1. Creemos que la primera de las dos alternativas que se proponen a debate y votación no es la más adecuada. A pesar de que da como resultado práctico un No a la investidura de Mas, sigue jugando con la ambigüedad política. Tendría que ser igual de clara que la segunda propuesta y preguntar simplemente si se está en contra de la investidura de Artur Mas.
  2. Tampoco vemos bien que los militantes de las organizaciones que no pertenecemos a la CUP no tengamos, cómo ha sido norma hasta ahora, voto en las Asambleas Territoriales, aunque sí lo tengamos en el GAP. Somos organizaciones que participamos plenamente en todo el proceso de constitución de la candidatura, formamos parte de las listas electorales y nos comprometimos activamente en la campaña electoral. Esto justificaría que no se tengan que cambiar las normas de participación que han regido hasta la fecha.
  3. Llamamos a votar No a la investidura de Mas porque esto sería el fin de la CUP como fuerza rupturista y anticapitalista. Significaría la renuncia a arraigarse en la clase trabajadora y el abandono de la batalla para liderar la lucha por la liberación nacional y social.
  4. No se puede hablar de país al margen de las clases sociales. Cada clase tiene una idea muy diferente. La nuestra tiene que ser la de la clase trabajadora. El estado catalán de Mas y de Junts pel Sí es una especie de comunidad autónoma que en vez de depender de Madrid, lo haga directamente de Bruselas y Berlín. No tiene nada que ver con nuestra República catalana.
  5. Si ante la primera embestida del Estado a raíz de la Resolución inicial del Parlament, la reacción de Junts pel Sí ha sido tan cobarde (las alegaciones de la Mesa del Parlament al Tribunal Constitucional), no cuesta mucho imaginar cómo reaccionarían si el estado español interviniera la Generalitat, empezando por los Mossos d’Esquadra.
  6. No tenemos que caer en espejismos parlamentaristas ni engañarnos a nosotros mismos jugando al solitario. La victoria no llegará mientras la dirección del movimiento soberanista continúe secuestrada por la burguesía catalana; mientras la lucha por la República catalana no esté asociada a ojos del pueblo trabajador con la perspectiva de un cambio sustancial en sus condiciones de vida. Esto excluye investir a Artur Mas (y a cualquier candidato de Junts pel Sí).
  7. No tenemos que tener miedo a unas elecciones anticipadas, incluso si no sacamos los resultados electorales que querríamos. «Vamos lentos porque vamos lejos». La clave es la coherencia estratégica y la claridad política, tanto ante Convergentes y Esquerra cómo ante los defensores de un «referéndum pactado» imposible. No procede ninguna alianza electoral con aquellos que no estén por un referéndum unilateral y un proceso constituyente unilateral y popular y no defiendan un plan de choque digno de tal nombre, donde las necesidades sociales básicas pasen por encima del pago de la deuda y de los diktats de la Unión Europea y la Eurozona.
  8.  

    Barcelona, 31 de diciembre 2015