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El estalinismo y la represión en Cuba

Reproducimos a continuación un artículo de nuestros compañeros del PSTU de Brasil sobre la cuestión cubana:

Las movilizaciones de decenas de millares de personas en las calles de Cuba el domingo 11 de julio, brutalmente reprimidas por la policía, encendieron una enorme polémica en la izquierda latinoamericana.

Hay muchos activistas que están en duda sobre lo que está ocurriendo en la Isla que tiene tanta importancia para la revolución en América Latina.

Se trata de un debate de primer orden, y nos gustaría hacerlo con tranquilidad y seriamente, con argumentos y no con insultos o provocaciones.

Hubo un cambio de calidad en Cuba

Nosotros, así como gran parte de la izquierda latinoamericana, fuimos entusiastas defensores de la Revolución Cubana de 1959. Fue la primera y única revolución socialista victoriosa en América Latina.

Muchas y muchas veces mostramos, con orgullo, los avances en la salud y en la educación propiciados por la expropiación de la burguesía y la planificación de la economía. Desde el inicio repudiamos el bloqueo norteamericano a la Isla impuesto en 1960, así como estuvimos del lado de Cuba contra cualquier intento de intervenciones militares como el fracasado desembarque en la Bahía de los Cochinos.

Pero siempre criticamos la dictadura estalinista de Fidel Castro, y mostramos cómo eso limitaba enormemente los avances en Cuba. Nunca existió en la Isla una democracia de los trabajadores. El nuevo Estado ya surgió en el modelo estalinista, de partido único, sin democracia obrera, y con represión violenta en la base, persiguiendo a todos los opositores o críticos, así como LGBTI’s.

De la misma forma, polemizamos con el gobierno castrista cuando se opuso a que la revolución en Nicaragua fuese una “nueva Cuba” en 1979, influenciando negativa y decisivamente el proceso revolucionario en aquel momento, en América Central. A través de la dirección sandinista de Daniel Ortega, orientó el proceso luego de la caída del dictador Somoza para un acuerdo con la burguesía y para evitar una nueva revolución socialista. Eso después facilitó la derrota de las movilizaciones y el aislamiento de la revolución en Cuba.

Pero la realidad cubana cambió radicalmente para mal con el proceso de restauración del capitalismo, en la década de 1990 del siglo pasado, luego después de la restauración en los Estados del Este europeo. La parte más dinámica de la economía fue privatizada, acabaron el monopolio del comercio exterior y la planificación de la economía.

La restauración del capitalismo se dio bajo el comando de la misma dirección que la revolución de 1959, lo que provocaba y sigue provocando muchas dudas. Eso llevó a muchas dudas en el activismo y a una enorme confusión en la izquierda latinoamericana.

Pero, veamos la realidad. El sector más importante de la economía hoy en Cuba es el turismo, en particular en Varadero. Son las redes españolas Meliá e Iberostar las empresas más importantes en el ramo. El famoso ron cubano es controlado por la empresa Pernod, francesa. Los habanos cubanos son comercializados por una joint venture entre la estatal cubana y la Altadis, del grupo inglés Imperial Tobacco Group PLC. El aeropuerto internacional de La Habana fue privatizado para la empresa francesa Aéroports de Paris.

Surgió una nueva burguesía cubana, nacida a partir de la burocracia del aparato estatal –en particular de los militares–, con el Grupo de Administración Empresarial que controla entre 30 y 40% de la economía de la Isla, además de asociarse con las multinacionales europeas.

Existen incluso estatales en Cuba, pero el centro de su economía ya es capitalista. Es la ley del valor, la acumulación de capital, en fin, la economía de mercado que determina los rumbos de la Isla. En términos teóricos, se puede definir una economía por la lógica que rige su totalidad. Antes, Cuba era regida por la planificación estatal y no por el mercado capitalista. Hoy, es regida por la ley del valor, volcada hacia el mercado. Por eso, es capitalista.

Un ejemplo para comprobar esto es la dinámica de la crisis actual. El motivo inmediato es la reducción brusca del turismo, principal sector de la economía cubana, por la pandemia. O sea, es una evolución determinada por la ley capitalista del valor. En la URSS, en plena depresión mundial de 1929, como tenía su economía estatal y planificada (aunque limitada por la burocracia estalinista), su industria crecía más de 10% al año.

