleo y sueldo.

En un país donde la economía sumergida es todavía una realidad demasiado normalizada, ¿dónde están las ayudas para las que no tenemos cabida en el sistema?

#Quédateencasa… si tienes

A nivel mundial, el colectivo LGTBI es de los más afectados por el sinhogarismo, eufemismo para indicar que el sistema te ha echado hasta de tu propia casa. Víctimas de la incomprensión por parte de familiares, pero también de la precariedad laboral y dificultad para encontrar trabajo. Las cifras reflejan que, en EE.UU y Canadá, entre un 25 y 40% de la población sin hogar pertenece al colectivo LGTBI. Inglaterra lo estima en un 24%. En Francia varias organizaciones dedicadas a nuestro colectivo están registrando cada vez más personas sin hogar que acuden a ellos en busca de ayuda. El Estado Español, abanderado LGTBI-friendly de cara a Europa, ni siquiera tiene estudios específicos sobre el colectivo LGTBI entre los sin-techo, aunque se estima que la proporción llega a ¼ de las personas sin hogar. En cualquier caso, se trata de una sobre-representación del colectivo teniendo en cuenta algunos datos de encuestas como la que hizo Gallup Inc en EEUU, en la que el 4,5% de la población se reconoce como parte del colectivo.

La tolerancia del pinkwashing…

La industria cinematográfica y grandes empresas se lavan la cara para, según ellos, “cambiar» la mentalidad social y disminuir la LGTBIfobia: introducen cada vez más personajes homosexuales en las series y películas, cambian su logo por la bandera LGTBI, o hacen anuncios en los que se “rompen” algunos roles de género. Puede que muchos de los que lean este artículo piensen que esto es dar pasos adelante en la lucha contra la opresión. Sin embargo, nosotr@s tenemos claro que esto no es más que otra artimaña empresarial para obtener más beneficios bajo la etiqueta de la tolerancia.

Decimos esto porque estas mismas empresas son las que discriminan a las trabajadoras LGTBI. En vez de hacer anuncios o películas con nuestra identidad u orientación, que se nos garanticen vidas dignas. Que no se discriminen a las mujeres trans en la contratación, que nuestras identidades de género u orientaciones sexuales no sean factores que nos excluyan de forma casi inmediata de ciertos sectores laborales.

Las grandes empresas no tienen ningún interés en visibilizarnos para acabar con nuestra opresión, sino usarnos como método para aumentar su lucro. En series y películas actuales quizá están empezando a aparecer personas trans, lesbianas e incluso un gay racializado, aunque aún esperamos que se hable de asexualidad, o que se deje de mostrar el abuso y el acoso que sufrimos desde el colegio como una heroicidad. Esta visibilidad si no va acompañada de unas políticas y medidas concretas para acabar con la LGBTIfobia seguiremos expuestas a la violencia y a la discriminación. Seguiremos señalando a las empresas que nos condenan a la miseria, con o sin bandera en su escaparate. Dentro del colectivo tenemos que mantenernos firmes para luchar contra la invisibilidad y discriminación de nuestras camaradas: l@s oprimid@s no somos competidor@s, sino compañer@s. Vamos a seguir luchando por tod@s ell@s. Debemos construir un sindicalismo alternativo que combata contra la LGTBIfobia en todos los empleos.

frente un año de agresiones impunes

La impunidad de la justicia ante las agresiones provoca que estas se normalicen y aumenten. En el último año hemos vivido un incremento de la violencia en las calles, agresiones en Barcelona, Valencia, Benidorm, Madrid, Euskadi y en muchos otros lugares. Los acosadores tienen impunidad ante una ley que contempla de forma desigual el delito de odio por LGTBIfobia en cada comunidad autónoma. En estas condiciones nace el miedo a denunciar y más cuando los jueces no contemplan nuestros derechos. El sistema judicial reciclado del franquismo se conserva actualmente con letrados machistas, racistas y LGTBIfóbicos.

Y si en la calle hay impunidad, recordemos que hoy en día todavía tenemos compañer@s que por no seguir la norma sufren discriminación en su familia. En pleno confinamiento, l@s menores y jóvenes LGTBI tienen que convivir con sus maltratadores. Necesitamos recursos para combatir estas situaciones y la creación de centros de protección a personas maltratadas LGTBI.

No olvidamos la falta de legislación estatal en materia LGTBI. Como la ley propuesta una vez por Unidas-Podemos en el Congreso que sigue paralizada por la transfobia del feminismo institucional burgués del PSOE. Mientras tanto VOX sigue propagando su fobia por todas las comunidades autónomas y amenaza con eliminar todo rastro de derecho LGTBI conseguido en los últimos años. En Andalucía ya pretenden eliminar las subvenciones a asociaciones LGBTI, y no olvidamos su batalla por implantar el pin parental que es un gran obstáculo en el camino por combatir las opresiones en las aulas.

Es por esto que decimos alto y claro, que no habrá plena igualdad mientras dure el capitalismo. No es sólo nuestro Estado el que nos echa a la calle, es también el sistema económico que rige el mundo. En una economía del caos, la crisis causada por el COVID-19 se prevé histórica. Sabemos perfectamente quién ha pagado sus crisis anteriores. Querrán que la clase trabajadora pague sus platos rotos. Nosotr@s las LGTBI de clase lucharemos junto a las demás trabajadoras y sectores oprimidos para defendernos de los ataques del capital que están por llegar. Es nuestro deber tejer redes de solidaridad entre los colectivos más oprimidos. Debemos unificar todas las luchas junto a toda la clase trabajadora para cambiar este sistema que nos explota y discrimina.

Desde Corriente Roja exigimos:

-¡Basta de impunidad ante las agresiones LGTBIfóbicas! ¡Protocolos de actuación ya!

-¡Sanidad pública, gratuita, de calidad, inclusiva y adaptada a las necesidades del colectivo! ¡Ni un euro más a la privada!

-¡Recursos y medidas reales para una legislación que combata la discriminación, nada de leyes vacías de contenido!

– ¡Queremos Centros de protección para personas maltratadas LGBTI!

-¡Exigimos la depuración de jueces del Sistema judicial y de los cuerpos de represión del estado, herederos del régimen franquista! ¡No queremos más compañeras trans acosadas en las calles!

-¡No más gente sin casa! ¡Expropiación de viviendas de los bancos para crear un parque de viviendas públicas!