El asesinato de George Floyd el pasado 25 de mayo en la ciudad de Minneapolis, ha provocado un levantamiento social por todo el país. Movilizaciones multitudinarias y pacíficas se han sucedido en decenas de ciudades para denunciar a una policía racista que ha protagonizado un reguero de crímenes contra la población afroamericana. La lucha masiva ha puesto al Gobierno reaccionario y totalitario de Trump contra las cuerdas.
Este nuevo episodio ha sido la gota que ha colmado el vaso. Un desempleo masivo combinado con la ausencia de servicios sociales básicos y de una sanidad pública que proteja la vida de la gente, contrasta con el comportamiento de una élite empresarial que amasa fortunas obscenas. La pandemia del COVID19 —que se ha cebado dramáticamente con la población negra, afroamericana e hispana— sólo ha destapado la olla podrida del capitalismo estadounidense.
La valentía y la determinación de decenas de miles de jóvenes negros, blancos, asiáticos, de trabajadores y personas mayores se ha hecho visible para todo el mundo. La represión policial salvaje contra las protestas y la criminalización del movimiento por parte de los medios de comunicación al servicio de los grandes capitalistas, no ha amedrentado a los manifestantes y está alimentando una rabia creciente que se extiende como la pólvora.
Las escenas en más de 25 ciudades norteamericanas, donde movilizaciones multitudinarias desafían el toque de queda, nos recuerdan a los grandes acontecimientos revolucionarios de Chile, Bogotá, Quito o París en los meses pasados. Son los oprimidos en pie de guerra contra un sistema criminal.
Donald Trump se ha movido en este conflicto echando gasolina al fuego. El campeón del supremacismo blanco capitalista, del racismo y la xenofobia, no ha vacilado en lanzar un mensaje belicoso, llamando a comenzar los tiroteos, sacar el ejército y proponiendo la ilegalización de las organizaciones de izquierda y antifascistas. El miedo en la Casa Blanca y en Wall Street ante un movimiento que se ha unificado por encima de barreras raciales, cohesionado por la pertenencia a una misma clase social —la clase obrera— está provocando sudores fríos a la burguesía norteamericana.
Esta explosión social en las calles de la primera potencia mundial señala directamente al racismo orgánico de la policía, la judicatura y el Estado capitalista, en EEUU y en todo el mundo.
En el Estado español, el apoyo de Vox y del PP a Donald Trump no es casual: defienden el mismo modelo de sociedad autoritaria, racista, clasista y policial. Por eso la mejor respuesta y repudio a estos reaccionarios es manifestar nuestro apoyo a las lucha de la juventud y los trabajadores afroamericanos, y también blancos, contra el régimen capitalista de los EEUU, y exigir al Gobierno del PSOEUP que se ponga fin a toda manifestación de xenofobia y racismo institucional, comenzando por la ¡regularización ya! de los trabajadores/as inmigrantes, la derogación de la ley de extranjería y la supresión de los CIE.
Ahora más que nunca es necesaria la solidaridad internacionalista, la mejor garantía de cara a que nuestros hermanos y hermanas en Estados Unidos puedan triunfar contra la represión y consigan todas sus reivindicaciones.
• Sindicato de Estudiantes • Sindicato Co.bas • Sindicalistas de Izquierda • Izquierda Revolucionaria • Corriente Roja • Libres y Combativas • CRT • Pan y Rosas • Contracorriente • Pensionistas Indignadxs – Coordinadora Madrileña de Empleados Públicos en Fraude de Ley