El bloqueo norteamericano sigue existiendo, incluso después de la restauración, por un motivo: la burguesía gusana, con sede en Miami, quería la restauración bajo su propio control, con la devolución de las propiedades expropiadas en la revolución. Para eso, trató de derribar la dictadura castrista, lo que no ocurrió. Lo que ocurrió fue que la burocracia que controlaba el Estado y la economía planificada se transformó en burguesía y restauró el capitalismo en el país, en asociación con los imperialismos europeo y canadiense.

Se trata de un bloqueo importante, que tiene consecuencias nefastas para el pueblo cubano. Por eso, desde siempre, nos posicionamos contra el bloqueo. Pero el régimen castrista hace de ese bloqueo la explicación de toda la crisis, y eso no es verdad. Entre otras cosas porque el bloqueo es solo norteamericano. Las multinacionales europeas están presentes y saqueando el país.

Los partidos estalinistas en todo el mundo, así como una parte del resto de la izquierda, solo ven la continuidad del PC cubano en el gobierno y afirman que Cuba “sigue siendo socialista”.

Cometen el mismo error que con China, donde también fue restaurado el capitalismo, desde el gobierno de Deng Xiao Ping, a finales de los años 1970, y el PC chino sigue en el gobierno. China se tornó una referencia mundial para el capitalismo, apoyada en los bajos salarios y la represión violenta contra los trabajadores. Pero los partidos estalinistas siguen considerando que China es “socialista”.

Recordemos una noción básica de la dialéctica marxista. No es verdad que “A” es siempre igual a “A”. La Cuba de hoy, incluso dirigida por el Partido Comunista (que de comunista solo tiene el nombre), no es la misma de treinta años atrás. No es más un Estado obrero burocratizado. Se trata de una dictadura burguesa capitalista.

Existen sectores de la izquierda latinoamericana que entienden que hay un proceso de restauración capitalista en Cuba, pero creen que este no fue concluido. Nosotros no creemos eso; creemos que existe una globalidad capitalista en Cuba, con su economía funcionando sobre la base de la ley del valor capitalista, alrededor del mercado. Y, dentro de eso, existen aún sectores estatales en la Isla.

Pero, aunque fuese cierta la opinión de esos sectores que creen que existe una restauración en curso no concluida, sería necesario identificar que el propio régimen castrista es el impulsor de esa restauración, es el Estado cubano que dirige la restauración. Y el carácter del Estado es definido, en el marxismo, por las relaciones de producción que este defiende y promueve. Mientras hubo economía estatizada y planificada en Cuba, era un Estado obrero burocratizado, ahora, el régimen castrista preside un Estado burgués, que dirigió la restauración, sigue protegiendo las multinacionales presentes en la Isla, y generó una nueva y fuerte burguesía que controla entre 30 y 40% de la producción.

Y que la población cubana está reaccionando contra las consecuencias de ese proceso de restauración. Es una dictadura capitalista.

Cuba vista por dentro

Yo visité Cuba en 1996, cuando el proceso de restauración se iniciaba, en un momento de crisis aguda que quedó conocido como “período especial”.

Sería importante que los activistas honestos que defienden Cuba pudiesen hacer un test de realidad: visitar la Isla y conversar con el pueblo, por fuera de las “rutas” y “guías” oficiales.

En caso de que hagan eso, verán que la mayoría de la población odia el régimen castrista. Eso ya era así cuando visité la Isla, y hoy debe serlo en mucho mayor grado.

Andando por las calles, hablé con una obrera, sentada frente a una fábrica, en su hora de almuerzo. Ella me contó: “Aquí se gana de acuerdo con la tarea producida. Si la gente consigue terminar la tarea determinada por el administrador para aquel día, muy bien. Si no lo consigue, tiene que terminar al día siguiente. Se paga por las tareas completadas y no por día de trabajo. Si consigo cumplir todas las tareas todos los días, gano 110 pesos (más o menos 3 dólares)”, por mes.

Como soy médico de emergencia, entré en un hospital y conversé con un colega, cirujano. Después de vencida la desconfianza inicial, él me contó: Yo trabajo en este hospital 70 horas por semana, pero en verdad es una changa, en términos de salario. Gano 340 pesos (poco menos de 10 dólares) por mes. Consigo sustentar la familia alquilando un cuarto que tengo, para turistas”. Él me mostró el hospital, muy parecido a las condiciones de los hospitales públicos brasileños, mostrando el comienzo del retroceso en la que fue la ejemplar salud pública cubana.

