Pese a la situación de emergencia sanitaria y social, otro asunto ha cruzado la política parlamentaria andaluza las últimas semanas: la crisis que arrastra la coalición de Adelante Andalucía, después del intento de expulsión de l@s diputad@s de Anticapitalistas del grupo parlamentario.

A la espera de que la Mesa del Parlamento acepte o no los documentos que acreditan su expulsión, Podemos Andalucía e Izquierda Unida (IU) han solicitado dar de baja del grupo parlamentario a ocho diputad@s de Anticapitalistas por estar en “una situación de transfuguismo”, ya que “no pertenecen” al partido por el que concurrieron a las elecciones.

La solicitud, previo burofax a los miembros de Anticapitalistas para notificarles su expulsión de Podemos y poder considerarlos “tránsfugas”, es ciertamente una jugarreta en toda regla, más aún tomando en cuenta que han aprovechado el permiso de maternidad de Teresa Rodríguez para realizar la maniobra.

Más allá del revuelo mediático, se pueden extraer algunas conclusiones. En el ojo del huracán se encuentra un tema central en debate: la posibilidad de co-gobernar Andalucía de la mano del PSOE.

Ya antes de la pandemia, bajo el gobierno de Susana Díaz, crecía en Andalucía el número de personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social, ascendiendo en 2018 a un 38,2% del total de la población (según el último informe publicado por EAPN Andalucía). Mientras tanto, el proyecto de Podemos e IU (principales componentes de Adelante Andalucía en el momento de las elecciones andaluzas) no ha sido otro que, agitando el miedo a la derecha, profundizar su papel de fuerza auxiliar al PSOE, como hace hoy UP en el gobierno. En consecuencia, el varapalo al PSOE después de más de 30 años al servicio de la UE, de las burguesías española y andaluza y de los grandes terratenientes, se llevó por delante también a Adelante Andalucía, cuyos resultados también cayeron respecto a las elecciones de 2015.

El movimiento actual de IU y Podemos Andalucía responde a la necesidad de articular la defensa del gobierno de Sánchez-Iglesias en el Parlamento andaluz y al proyecto de co-gobernar con Susana Díaz; algo para lo que el grupo de Teresa Rodríguez era molesto.

Tanto es así, que a fin de recuperar el control de la organización andaluza como soporte del gobierno central, la portavoz de Adelante y miembro de IU, Inma Nieto, no ha tenido reparos en ofrecerse a alcanzar acuerdos con el gobierno del PP de cara al Presupuesto de la Junta para 2021, a cambio de la expulsión de sus compañer@s de viaje en la Mesa del Parlamento.

¿Cuál es ahora el proyecto de Teresa Rodríguez?

La nueva hoja de ruta que dibujan Anticapitalistas y sus socios de Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista ha tenido como eje impulsar, bajo el paraguas de la marca de Adelante, una nueva organización soberanista andaluza, manteniendo vínculos con Unidas Podemos al estilo de En Comú Podem. Incluso después de su expulsión, mantienen la puerta abierta al encuentro electoral con Podemos e IU. También es reseñable el énfasis de la propia Teresa Rodríguez durante la anterior campaña electoral en anunciar su postura de, en caso de que dieran los números, investir a Susana Díaz y llegar a acuerdos con ella.

Tras 30 años de gobierno del PSOE en Andalucía, tras la experiencia del pasado cogobierno PSOE-IU en Andalucía y el actual gobierno central de coalición, toda ambigüedad o veleidad respecto a la relación con PSOE y Unidas Podemos es un tiro al pie de la posibilidad de construir una alternativa en Andalucía. No sólo es necesario separarse tajantemente de ellos, sino confrontarlos políticamente de manera frontal.

Por otra parte, “tener una voz andaluza en el Congreso” o en las instituciones no nos ayudará si no cuestionamos los intereses fundamentales a los que éstas se pliegan. La soberanía andaluza no puede ser marketing electoral. Defender consecuentemente la soberanía andaluza exige enfrentar los límites del régimen monárquico y defender el derecho de autodeterminación.

De igual modo, no es posible dar salida a la miseria del pueblo andaluz sin cuestionar los planes de desindustrialización o sin acabar con la actual PAC y el acaparamiento de la tierra por los grandes terratenientes; y poner encima de la mesa cualquiera de estas medidas exige, a su vez, cuestionar a su principal valedora y beneficiaria, la UE.

Tampoco es posible plantear las reivindicaciones del pueblo trabajador andaluz desde un proyecto fundamentalmente electoral cuya estrategia sea “gestión social” de las instituciones autonómicas y la conformación de un grupo parlamentario andaluz en el Congreso de los Diputados.

La alternativa que Andalucía necesita debe ser libre de ataduras al PSOE, revolucionaria y anclada en las luchas de la juventud y la clase trabajadora, no en las instituciones burguesas. Ese es el camino para liberarnos del yugo del régimen monárquico y del yugo de la Unión Europea. Ese es el camino para impulsar el cambio que el pueblo trabajador andaluz necesitamos.