El adelanto electoral de Sánchez, tras la derrota del PSOE y el descalabro de Podemos el pasado 28 de mayo, respondió al intento de atrasar un ajuste de cuentas en el PSOE, marcar distancia con sus socios de gobierno y obligarlos a negociar en diez días su entrada en Sumar.

Asistimos a un cambio de ciclo en el que nos están dando a elegir entre un llamado Gobierno de progreso o de reacción. Sin embargo, es un falso dilema porque ambas opciones son parte de este régimen antidemocrático y este sistema económico injusto.

La precampaña del PSOE se basa en meter miedo porque avanza la ultraderecha y llamar a concentrar el voto en Sánchez, para evitar que gobierne el PP. El problema no es que la mayoría sea tonta o no sepamos votar, como dicen quienes no quieren sacar las conclusiones correctas de su derrota. Lo que hay es un distanciamiento entre la realidad social y su discurso, que ha terminado favoreciendo a la derecha y ultraderecha.

Si el pasado 28 de mayo la abstención ganó entre amplios sectores de la clase obrera más empobrecida y precaria, es porque no ven ninguna utilidad en votar en esta democracia para ricos, en la que la supuesta izquierda, incumple sus promesas o hace lo contrario, cuando llega a las instituciones, mientras prosigue con falsos discursos. ¡Si quieren parar a la ultraderecha tienen que enfrentarse a los amos del Ibex 35, depurar la judicatura, las Fuerzas Armadas o acabar con los privilegios del clero a los que este gobierno progresista no ha tocado un pelo en estos más de tres años!

Las leyes aprobadas en favor de los sectores más oprimidos, si bien contienen conquistas parciales, no van a la raíz de los problemas y no tienen suficientes recursos, por lo que se convierten en “cascarones vacíos” que no cambian la realidad de la gente.

Pese a que algunos sectores del PP intentan jugar a distanciarse del discurso de Vox, la ultraderecha ha logrado entrar en el gobierno del País Valenciano y en los ayuntamientos de seis capitales de provincia y puede llegar a gobernar en 140 ciudades, gracias a las negociaciones con el PP tras el 28M. Feijóo ya ha dicho que si gana las próximas Elecciones Generales, derogará la Ley trans, la Ley de Memoria Democrática, hará ajustes a la Ley de Eutanasia y a la Ley de Educación, y eliminará ministerios como el de Igualdad y el de Consumo.

También promete que va a eliminar o rebajar distintos impuestos a los más ric@s, al tiempo que seguirá avanzando en el ataque a las pensiones públicas y tendrá como objetivo reducir la deuda pública y el déficit por debajo del 3%, lo que solo puede significar nuevos recortes en el gasto social.

En esto de cumplir con las exigencias austericidas de la UE a partir de 2024, sus pretensiones no se diferencian en nada de las del PSOE, que ya fueron adelantadas por Nadia Calviño.

En cuanto a la coalición Sumar, la negociación entre las fuerzas “progresistas” para concurrir juntos a las Generales, ha sido un espectáculo vergonzoso. Hablan de la necesidad de la unidad, pero todo ha sido presiones, rencillas, disputas, donde los escollos que han surgido han venido motivados únicamente por ver qué organizaciones colocaban a sus aspirantes en los primeros puestos, con la vista puesta en sus cálculos electoralistas, en el reparto de las subvenciones y en los cargos.

Sumar, como ya dijimos, es el nuevo paraguas de la izquierda institucional a la izquierda del PSOE, con la pretensión expresa de reeditar un nuevo gobierno de coalición con este. La humillación a Podemos por parte de Yolanda Díaz es un gesto claro en su intención de gobernar con el PSOE sin sobresaltos ni confrontaciones de ningún tipo.

De anunciar su pretensión de acabar con el bipartidismo PP-PSOE, Podemos pasó a entrar en un gobierno del PSOE con el ilusorio argumento de que lo iba a hacer girar a la izquierda. Al final, ha acabado mendigando algún puesto de salida en las candidaturas de Sumar. Es así como ha quedado rehén de su propia política y le han pagado con la misma moneda con la que ella pagó al resto de formaciones políticas.

El programa de Sumar va a ser un programa para gobernar con el PSOE. No va a girar en torno a medidas de emergencia social para los trabajadores/as y el pueblo. No va a ser un programa con medidas como la expropiación de los sectores estratégicos de la economía para poner a ésta al servicio de las necesidades sociales o como la creación de un parque público de alquiler social para acabar con el negocio y la especulación inmobiliaria y solucionar el drama de la vivienda.

Tampoco va a incorporar medidas para asegurar una Educación y una Sanidad 100% Públicas sin un euro para la privada, unos derechos democráticos básicos, como derogar la Ley 15/97, la Ley de extranjería, la Ley Mordaza o a favor de un referéndum vinculante para garantizar el derecho de autodeterminación de los pueblos o para elegir entre Monarquía o República.

Y en vez de medidas para un trabajo estable con salarios dignos, la hoja de ruta de Sumar será para asegurar la paz social que la patronal reclama y que la burocracia sindical, aliada de Sumar, asegura. Su bandera es mantener la Reforma Laboral de Yolanda Díaz, que ha dejado intactos los aspectos más lesivos de la de Rajoy, y ha servido para maquillar las estadísticas y crear empleos «fijos» con salarios miserables y despido barato.

Una Reforma Laboral a la que se añade el vergonzoso Vº Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva firmado el 10 de mayo por la patronal y la burocracia de CCOO-UGT, que recomienda -sin siquiera obligar a ello- un incremento salarial muy por detrás de la inflación y en particular muy por debajo del aumento del precio de los alimentos, la energía o la vivienda, mientras bancos, grandes supermercados y grandes empresas se siguen forrando.

¡Es imposible ilusionar al pueblo trabajador ofreciendo más de lo mismo! Con esa política no van a cerrar el paso al triunfo de las derechas y aunque ganaran el 23J, seguirán siendo los verdaderos amos del país, la Banca y las grandes empresas del Ibex 35, quienes gobiernen en la sombra.

Este 23-J, el adelanto electoral añade a la antidemocrática Ley electoral el imperativo insorteable de los plazos, que impide a organizaciones pequeñas como la nuestra poder presentarse. Pero más allá de las Elecciones, necesitamos construir una fuerza revolucionaria arraigada en el movimiento obrero y popular, que recoja el descontento y la indignación social, para transformarla en lucha y organización.

Porque las medidas que necesitamos no las vamos a conseguir votando cada cuatro años a quienes se hacen llamar progresistas para terminar haciendo políticas de derecha. Tenemos que arrancárselas a los capitalistas y sus gobiernos desde las calles, los barrios y los centros de trabajo. Esta es la única manera de enfrentar el avance institucional de la derecha y la ultraderecha, su ofensiva ideológica, la amenaza a nuestros derechos democráticos que ya estamos viendo y un posible gobierno del PP.

¡Ven y organízate con nosotras para imponer un programa de cambio real y de ruptura y para echar abajo este régimen corrupto y este sistema económico injusto! Frente a una izquierda cuya unidad es un fraude y detrás de la cual se esconde, un programa ajeno a nuestros intereses para que todo siga igual, desde Corriente Roja llamamos a demostrar nuestro rechazo y rebeldía. Este 23 de julio, ¡VOTA NULO!