En la conversación con un joven, él se sorprendió al saber que yo era de izquierda. Porque, para el pueblo cubano, toda la izquierda latinoamericana apoya el régimen castrista. Eso muestra la tragedia causada por el estalinismo y sus apoyadores. Cuando el pueblo cubano se levanta, ve en las radios y redes sociales la derecha imperialista defendiendo cínicamente “la libertad”, mientras la “izquierda” apoya la represión.

Volví al Brasil con la certeza de que es fundamental que el pueblo cubano vea y sienta el apoyo de los trabajadores del resto del mundo en sus luchas contra la dictadura castrista.

La crisis actual

La economía cubana retrocedió 11% el año pasado, en gran parte por la caída en el turismo. El gobierno de Miguel Díaz-Canel está implementando un plan económico llamado “Tarea de Ordenamiento”, anunciado en diciembre de 2020. Se trata de un plan neoliberal, que sería repudiado en cualquier país del mundo por los activistas honestos, no confundidos por el estalinismo. Las medidas principales incluyen la desvalorización de la moneda en 2.300%, la libre circulación del dólar, la facilidad mayor aún para empresas extranjeras, y la reducción de los subsidios de tarifas como la electricidad (o sea, las cuentas de luz serán más caras para toda la población).

Fue anunciado un “aumento salarial” para que los trabajadores no reclamasen. Pero el salario mínimo actual en Cuba es de 87 dólares, más o menos unos 450 reales. Es una fiesta para la superexplotación de empresas privadas multinacionales, cubanas e incluso estatales capitalistas. Y no existe más nada de canasta básica que antes era garantizada a los cubanos. Son esos 450 reales para comprar productos con precios semejantes a los de Brasil.

El imperialismo norteamericano intenta capitalizar la crisis

El gobierno de los Estados Unidos, con Biden al frente, cínicamente “apoyó” al pueblo cubano. El mismo gobierno que mantiene el bloqueo a Cuba, se dice “preocupado” con la situación de la Isla. ¡El mismo gobierno que apoya el régimen fascista de Israel y la monarquía asesina de Arabia Saudita intenta hacerse pasar por “defensor de las libertades” en Cuba!

En realidad, el imperialismo quiere engañar a las masas cubanas y retomar el control directo de Cuba, en una semicolonización de la Isla bajo su control, y no del imperialismo europeo, como ocurre hoy.

Bolsonaro buscó capitalizar las movilizaciones, para denunciar el “socialismo”. Justo él, que defiende implantar una dictadura en el Brasil.

¿Quién está luchando contra quién?

Las movilizaciones del 11 de julio en Cuba tienen el mismo telón de fondo que las que ocurren en Colombia, y que ya se dieron en Chile, Ecuador, Nigeria, Belarus y muchos oros países. La combinación entre crisis económica capitalista y pandemia está provocando un fuerte aumento de la miseria en todo el mundo. No es por casualidad que las personas en las calles de La Habana decían que tenían hambre.

Las movilizaciones fueron facilitadas porque desde 2018 la internet fue permitida en la Isla, y desde ahí se organizaron las marchas. Enseguida después de las movilizaciones, el gobierno cortó el acceso a internet en todo el país.

De un lado, trabajadores en las calles protestando contra el hambre y el plan neoliberal y exigiendo la renuncia de Díaz-Canel. Del otro, la represión violenta, determinada por una dictadura burguesa.

No sabemos cómo va a evolucionar el proceso. Si la dictadura conseguirá sofocar las movilizaciones, o si ellas retornarán, y en qué grado. Pero la realidad cubana ya está marcada por una nueva situación de crisis, que hace décadas no ocurría.

Jones Manoel, del PCB, es un historiador brasileño defiende algunas posiciones semejantes a las muestras para la coyuntura brasileña, como la lucha por derrocar a Bolsonaro ya [1]. Por ese motivo, incluso, fue blanco de un ataque racista de Mário Frias, ministro de Cultura de Bolsonaro. Nos solidarizamos con Jones en relación con el ataque racista de este gobierno genocida. Pero, en relación con el tema de Cuba, tenemos posiciones muy diferentes.

