Una de las grandes instituciones culturales gallegas está amenazada de extinción. Esta es la situación en la cual la Xunta presidida por Feijóo deja la Orquesta Sinfónica de Galicia, tras dejar de cumplir el acuerdo de atribuirle anual de 3 millones de euros desde lo 2010, sumando una deuda de 5 millones de euros a día de hoy. Esta es una de las muestras de la esencia del PP: el desmantelamiento del patrimonio público para beneficiar el privado.

La OSG es una referencia en el campo de la música clásica internacional. Su actividad proporciona un desarrollo cultural incalculable para el pueblo gallego, ya que la orquesta está formada por músicos de la más alta gama que no se limitan a presentarse en A Coruña, como también en toda Galicia.

La OSG es un patrimonio cultural y, por lo tanto, la cuestión no es solo la de preservarla; la Xunta tiene el deber de aumentar la inversión en la orquesta para que la música que ella produce llegara a los sectores menos favorecidos de la sociedad con subvenciones para bajar a estos los precios de las entradas, aumentar la inversión en propaganda educativa que muestre la importancia de la música y de la fruición de las grandes obras aún desconocidas por la mayoría. Es una música que siempre fue apropiada, primero por la Iglesia, luego por la aristocracia y ahora por la burguesía que no tiene el mínimo interés en que la clase trabajadora tenga alcance a ella. El Estado, como es burgués, está para asegurar que los trabajadores no tengan acceso al cine, al teatro, a la música, al arte en general como tienen los empresarios. ¡La clase trabajadora tiene que tener derecho al arte!

Y la desidia de la Xunta del PP va más allá, afecta a todos y todas las trabajadoras implicadas en la OSG que ven crecer el peligro de la precariedad y de la pérdida de sus puestos de trabajo.
El capitalismo es así. Los gestores del Capital, comenzando por los empresarios hasta los políticos, actúan en beneficio propio a costa de la desgracia de los trabajadores y trabajadoras que, para ellos, no son nada más que ser sirvientes, útiles mientras les proporcionan a ellos el aumento de sus cuentas bancarias y del valor de sus empresas.

Todo está pensado; es uno «modus operandi» muy habitual en cualquiera parte del mundo. La orden del día es dejar el servicio público siempre más precario, insuficiente, vergonzoso, para que aparezca una empresa privada «salvadora» que, con su «intervención milagrosa», proyecte una imagen positiva hacia sociedad añadiendo valor a su marca. Con eso, la sociedad pierde el control y los trabajadores / as pasan a estar en las manos del inversor, que no tardará en aplicar los típicos recortes en las condiciones laborales del plantel, empezando por los despidos. ¡Un negocio redondo! La vida de un trabajador y/o de una trabajadora no es, para el capitalista, nada más que un  «costo de producción», un costo para ser disminuido para aumentar su lucro.

Un gobierno capitalista tiene la función de ser un gestor del Capital y servir de contención de masas en las administraciones públicas, sea el del PP, PSOE o de cualquiera otro partido que pretenda hacerlo dentro del capitalismo. Y el PP, con toda su base franquista, más aún. El desmantelamiento de lo público, como se puede ver, es general; es esta la intención. No se puede esperar por elecciones. Feijóo no puede seguir destruyendo las vidas gallegas.

La OSG se puede salvar
¡Fuera Feijóo! ¡Fuera la Xunta del PP!