Hasta que no nos cayó encima como un jarro de agua fría, la sentencia de «La Manada»,muchas mujeres no éramos conscientes de que el problema no era tal o cual juez o la falta de formación en violencia machista de»sus señorías»-que también- sino las propias leyes y un sistema judicial que con su ráncia moral y sus estereotipos y prejuicios machistas, es heredero directa del régimen franquista.Un régimen en el que durante cuarenta años se nos impuso a sangre fuego la sumisión y desigualdad de las mujeres, igual que la represión a los derechos de las naciones oprimidas, que son también derechos democráticos.

La transición no supuso depuración alguna.Jueces, policía, guardia civil, militares y altos funcionarios franquistas,siguieron en sus puestos y con sus crímenes impunes. Tampoco la «ansiada» democracia significó la puesta en marcha de una Educación pública, laica, democrática e igualitaria.Una educación en la que ofrecer una verdadera educación sexual y en valores de igualdad donde la libertad sexual de todos y todas tenga como único pero infranqueable límite, el consentimiento de los otros.

Es cierto que no podemos meter toda la cultura,ni todos los medios de comunicación, ni toda la publicidad comercial ni incluso toda la llamada «industria del sexo»,dentro del mismo saco.Pero lo cierto es que millones de jóvenes crecieron y crecen aprendiendo que la mujer está al servicio del hombre y que es lícito obtener satisfacción sexual sometiendo, humillando o vejando a una mujer.

¿Cómo explicar si no que el vídeo de «La manada» se haya convertido en uno de los más buscados en algunas páginas web de porno?¿O que los tres acusados reciéntemente por drogar y violar en grupo a una mujer en el municipio murciano de Beniaján,hayan quedado en libertad 24 horas después de ser detenidos porque alegaron «que la mujer era una prostituta»?.¿Y si así fuese, qué tiene que ver?. ¡¡Verguenza!!

¡Hay que seguir en las calles!

Las agresiones sexuales van a continuar.Ya un estudio de criminalidad alertó de que el número da agresiones sexuales con penetración,aumentó un 28,4% durante el primer trimestre de 2018.Es una de las consecuencias de la degradación y la violencia social que se profundizan en este sistema económico en crisis, que se sustenta en la explotación y opresión para ganancia de unos pocos.

Por eso para nosotras no es suficiente con la inhabilitacion del juez que se atrevió a pedir la absolución de los cinco violadores en Pamplona y cuyas palabras son un insulto para todas las mujeres

.Tampoco la dimisión de la ministra de igualdad o el de justicia.Si Catalá se atrevió a criticar a dicho juez no fue por empatía o solidaridad con la joven agredida, sino por puro cálculo electoral de un gobierno cada vez másdeslegitimado, al que las encuestas auguran una derrota frente a Ciudadanos, el recambio de derecha por el que apuesta un nuevo sector de la burguesía.

Una dimisión que pidieron también la asociación de jueces y fiscales y el consejo del poder judicial,desde la defensa de un «corporativismo feroz»,al que ignominiosamente se sumó Podemos, los de la nueva política, defensores ahora de la ley y el orden y de la «casta judicial»

En la lucha por depurar el sistema judicial, acabar con las leyes machistas y poner en marcha medidas frente a las agresiones sexuales y para prevenir estas,las mujeres trabajadoras no podemos confiar en este Parlamento burgués. Menos aún en esa comisión de codificación, a la que se encomendó revisar los delitos sexuales en el código penal y que suspendió sus trabajos porque su composición no era paritaria.

Solo podemos hacerlo en nuestras propias fuerzas continuando la lucha y la movilización en la exigencia de un plan de medidas de urgencia que debe ser apoyado e impulsado por el conjunto de organizaciones obreras, populares y estudiantiles. Porque el machismo, la desigualdad y la violencia contra la mujer, es un problema que sufrimos nosotras pero que afecta al conjunto de la clase trabajadora ya que nos divide y nos debilita frente a la burguesía.