El gobierno Bolsonaro ya está mostrando a qué vino. Está intentando la aprobación de la reforma de la Previsión de Temer en el Congreso, aún este año. Por ahí, ya se ve bien el “cambio” de Bolsonaro: quiere comenzar imponiéndonos por la fuerza a reforma de Temer que impedimos el año pasado con la Huelga General, y quiere hacer otra reforma aún peor el año que viene.

Amenaza la jubilación de los trabajadores, los derechos laborales, y quiere la entrega total y completa de los recursos del país y de las estatales al capital extranjero. Para eso, amenaza impedir nuestro derecho de protestar y de luchar, criminalizando a los trabajadores, reventando con represión a los sin-tierras, indígenas y quilombolas, acusando a los huelguistas de terroristas. Para favorecer el agronegocio, a los banqueros internacionales y las mineras va a destruir el medio ambiente.

El proyecto económico de Bolsonaro, comandado por Paulo Guedes, su “puesto Ipiranga” [para todos los servicios y las necesidades], es de entrega total del país y de subsirviente de los Estados Unidos. Un proyecto ultraliberal, igual al que fue aplicado en Chile por la dictadura de Pinochet. Para ser aplicado hasta el final, solo si es con la dictadura. Por eso trajo un montón de militares al gobierno, ya habló de “autogolpe”: quiere partir para la represión y acabar con nuestra libertad de organización, de huelga y de manifestación.

El discurso de Bolsonaro y sus aliados también incentiva la violencia contra negros, mujeres, indígenas y LGBTs por individuos racistas, machistas y LGBTfóbicos, o grupos paramilitares, como ya ha ocurrido. Lo que Bolsonaro dice sobre las mujeres, los gays, los indígenas o los quilombolas, tratándolos como seres inferiores, sirve a la deshumanización de los sectores oprimidos, a fin de someterlos a la violencia, la persecución y la semiesclavitud.

A fin de justificar la esclavitud de los negros e indígenas en América, los colonizadores europeos precisaron formular una teoría por la cual esos sectores eran desprovistos de alma. O sea, eran deshumanizados para justificar así su sumisión a toda suerte de barbarie.

Frente único

Es hora de la unidad de la clase trabajadora y de nuestras organizaciones alrededor de reivindicaciones comunes que expresen la defensa de nuestros derechos: la defensa de nuestra jubilación, la revocación de la reforma laboral y de la ley de tercerizaciones, empleo, educación, salud, vivienda y transporte, contra la violencia y por la defensa de los derechos de las mujeres, negros, indígenas, quilombolas y LGBTs,

Contra las privatizaciones y la entrega de nuestros recursos al capital extranjero, por la defensa de las libertades democráticas.

Alrededor de esas reivindicaciones precisamos unirnos aquí abajo, en el patio de las fábricas, en las escuelas, en los barrios populares, en el campo, independientemente de a quien votó cada uno, organizando a la clase trabajadora, los sectores populares y la juventud que defiende la educación pública, en un frente único. Es preciso exigir de los sindicatos, de las organizaciones de los trabajadores y de las grandes centrales sindicales que se pongan al servicio de nuestras reivindicaciones y de ese frente único para luchar. Pues, es necesario construir una Huelga General. Unidos somos fuertes y podemos vencer.

Unidad para luchar

El PT y el PSOL están proponiendo nuevamente frentes políticos y electorales, retomando una vez más la campaña “Lula Libre”, que no moviliza y mucho menos unifica a la clase. Divide a la clase obrera, eso sí, y solo sirve para fines electorales. Evidentemente, el PT, PSOL, etc., tienen el derecho de hacer el frente electoral que quieran e incluso sus campañas por Lula, pero eso es la campaña de una parte.

Y lo que precisamos ahora es de un frente único que una a la clase para luchar, defender sus derechos y las libertades democráticas, de la cual incluso los trabajadores que votaron a Bolsonaro puedan participar, porque en su mayoría no están a favor de la reforma de la Previsión ni del desempleo ni del corte de presupuesto para educación y salud ni de los ataques a las libertades democráticas.

Ese es el camino para derrotar a Bolsonaro. Y otro camino nos llevará a la derrota.

Precisamos construir una alternativa revolucionaria

Al calor de la lucha unificada, es necesario luchar por construir una alternativa de organización, una organización revolucionaria de la clase trabajadora que no se deje corromper, que no haga alianzas con la burguesía, y que defienda a fondo el programa de la revolución socialista. Un proyecto que reafirme que la liberación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores, que deben gobernar a través de consejos populares, y no de “salvadores de la Patria” que se proponen conciliar con la patronal y sus partidos corruptos, para gobernar este sistema podrido que tenemos.

La clase trabajadora que produce todo en este país y en el mundo no puede aceptar más miseria y barbarie. Como dice el samba de la Mangueira [Escuela de Samba de Rio de Janeiro]: “queremos un país que no está en el retrato”. Queremos un país y un mundo socialistas.

Artículo en portugués, disponible en: www.pstu.org.br
Traducción: Natalia Estrada.

 

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