Brexit (Britain Exit) es la expresión inglesa para “Salida Británica” (de la UE). Se tornó el centro del debate político en Europa luego del referendo del 23 de junio de 2016, convocado por David Cameron, y en el cual los electores tenían que responder si el Reino Unido debía salir o permanecer en la Unión Europea. 51,8% respondió que se debería salir, tornándose el Reino Unido el primer país a poner en marcha la salida de la UE.

La burguesía de Gran Bretaña está dividida: el sector financiero beneficia a la UE y un sector perdió con la brutal desindustrialización del país. Los jefes de la UE quieren dar una lección a cualquier país que ose colocar la salida de la UE encima de la mesa. El impasse viene, así, de la lucha de cada burguesía por perder el mínimo posible e imponer los costos de la inestabilidad de la salida al opositor, pero al mismo tiempo evitar la opción más temida: una salida desordenada o “No deal”.

Theresa May, con sucesivas maniobras, pretende llegar al 29 de marzo con una situación en la que o se aprueba su plan o es el “No deal”, o se hace un segundo referendo que evite la salida de la UE. Si todo sale mal: alargar los plazos para minimizar los daños del “No deal”.

May ha utilizado el Brexit para atacar la salud, el trabajo y la seguridad social. Pero Corbyn tampoco es alternativa: propone una salida cuyo centro es la relación con el Mercado Único Europeo, manteniendo la sumisión a los planes neoliberales de la UE, que obligan a privatizar el gas, la electricidad, el ferrocarril, los correos, las telecomunicaciones, que impiden las nacionalizaciones y todo lo que obstaculice la libertad de mercado. Sus más mínimas promesas sociales son, así, inviables en el ámbito de su propuesta de acuerdo con la UE.

Del lado de los trabajadores, un sector de la clase obrera perdió sus trabajos y condiciones de vida con la entrada en la UE, que coincidió con los ataques neoliberales de Margaret Thatcher. Otro sector desconfía del Brexit contra los trabajadores propuesto por el Partido Conservador y estimulado por el discurso xenófobo, racista y antiinmigrantes del UKIP.

A pesar de eso, la clase trabajadora ha luchado y realizado diversas huelgas (Uber, McDonald’s, trabajadores inmigrantes), mientras atraviesa un rico proceso de construcción de nuevos sindicatos de base, que expresan la búsqueda de alternativas contra la crisis por parte de los trabajadores.

¿Brexit o Lexit?

No podemos ceder al chantaje defendido por gran parte de la izquierda de que no hay nada más allá de la UE y de que esta tiene un carácter supuestamente internacionalista y democrático, cuando la UE demuestra ser, cada vez más, la Europa Fortaleza, la Europa de la Austeridad y la Europa de la Troika; cuando demuestra su carácter antidemocrático (contra el pueblo de Cataluña, contra los refugiados e inmigrantes, contra aquellos que luchan por los trabajadores) y anti trabajadores sirviendo, esencialmente, para atacar las conquistas. Es preciso defender que solo fuera de la UE es posible una salida para los trabajadores, los servicios públicos, y los derechos.

Pero es preciso saber también cuál salida sirve a los trabajadores. El Brexit de los Conservadores es aquel que ataca los servicios públicos, defiende los intereses de los patrones y quiere arrojar los costos encima de los trabajadores.

Por eso, es preciso unificar todas las luchas en una gran huelga general contra Theresa May y su gobierno. Es de las luchas de los trabajadores que tiene que construirse el Lexit (Left Exit), para acabar con la generalización del trabajo precario, renacionalizar la economía y crear empleo para todos, contra la destrucción de la salud y de las pensiones, por la libre circulación de trabajadores y la solidaridad con los refugiados.

Eso se hará contra May, pero también contra Corbyn, que ya demostró que está ahí para defender los intereses de los grandes patrones y banqueros en el Mercado Único, no para romper con la UE de la Austeridad.

No hay salida para los trabajadores en la Unión Europa de la Austeridad

Los problemas con que se enfrentan los trabajadores en el Reino Unido son los mismos que los del resto de los países europeos. Al final, contra lo que debería ser un derecho de los pueblos a decidir, parece que todo está hecho para que nadie pueda salir de la Unión Europea.

El fracaso de Syriza y la destrucción de Grecia después de haberse levantado contra la Troika, o el supuesto éxito de la Geringonça, que mantiene la dictadura del déficit y de la austeridad, muestran que no hay otra Unión Europea que no sea la de la austeridad. Es preciso, a partir de las luchas que se entablan en el continente, unir a los pueblos de toda Europa por una salida de la UE al servicio de los trabajadores y la construcción de una Europa unida de los trabajadores y los pueblos.

Artículo originalmente publicado en el periódico Em Luta n.° 13, marzo de 2019.

Traducción: Natalia Estrada.