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¡Basta de criminalizar a la juventud!

Ya hace tiempo que venimos oyendo el mantra de que el modo de vida y la irresponsabilidad de l@s jóvenes han sido un factor clave para que se dieran nuevos rebrotes de la Covid-19. El propio Gobierno ha impulsado campañas específicas de concienciación dirigidas a la juventud con eslóganes como #EstoNoEsUnJuego1, como si l@s jóvenes no hubiésemos vivido también un confinamiento durísimo, como si no hubiésemos perdido el trabajo, el curso escolar o a nuestros familiares más queridos.

De hecho, las últimas medidas de restricción del Gobierno van dirigidas a limitar la movilidad y el contacto social, prohibiendo las fiestas nocturnas, así como el confinamiento perimetral de municipios por el alto riesgo que implica la vida social.

Pero ¿realmente es el ámbito social tan peligroso? Para dar una respuesta política a la cuestión que supere la simple opinión, el miedo y el enfado legítimo de cada cual, es imprescindible estudiar científicamente la situación. Para ello no queda otra que recurrir a los datos oficiales, aunque hay una famosa expresión que afirma que “la estadística es el arte de torturar los números hasta que confiesen lo que uno desea” y sobra comentar que el Estado Español tiene experiencia histórica en la técnica de la tortura.

Si tratamos de analizar el dónde y cuándo se dan los contagios nos topamos con el primer problema, y es que es muy complicado detectar en qué lugar preciso se ha dado un contagio, especialmente cuando el Gobierno central y los gobiernos autonómicos no han invertido lo necesario en medidas de detección y rastreo de contagios. Un ejemplo para entender la magnitud de este problema: tod@s tenemos en mente imágenes de trenes abarrotados en hora punta, bien, pues según los informes oficiales del Gobierno se han dado 0 casos de contagios en el transporte en las últimas semanas1.

Asumamos entonces que tenemos que coger “con pinzas” los datos oficiales. Según éstos, el 30% de los brotes se dan en el ámbito social (dato que prácticamente no ha variado desde antes de la aplicación del Estado de Alarma)2, especialmente en las reuniones familiares y de amig@s que, según los datos, son el mayor foco de rebrotes. El Gobierno, poniendo el foco en este 30%, ignora deliberadamente el hecho de que el 70% de los contagios NO se dan en este ámbito. La semana anterior a la declaración del Estado de Alarma, el 14% de los rebrotes se dieron en centros escolares, el 10% en centros sociosanitarios (como residencias de mayores) y el 12% en el ámbito laboral1. Poner toda la atención en el ámbito social es esconder que gran parte de los contagios se están dando en espacios donde el Gobierno y la patronal tienen la responsabilidad de garantizar las medidas de seguridad.

Entonces, ¿son l@s jóvenes especialmente responsables de esta nueva ola de rebrotes? Si bien el Gobierno central y los distintos gobiernos autonómicos insisten en la necesidad de la responsabilidad individual y en reducir nuestra vida social, puede parecer que l@s únic@s que tienen vida social son l@s jóvenes, l@s que prácticamente son acusad@s de ser los responsables de esta segunda ola.

No veremos al Gobierno poner el grito en el cielo por la cantidad de empresas en las que las medidas de seguridad brillan por su ausencia y sin embargo sí que es imprescindible restringir la movilidad nocturna para evitar los botellones. Una medida bastante inútil en ese sentido, pues los botellones y las fiestas ya estaban prohibidas anteriormente mientras que las aglomeraciones y el enorme grueso de movilidad se da en las horas de ida y vuelta al trabajo.

Está claro que se han celebrado fiestas clandestinas donde evidentemente hay jóvenes irresponsables, pero, ¿acaso no era tarea del Gobierno prevenir que eso podía pasar? Además, ¿qué legitimidad tienen para culpabilizar a la juventud trabajadora, uno de los sectores sociales que más está sufriendo y sufrirá la crisis económica, cuando los propios ministros se van de fiesta? El botellón más irresponsable y vergonzoso lo ha organizado el periódico “El Español”, con más de 150 asistentes entre los que se encontraba el ministro de Sanidad (PSOE), Salvador Illa, y la presidenta de la Comunidad de Madrid (PP), Isabel Díaz Ayuso. Otra aglomeración masiva ha sido protagonizada por 600 feligreses – y algunos cargos públicos como Albert Batlle (PSC), teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona – que han asistido a un acto religioso en la Sagrada Familia3. Dicho sea de paso, no son precisamente adolescentes.

A todo esto, hay que tener la cara de cemento armado para exigirle a l@s estudiantes que no se junten en grupos en su tiempo libre cuando en clase son más de treinta. Si realmente les preocupara que pudiéramos contagiar a nuestr@s abuel@s, hubieran invertido en los centros educativos. Por más que intenten desviar el foco, necesitamos revertir los recortes de la Educación Pública y que hagan una inyección económica extraordinaria para poder garantizar profesionales e infraestructura suficiente para reducir las ratios hasta los niveles recomendados por el sector sanitario.

El objetivo de la campaña de criminalización contra la juventud es muy claro: tienen la situación económica y sanitaria completamente descontrolada y necesitan culpabilizar a un sector concreto y demonizarlo, de manera que en la mentalidad colectiva la responsabilidad deje de estar sobre los Gobiernos y las empresas. Pretenden pintar a l@s jóvenes de verdugos, cuando en realidad somos víctimas de esta crisis sanitaria y económica y de la bancarrota del sistema. No es una estrategia nueva, ya lo hicieron con la crisis del 2008. Cuando la tasa de paro juvenil se disparó éramos unos “ninis” que no queríamos estudiar o trabajar, ahora somos un@s inconscientes alocad@s responsables de miles de muertes.

L@s trabajador@s, especialmente aquell@s que somos jóvenes, no podemos aceptar que se nos enfrente buscando culpas donde no las hay. Los verdaderos responsables, aquellos que están gestionando de forma espantosa esta situación, son los Gobiernos que deciden qué medidas tomar y cuándo tomarlas. Los verdaderos verdugos son aquella minoría que se lucra en plena pandemia, los que seguirán aumentando sus beneficios a medida que la crisis económica golpee cada vez más fuerte a la clase trabajadora. No se trata de encontrar irresponsables, que, seguro que los hay, sino de señalar aquellos que son responsables de la angustia generalizada, de las pérdidas de puestos de trabajo, de los contagios y de las muertes.

¡Basta de criminalizar a la juventud, los responsables son ellos!

1

https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/sanidad14/Paginas/2020/080920-medidas.aspx

2 Actualizaciones nº 235 y 245 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad.

3 https://catalunyadiari.com/actualitat/salut-expedienta-organitzadors-missa-600-assistents-sagrada-familia

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