Celebramos este 8M en medio de la peor pandemia del siglo. Una pandemia que ha revelado la desgracia de este sistema capitalista que se apoya en la explotación, pero también en la violencia, la desigualdad y en distintas formas de opresión. La Covid ha agravado los problemas que las mujeres veníamos sufriendo tras la última crisis, de la que nunca hemos salido.

En el Estado español, la crisis sanitaria, económica y social de esta pandemia producida por la gestión por parte de los gobiernos, golpea con fuerza a la clase trabajadora y, especialmente, a las mujeres.

La pandemia ha agudizado el paro femenino y la brecha salarial. Los ERTEs han afectado duramente a la hostelería, el comercio y el turismo, donde abunda el empleo femenino. De cada cuatro nuev@s parad@s, tres somos mujeres y, con ello, aún seguimos firmamos el 90% de los contratos a tiempo parcial.

Peor aún si eres joven. El paro juvenil, a la cabeza de Europa, se ha disparado hasta el 40,1%, casi 10 puntos más que hace un año.

La brecha de género en pensiones, resultado de nuestra discriminación laboral, llega al 35%. Más de la mitad recibimos pensiones que no superan los 750 euros. Este gobierno es responsable de que se mantenga la discriminación de casi cinco millones de jubiladas: la reforma de Escrivá, al dictado de la UE, es un nuevo ataque a nuestras pensiones públicas, empeorando las nuestras.

Los decretos para lograr la igualdad retributiva y regular los planes de igualdad son insuficientes. Para acabar con la precariedad y discriminación laboral que sufrimos hoy, hay que pelear por la derogación de las reformas laborales y de las pensiones y contra los nuevos ataques que ya se anuncian.
La pandemia nos volvió más pobres
En Madrid, uno de cada tres hogares se empobreció en 2020. Un empobrecimiento que se repite en otros lugares y en el que las mujeres nos llevamos la peor parte. Las migrantes en situación irregular, han visto empeorar su situación catastróficamente. Empleadas de hogar en condiciones de semiesclavitud, en la economía sumergida u obligadas a prostituirse, se contagian mientras son excluidas de los sistemas de salud y de las miserables ayudas sociales. Este gobierno se niega a llevar a cabo el cierre de los CIES, a derogar la Ley de extranjería y a aplicar una regularización inmediata que llevamos meses reclamando. El Ingreso Mínimo Vital con sus tediosos y complicados trámites burocráticos deja fuera a muchas mujeres y no sirve para acabar con las colas del hambre. Exigimos un subsidio de desempleo indefinido digno para quienes carezcan de ingresos o tengan ingresos por debajo del SMI.
Y agudizó nuestra opresión
El cierre parcial o total de servicios públicos o aulas, necesario para enfrentar la pandemia, supone una sobrecarga de tareas domésticas y de cuidados de las que los gobiernos se desentienden. Somos nosotras quienes nos vemos obligadas a coger una reducción de jornada o excedencia por cuidados. No basta con el reparto de estas tareas entre hombres y mujeres. El teletrabajo a la medida de las empresas, ¡NO es conciliación, sino más precariedad!

Es preciso un aumento drástico del gasto social para garantizar servicios de calidad en la atención a personas mayores, menores o dependientes. Es la única forma de terminar con la esclavitud del trabajo gratuito de cuidados en el hogar.
Poner en el centro los cuidados ¿Qué significa para este gobierno?
Las mujeres somos el 76% del personal sanitario y la inmensa mayoría en residencias, limpieza de hospitales, empleadas de hogar, o trabajadoras del Servicio de Ayuda a domicilio. Son estos trabajos los que más incidencia de contagios presentan, según el último estudio de seroprevalencia. El gobierno ha reconocido la Covid como enfermedad profesional, pero sólo para el personal sanitario.

Este gobierno dice que «hay que poner en el centro los cuidados y abordar con perspectiva de género” las políticas que van a poner en marcha con los fondos europeos de reconstrucción. Para nosotras eso significa acabar con la precariedad de sanitarias que encadenan contratos durante años y garantizar equipamientos de protección suficientes contra el virus para todas las trabajadoras de servicios sociosanitarios y vacunas ¡Ya!

