El voto por el derecho de decidir fue una gran victoria, con 66,4% (1.429.981 votos a 723.632) votando “Sí”, con alta participación. El quórum fue de 87% entre los jóvenes de 18 a 24 años. Solo un área rural, Donegal, votó por el “no”.

 

Esta es una derrota completa de la Iglesia católica, y es por eso que hasta ahora el Papa permaneció en silencio.

El referendo preguntaba a los electores si querían revocar la 8° enmienda de la Constitución del país aprobada en un referendo de 1983, que da al feto los mismos derechos de vida que los de la madre y 14 años de prisión para las mujeres condenadas.

Si el parlamento irlandés (el Dáil) transforma el resultado en ley, las mujeres tendrán el derecho de solicitar un aborto durante las primeras 12 semanas de embarazo o 24 semanas en situaciones especiales.

Muchas mujeres irlandesas se manifestaron contra la brutalidad de la ley del aborto durante la campaña del referendo. Mairéad Ní Riagáin afirmó: “Una mujer con un diagnóstico de anomalía fetal fatal será forzada a viajar [a otro país, ndt] para obtener los cuidados de que necesita; los médicos pueden llevar a una mujer al tribunal mientras ella está en trabajo de parto, sobre el método escogido por ella; una familia puede tener que ir al tribunal a solicitar que se desliguen los aparatos que mantienen la vida de la hija/esposa si ella estuviese embarazada; una mujer que quede embarazada debido a una violación, tendrá el trauma adicional de ser forzada a viajar al exterior [para hacerse un aborto, ndt]; y nuestras madres, hijas, hermanas y esposas que no puedan viajar continuarán poniendo en peligro sus vidas y arriesgando ser enviadas a prisión al buscar métodos inseguros, movidas por la desesperación. Ciertamente, nadie quiere continuar viviendo en un país tan inseguro y cruel”[1].

Esta es una victoria de los trabajadores, de los pobres, de aquellos con empleos precarios o desempleados, y de los inmigrantes. Ian Sewell, de 26 años, viajó de Inglaterra para votar por el SÍ. “Yo no creo que estemos votando si las personas pueden hacerse abortos; estamos votando si las mujeres pobres pueden tener abortos, porque los ricos ya viajan para Inglaterra”, dijo él[2].

Las razones de ese cambio dramático

Caroline Ryan, una de las primeras en votar, dijo al diario inglés Guardianque la “votación fue un recordatorio del debilitamiento de las garras de la Iglesia sobre el país, donde una serie de escándalos envolviendo abuso infantil y malos tratos de mujeres embarazadas, solteras y sus niños, minaron enormemente la autoridad del clero”.

La Iglesia católica hace mucho tiempo era usada por el imperialismo británico para mantener su control sobre Irlanda, pero después de la división del país en 1921, el nuevo Estado irlandés buscó fortalecer el poder católico. Éamon de Valera (jefe del gobierno de 1932 a 1948) proclamaba a Irlanda como una “nación católica”. Ese control fue claramente mostrado por Ken Loach en su filme Jimmy’s Hall.

Varias historias de abuso sexual de niños y niñas bajo cuidados de la Iglesia han aparecido repetidamente. Como las de conventos que sacaron los niños a jóvenes mujeres que dieron a luz fuera del casamiento, popularizadas por el romance El hijo perdido de Philomena Lee, de Martin Sixsmith, y el siguiente filme Philomena

“Después de dar a luz, las jóvenes solo podían salir del convento si ellas o sus familias pagasen 100 libras esterlinas a las monjas. Era una suma sustancial, y aquellas que no podían pagar –la gran mayoría– eran mantenidas en el convento por tres años, trabajando en cocina, hornos y lavanderías o haciendo rosarios y artefactos religiosos, mientras la Iglesia se quedaba con la ganancia de su trabajo”[3].

Ellos también se quedaban con la ganancia obtenida con la venta de bebés.

“Todavía más cruel que el trabajo forzado era el hecho de que las madres tenían que cuidar de sus hijos, desarrollando lazos maternales y afección que serían dilacerados al final de su sentencia de tres años”[4].

La Iglesia católica tenía ligazones indestructibles con el Estado: políticos, la policía y los tribunales. No es tan fuerte hoy, pero continúa teniendo una influencia importante en los sistemas legales, de educación y salud, y en el Parlamento irlandés. Entonces, es importante mantener la movilización para exigir que la victoria del referendo se transforme en ley.

Reino Unido bajo presión

Las mujeres y hombres irlandeses que votaron por el SÍ se juntaron a la lucha internacional de las mujeres por el derecho de decidir. Esa lucha por los derechos democráticos está profundizándose y poniendo en cuestión otros lugares en el Reino Unido.

El resultado no es un golpe solo para la reaccionaria Iglesia católica irlandesa sino también para el gobierno conservador de Gran Bretaña. La respuesta inmediata de la primer ministro Theresa May fue la oposición a los planes de permitir que el Parlamento vote un cambio en las leyes opresoras del aborto en Irlanda del Norte, porque ella dice que este no puede interferir en sus asuntos internos. Pero, en Escocia, la primer ministro está intentando quitar derechos nacionales de aquel país [el parlamento inglés tiene representaciones de los demás países del Reino Unido: Escocia, País de Gales e Irlanda del Norte, y puede votar algunas cuestiones relacionadas a ellos, ndt] “por causa” de la crisis del Brexit [salida de Gran Bretaña de la Comunidad Europea, ndt]. En realidad, el gobierno insiste con que la posición antiaborto de su aliado, el DUP (Partido Democrático Unionista, que defiende la mantención de Irlanda del Norte, ndt], no sea contestada, porque el gobierno conservador solo consigue permanecer en el poder con su apoyo parlamentario.

Irlanda del Norte tiene la pena más severa en Europa para las mujeres que abortan –prisión perpetua–. El aborto está prohibido incluso en casos de violación, incesto y comprometimiento fetal fatal. Hay crecientes demandas por el derecho de decidir en Irlanda del Norte, y la victoria del SÍ puede impulsar movilizaciones por este derecho.

Al mismo tiempo, debido al sentimiento cada vez más profundo por una Irlanda unida, el Sinn Féin –que hace mucho tiempo abandonó la lucha por una Irlanda unida– pide ahora un referendo conjunto de Irlanda e Irlanda del Norte sobre este derecho democrático histórico del pueblo irlandés, dividido artificialmente en 1921. Pero, pedir un referendo no es suficiente, es necesario organizar a la población del Norte y apelar a una lucha unida con la población del Sur contra el imperialismo del Reino Unido y su fantoche DUP.

Notas

[1] https://www.theguardian.com/world/2018/may/23/vote-to-end-ireland-cruelty-on-abortion

[2] https://www.theguardian.com/world/2018/may/25/ireland-abortion-referendum-polling-day-await-result

[3] https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2009/sep/19/catholic-church-sold-child.

[4] Ibídem.

Artículo original en inglés, traducido al portugués por Marcos Margarido.
Traducción del portugués: Natalia Estrada.