Jones Manoel y el PCB intentan demostrar que se trata de un gobierno socialista reprimiendo a los contrarrevolucionarios. No obstante, basta ver las fotos y los videos de los populares en las calles para ver que no se trata de una movilización de la clase media alta, sino del pueblo simple y trabajador.

¿Cómo pueden los estalinistas explicar la presencia del pueblo pobre en las calles, en manifestaciones contra el régimen? ¿Cómo pueden explicar que entre los presos esté Frank García Hernández, periodista marxista que organizó en Cuba el primer encuentro León Trotsky en 2019?

¿Quién está luchando contra quién en Cuba? ¿Quién está intentando aplicar un plan neoliberal, que si fuese defendido por Bolsonaro sería repudiado por el PC y por Jones Manoel?

¿Quién está en las calles contra eso? El pueblo pobre, merecedor del apoyo de todos los que en el mundo luchan contra la explotación.

Para nosotros, la posición revolucionaria en Cuba es apoyar las movilizaciones contra el gobierno, mostrar que el régimen no tiene nada de socialismo, repudiar el cinismo imperialista, y defender la autoorganización de las masas. Defendemos libertad de expresión y de organización en Cuba, pues la tarea es realizar una nueva revolución socialista, que retome y amplíe las conquistas de 1959, hoy quitadas, y esta vez con democracia obrera e internacionalismo. Para eso, los trabajadores y el pueblo cubano tendrán que enfrentar esta dictadura capitalista, el bloqueo de los Estados Unidos, y también los demás imperialismos.

Preguntamos al PCB y a Jones Manoel: ¿no es correcto defender en Cuba la revocación de las privatizaciones y la estatización de los principales sectores de la economía? ¿Ustedes no harían eso en el Brasil? ¿No es correcto defender la vuelta a la planificación de la economía y el monopolio del comercio exterior? ¿No es correcto tener un Estado cubano con democracia de los trabajadores, a semejanza de los soviets rusos de 1917?

Para eso, es necesario apoyarse en esas movilizaciones, con la perspectiva de una nueva revolución socialista en Cuba. Si se impone la posición de los estalinistas apoyando la dictadura castrista, se facilita la falsa campaña de “libertad” del imperialismo. No es posible derrotar al imperialismo (ni de los EEUU ni el europeo) apoyando la represión de una dictadura capitalista y proimperialista a la lucha de los trabajadores contra la explotación y la pandemia.

Esa posición del PC brasileño y de Jones Manoel es la misma en relación con China. En el XIV Congreso, el PC brasileño discutió un documento “Socialismo: Balance y Perspectivas” en el que reivindica la “experiencia” china y no habla una palabra siquiera de la Masacre de la Plaza Tiananmen. En esa plaza, en junio de 1989, los tanques de la dictadura china mataron a millares de estudiantes que protestaban.

Jones Manoel, después de varios videos elogiando a China, dijo “no saber” si ese país era capitalista o socialista. Ora, esa evaluación debería ser central para definir cualquier programa o política, ¿no es así? Pero, en el sitio del PC brasileño estaba, hasta hace pocos días, una carta dirigida al PC chino, saludándolo por la realización de su congreso.

Una práctica típica del estalinismo, que Jones Manoel infelizmente utiliza, es la amalgama, la distorsión, la simplificación y falsificación de las posiciones de aquellos a quienes se opone. Así, de acuerdo con él, el pueblo no tiene voluntad propia, por lo tanto, quien sale a la calle es parte de los “contrarrevolucionarios infiltrados” o son pobres tipos manipulados por el imperialismo. Después de 60 años de “socialismo cubano” –según ellos– todos los que salen a las calles y se oponen a la dictadura castrista “son instrumentos del imperialismo”. Para él, el hambre del pueblo cubano debe ser entonces una mentira, o consecuencia directa del bloqueo de EEUU, sin ninguna responsabilidad del gobierno y del capitalismo cubano. Este tipo de maniobra, que es propia del estalinismo, simplifica el mundo de tal manera que no puede haber oposición de izquierda a ellos, no puede haber lucha de los trabajadores contra las dictaduras china o cubana; todos los “contrarrevolucionarios”.

Eso es lo mismo que hacían los PCs del mundo entero en la época de Stalin. Todos los que se posicionasen contra la política de Stalin eran considerados contrarrevolucionarios.