Significa acabar con la discriminación laboral de las cerca de 600.000 empleadas de hogar, de las que menos de 400.000 están dadas de alta en la Seguridad Social. ¡Que el gobierno empiece ratificando el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como hace meses se comprometió!

Se deben pasar a manos públicas la Sanidad, las residencias privadas y el Servicio de ayuda a domicilio, tal y como las trabajadoras llevan ¡años exigiendo!, así como todos los servicios públicos ahora externalizados. Esa es la manera de dignificar estos trabajos para que dejen de ser un negocio. Pero no es eso lo que están haciendo ni a lo que van a dedicar los miles de millones del fondo de reconstrucción europeo, que irán a parar a las manos de las grandes multinacionales del Ibex 35.
La violencia machista sigue sin ser prioridad
El confinamiento domiciliario de la primera ola dejó a quienes sufren violencia machista atrapadas con su agresor, en cuarentenas sin medidas sociales y con un empeoramiento continuo de las condiciones materiales, dificultando así su salida de la violencia machista o su enfrentamiento delante de cualquier agresión.

Muchas medidas como las necesarias para atender a víctimas de violencia sexual, ni siquiera existen en algunas CCAA. Necesitamos más alojamientos seguros contra la Covid y la violencia machista. Seguimos exigiendo la depuración de jueces y juezas machistas y franquistas y una educación sexual y en valores de igualdad como asignatura curricular, que la Ley Celaá no garantiza. Acabar con la prostitución, no es cerrar burdeles. Implica enfrentarse con el millonario negocio de los proxenetas y del sexo y ofrecer protección, ingresos, formación y salida laboral digna, a quienes la ejercen.

Las leyes aprobadas o que están previstas, como la Ley de libertad sexual para que «solo SÍ sea SÍ», no son un regalo de este gobierno, son fruto de la lucha y movilización de estos años. En medio de una crisis descomunal, nuestros derechos siguen siendo utilizados como arma arrojadiza con fines electoralistas, como la polémica Ley Trans, en la que no se ponen de acuerdo. Mientras, la tasa de desempleo de las mujeres trans es del 85% y las agresiones no paran de crecer. ¡Exigimos medidas sanitarias, económicas y sociales, reales y efectivas para combatir la pandemia, la violencia machista, la LGTBIfobia y la desigualdad!
¿Cómo continuar la lucha?
Para arrancar a los gobiernos las medidas que necesitamos hace falta organizarse desde abajo así como un plan de lucha sostenido en el tiempo en el que las mujeres podamos sumarnos como parte de la clase trabajadora. Esto implica combatir de forma cotidiana el machismo en las organizaciones obreras, estudiantiles y populares.

Corriente Roja secundamos las movilizaciones este 8M, tomando las medidas de precaución necesarias, y damos la batalla para que este sea un día de lucha de toda la clase, con las trabajadoras al frente.

No nos olvidamos en este día que la derecha y ultraderecha sigue criminalizando la lucha feminista, intentando acabar con las pocas conquistas que logramos en estos años. No tienen NINGUNA legitimidad para criticar la gestión de la pandemia de la que son corresponsables donde gobiernan. Son directamente responsables de la privatización de la Sanidad Pública y la atención social, que es una de las causas de la caótica situación sociosanitaria que estamos viviendo. ¡Llamamos a repudiar y desenmascarar en nuestros barrios y centros de trabajo o estudio su discurso racista y machista, populista y demagogo!

Esa es la tarea con la que las y los militantes de CR estamos comprometidas/os. La lucha de las mujeres es parte de la lucha de clases que recorre todos los continentes, para derrotar los gobiernos serviles a los amos del mundo, hasta acabar con el capitalismo. Si no te resignas al machismo y su violencia, ni al futuro miserable al que este sistema quiere condenarnos, ¡ven a construir una organización con un programa revolucionario y socialista, que levanta con orgullo las banderas por los derechos de las mujeres!

¡Viva el 8M!

¡Viva la lucha de la mujer trabajadora!