Querría empezar este artículo como bien escribe Aurora Pedrajas, activista y periodista granadina en su última publicación de Facebook:

“Hay una historia que resuena en lo más hondo de nuestras familias. En la mía en concreto, se guarda en los corazones y se empieza a recordar de generación en generación. Esa historia que nos toca la fibra.

La historia del 4 de diciembre de 1977.

Mi padre me cuenta cómo toda su familia salió a la calle por la autonomía andaluza. Es fácil entender la carga emocional cuando alguien cuenta las historias así. Tendría unos 13 años y desde su casa en la Carrera del Genil (Granada) colgaron una gran bandera que habían hecho antes con papel pinocho. Fueron unas 120.000 personas las que se echaron a la calle bajo la lluvia de la capital granadina. Pero es que nada lo impedía.

Andalucía quería su autonomía, incluso cuando todo parecía imposible. Las trabas de la constitución parecían inquebrantables. Pero tomamos la calle y Andalucía se levantó.

Se levantó y empezó a reírse de lo imposible. Empezó la historia que volvería a sorprender a todo el estado en el referéndum del 28 de Febrero de 1980.

Las calles eran banderas y gritos por una Andalucía libre.

Estábamos haciendo historia. Una historia que nunca hemos estudiado, la historia que se cuenta a escondidas en cada casa, en forma de confesión.

Vivimos en una tierra maravillosa. Una tierra alegre y fuerte. Allí donde las calles recuerdan. Vivimos con cicatrices.

Seguimos siendo la tierra explotada, los «catetos» o «ignorantes». Tenemos el paro más alto de toda Europa, mantenemos el caciquismo y los señoríos. Seguimos teniendo mucho por lo que luchar, pero esa lucha empezó hace 40 años.

El mismo día que la policía asesinó a un joven de 19 años a la vuelta de la manifestación en Málaga. Seguimos siendo muchos los jóvenes que salimos a la calle.

Jóvenes precarios que se ven en la tesitura de volver a dejar su tierra para encontrar trabajo. Porque aquí no hay sitio para ellos.

Hace 40 años del día en el que callamos la boca a muchos. Y aquí seguimos. Seguimos llorando a Caparrós, seguimos luchando por una Andalucía libre.

Todas las palabras que me salen están marcadas de orgullo. Algo que no tuve la suerte de vivir, pero algo que me hace estar orgullosa de mi tierra, mi gente y mi familia. Estoy orgullosa de ser andaluza, estoy orgullosa de las ocho provincias que me llevan acompañando estos 21 -ya casi 22- años. Estoy orgullosa de tener un pasado en Córdoba, de que Granada me viera nacer y Sevilla me diera un nuevo hogar. Jamás podré dejar de emocionarme al recordar cada verano en las costas de Málaga o los nuevos veranos de la provincia gaditana. No podré olvidar los viajes por la provincia de Jaén, la Almería que siempre estaba a un paso o la Huelva que parecía el otro lado del fin de mi mundo.

Jamás dejaré de escuchar su música, leer sus poemas o caminar sola por sus calles. Esta es mi Andalucía, la de los mil acentos. La de oriente y occidente.

Andalucía querida, feliz 4 de diciembre. Y así como dice nuestro himno: Sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad. Gracias por tanto tierra mía.

¡¡¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE!!!”

Andalucía, levántate por el pan, trabajo, techo, paz, tierra, dignidad, igualdad y libertades democráticas.

Levántate por los derechos que nos están arrebatando.

Levántate contra la explotación y la precariedad, contra los abusos de terratenientes, falsos socialistas y la patronal.

Contra caciques, burguesía, terratenientes, oligarcas, latifundistas, condes, marqueses y duquesas, por salir del feudalismo al que nos tienen atado. Contra ese gobierno andaluz y gobierno central que nos vende a empresas, multinacionales y la banca.

Contra el hambre, el paro, la miseria, los despidos y la pobreza. Hagamos frente a cualquier tipo de opresión, al machismo, al racismo, a la LGTBIfobia…

Como versa la canción Latinoamérica, quien no quiere a su patria no quiere a su madre, lo cual podría aplicarse como ‘’quien no quiere a su pueblo no quiere a su gente’’. En Andalucía sacamos las banderas verdiblancas a los balcones, contra los desahucios, los recortes, las privatizaciones y por la dignidad, no para el odio, la unión forzada y el ‘’a por ellos’’.

Andalucía quiere la unidad de todos los trabajadores y trabajadoras del Estado Español, la unión libre de todos los pueblos y romper el yugo al que tienen sometido al campo

andaluz. Somos una tierra de camareros, que podría tener rica industria y tierra fértil, pero aquí lo que prima es el sector servicios. Tierra de chiringuitos y de playas infectadas de injerencia capitalista europea.

