El 12 de este mes, es decir, poco antes de que se declarara el Estado de Alarma y el mundo se hundiera en el caos, escribía un artículo, «el corona virus, los cisnes negros y la crisis económica que no cesa»; artículo que en muchos aspectos ha quedado desfasado, pero no en su elemento central cuando decía: «Un “cisne negro” en economía es un fenómeno imprevisible, normalmente extra económico, que con su aparición sacude todo el árbol del sistema, poniendo de manifiesto sus debilidades».

Pues bien, a poco más de una semana de ese artículo, lo cierto es que han salido a relucir todas, absolutamente todas las debilidades económicas, políticas y sociales que tiene el sistema. El «cisne negro» se ha llevado por delante la consigna central que inauguró la contra revolución conservadora que encabezaron Reagan y Thatcher, allá por los lejanos años 80: el mercado resuelve todos los problemas.

Una epidemia se ha llevado por delante la visión religiosa que la sociedad había construido alrededor de esa consigna. ¿Dónde esta el mercado cuando lo que hay que resolver no se puede medir en las cuentas contables?, ¿dónde está el mercado cuando lo que hay que resolver son necesidades sociales acuciantes, que no reportan un beneficio? Y no olvidemos que «mercado» es sinonimo de «capitalismo», que no se entiende sin él.

El capitalismo ha demostrado ser no sólo ineficaz frente una pandemia, sino que además los gobiernos y las instituciones transnacionales como la Unión Europea se preocupan más de que sus medidas no perjudiquen los intereses de los capitalistas (los ojos y las caras del capitalismo). Intentan conciliar el mantenimiento de los beneficios empresariales con la defensa de la salud pública; y como en momentos de crisis son incompatibles, en vez de lanzarse con todo a defender la salud de la ciudadanía, salen en defensa de esos intereses privados.

Primera conclusión; estas crisis demuestra el carácter totalmente prescindible de los capitalistas. Si no existieran, si no hubiera que defender sus beneficios, los gobiernos podrían tomar todas la medidas necesarias para proteger la salud pública, desde recursos financieros hasta materiales y personales.

Ya podemos ir sacando algunas conclusiones obvias de esta crisis:

1.- Las políticas de recortes y privatizaciones de la sanidad pública en beneficio de la sanidad privada ha demostrado que sólo sirven para enriquecer a las grandes aseguradoras y empresas privadas, NUNCA PARA DEFENDER A LA POBLACIÓN DE SITUACIONES COMO LA ACTUAL, HACIENDO BUENO LA CONSIGNA: «PÚBLICO ES SERVICIO, PRIVADO BENEFICIO».

2.- La privatización de las residencias de ancianos, uno de los grandes negocios de los últimos años, se está convirtiendo, literalmente, en una TRAMPA MORTAL PARA MILES DE ANCIANOS Y ANCIANAS.

3.- Las iglesias tienen patente de corso, pues mientras prohiben manifestaciones y reuniones políticas, ellos siguen con sus ritos como si nada. LAS LIBERTADES DEMOCRÁTICAS SÓLO SIRVEN PARA QUE LOS CURAS Y OBISPOS PUEDAN SEGUIR CON SU NEGOCIO.

4.- La Unión Europea y los Gobiernos, en concreto el español, que dicen estar en «guerra contra el coronavirus», y nos piden «unidad en torno a ellos»; ya han comenzado a tomar medidas económicas. La UE 750.000 millones de euros, el gobierno 200.000 milones,… el francés 300.000 millones, etc. etc…. ¿Para qué? ¿Para investigar una vacuna, para comprar material sanitario, para reforzar todos los servicios públicos,… NO. TODO ESE DINERO LO DESTINAN, COMO DIJO LA SRA LAGARDE -LA EX DEL FMI QUE HABÍA DICHO QUE HABÍA MUCHOS VIEJOS EN EL MUNDO, Y HABÍA QUE HACER ALGO-, PARA «CALMAR A LOS MERCADOS».

5.- Van a destinar miles de millones de euros para «calmar a los mercados», para «subvencionar a las empresas» (100.000 millones en el Estado Español), pero para recursos humanos y técnicos para frenar el corona virus ni la décima parte. PARA «CALMAR A LA POBLACIÓN» SACAN AL EJÉRCITO, APLICAN LA LEY MORDAZA, ETC…

6.- ¡Que destinen todo ese dinero que han prometido a las empresas y los mercados a combatir el corona virus!.