Nuestros servicios básicos se están rompiendo y no sólo la educación. En Andalucía, tampoco tenemos una sanidad digna. La privatización de los hospitales está haciendo que trabajadores y trabajadoras de mantenimiento vayan a la calle y otros realicen trabajos que no les corresponde, además de una limitación en el acceso para la gran mayoría, y un deterioro de la calidad que se manifiesta en salas de espera llenas de camillas en el hospital Macarena de Sevilla por ejemplo.

Hemos visto el auge de las movilizaciones en la sanidad, hemos visto cómo la gente ha salido a la calle en la lucha por una sanidad digna. Pese a todo el trabajo que nos queda por hacer, hemos demostrado que sólo se consigue desde la lucha en la calle y en Granada conseguimos los dos hospitales completos.

Otro ejemplo de lucha son las jornaleras del campo andaluz, que demuestran constancia y fuerza en esta lucha que cumple casi cuatro años para enfrentarse a Agrícola Espino y Baena Franco. Sin un trabajo digno, sin estar aseguradas y acusados de estafadoras, siguen dando batalla para que su caso no vaya por lo penal y para que en Andalucía tengamos una reforma agraria digna.

Hace un año, la lluvia no fue impedimento para que llenáramos las calles de Sevilla.

El pueblo se mueve, da igual si llueve, ni las bombas ni las balas pueden con él.

Ayer, a un día de que se cumplieran 40 años del 4-D de 1977, en Málaga se congregaron 10000 personas de distintas organizaciones políticas, sindicatos y movimientos sociales, así como activistas independientes. Aún queda algo de voluntad popular de cambiar las cosas y construir otro tipo de Andalucía.

Más allá de las 10000 personas (manifestación central en Málaga), cifra que denota una de las movilizaciones del 4-D más multitudinarias de los últimos años, me quedo con la imagen de la participación de numerosa juventud y el ambiente de unidad.

Somos el sur del sur, y aquí estamos para defendernos.

Recuperemos la lucha en nuestra tierra, recuperemos la movilización en las calles como vía para la conquista de derechos sociales y protestar por los que nos quitan.

En toda nuestra historia, fue desde las calles y con la lucha de los trabajadores como se conquistaron los derechos del pueblo andaluz. Necesitamos retomar el espíritu unitario de las Marchas de la Dignidad recuperando sus reivindicaciones.

Finalmente, por supuesto que la soberanía de Andalucía no es posible sino rompemos con la UE y no dejamos de pagar la deuda, verdadera aspiradora de los presupuestos públicos al servicio la Banca y en detrimento de nuestros derechos y conquistas. Hoy, tenemos ocasión de avanzar apoyando a las jornaleras, que concentran el verdadero ejemplo de luchar por Andalucía.

Fuera de Andalucía las manos que corrompen nuestra tierra.

Caparrós, siempre en la memoria, en el verdadero Día de Andalucía. Por Blas Infante, Anita Carrillo, Diamantino García, Fermín Salvochea, Carlos Cano, María la Libertaria…También va por vosotros/as.

El mejor homenaje al joven malagueño es seguir luchando por una Andalucía libre y digna para la clase obrera, y así que el 4-D siga siendo un símbolo de lucha.

Felicidades, Andalucía. Hagamos que nos reconozcan.

Firmado, dos jóvenes de la Andalucía que no se resigna.

“Ha llegado la hora que el privilegio muera: no puede persistir la terrible impunidad que divide a los hombres en señores y esclavos” Blas Infante

¿Qué pasó el 4 de Diciembre?

En el año 1977, UCD ganaba las elecciones generales con Adolfo Suárez. La Constitución saldría al año siguiente y las autonomías se convertían en un dilema.  En la Segunda República las comunidades históricas (País Vasco, Galicia y Cataluña), aprobaron sus estatutos de autonomía. Gracias a esto, las tres comunidades autónomas consiguieron su autonomía por la vía rápida del artículo 151 de la Constitución Española. Se trataba de conseguir un mayor nivel de autogobierno.

Para el resto de las comunidades autónomas la vía era mucho más lenta, cinco años. Los requisitos para conseguir la autonomía parecían casi imposibles. El 4 de Diciembre de 1977 Andalucía se puso en marcha y comenzó a movilizarse para conseguir un referéndum que llegaría dos años más tarde (el 28 de febrero de 1980), donde por fin consiguió aumentar sus competencias de autogobierno.

Las manifestaciones que se dieron en todas las capitales de provincia andaluza y los pueblos vestidos de verde y blanco,  precedían un deseo común entre los andaluces: el estatuto de autonomía. Los requisitos para lograr el estatuto sin ser comunidad histórica parecían imposibles de alcanzar. Un ejemplo es el propio referéndum, se exigía no sólo una amplia mayoría, sino que en cada municipio el 50% de los censados votara “Sí”.  Es curioso cómo el partido del gobierno UCD, hacía propaganda a la abstención  y pese a ello Andalucía dijo un “Sí” rotundo en todas las provincias a excepción de Almería.