No obstante, Stalin promovió una masacre de los bolcheviques, liquidando a la mayoría del Comité Central del partido que tomó el poder, y a centenas de millares de militantes. ¿Cómo explican eso el PC y Jones Manoel?

Es interesante, porque Jones Manoel dice “no ser estalinista”. Pero elogia a Stalin y busca rehabilitarlo justificando y amenizando sus crímenes, defiende las mismas posiciones de los partidos estalinistas del todo el mundo, y repite la misma metodología estalinista.

Eso es importante, porque podemos tener acuerdos coyunturales en el Brasil, como la lucha por el Fuera Bolsonaro ya, y otras. Pero esa discusión internacional revela estrategias opuestas: nosotros defendemos el socialismo revolucionario con democracia obrera, internacionalismo y revolución mundial. Jones Manoel defiende una estrategia estalinista.

Socialismo no tiene nada que ver con estalinismo

En realidad, la feroz represión en la Plaza Tiananmen, así como la violencia policial en La Habana, son las defensas de dictaduras burguesas. Existe una burguesía china, existe una burguesía cubana, nacidas a partir de las burocracias que antes dirigían esos Estados.

Los partidos estalinistas defienden también otras dictaduras burguesas sanguinarias como la de Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua y Assad en Siria. Maduro es representante de la “boliburguesía”, una burguesía poderosa, poseedora de bancos, industrias y estancias, nacida de la alta oficialidad del ejército chavista. Ortega es hoy uno de los mayores burgueses de Nicaragua, y ahogó en sangre, con 400 muertos, las movilizaciones contra su dictadura en 2018. Ortega volvió al poder después de algunos años para imponer una dictadura que persigue a todos los antiguos compañeros que dirigieron el Frente Sandinista, que hoy se ponen en oposición a él. Assad es un genocida, que mató a 500.000 personas en diez años de protestas contra su dictadura. Tenemos acuerdo en denunciar a Bolsonaro por las 500.000 muertes por Covid en el Brasil, pero la dirección del PCB y Jones Manoel defienden otro genocida en Siria.

Durante décadas en el siglo XX, el estalinismo ensució la imagen del socialismo en nivel mundial. La burguesía imperialista estaba feliz de asociarse a la represión y la mediocridad burocrática del estalinismo para mostrar “eso es el socialismo”. Después de la caída de las dictaduras en el Este, la propaganda imperialista conmemoró el “fin del socialismo”.

Ahora que la crisis económica y la pandemia muestran al mundo la cara horrenda del capitalismo, comienza a crecer en el mundo nuevamente la simpatía por las ideas socialistas. Exactamente en este momento, nuevamente, los partidos estalinistas y las direcciones reformistas sirven a los objetivos de la propaganda imperialista intentando mostrar que Cuba y China son “socialistas”.

Nosotros opinamos que eso debe ser combatido. Los trabajadores brasileños tienen el derecho de saber que tanto en China como en Cuba, existen dictaduras burguesas que nada tienen que ver con el socialismo, a pesar de que sus gobiernos se dicen “comunistas”.

Los trabajadores cubanos deben saber que en el Brasil y en todo el mundo existe una izquierda socialista y revolucionaria que no es estalinista y que apoya sus luchas.

Deben existir muchos activistas honestos que no tienen conocimiento preciso de qué ocurre en Cuba, o que tienen dudas sobre lo que está ocurriendo. Pero que tienen un reflejo natural de solidaridad al ver al pueblo en las calles luchando y siendo reprimido. Llamamos a todos para que se sumen en el apoyo a las movilizaciones de los trabajadores y en la defensa de los presos políticos.

Jones Manoel llamó a militantes del PSTU de “apoyadores del imperialismo”. El estalinismo tiene ese método: calumniar a los adversarios políticos. Él también amenazó “dar una patada voladora” en un activista de la Universidad de San Pablo (USP), conocido como Chavoso, porque hizo críticas al PC.

Nosotros del PSTU no calumniamos, no amenazamos con violencia a otros activistas de izquierda. Preferimos argumentos y un debate. Por eso, proponemos a Jones Manoel un debate público sobre la realidad de Cuba hoy, con reglas acordadas en común, y transmitido por internet. En caso de que haya acuerdo, el debate podrá ser hecho en mejores condiciones.

Nota:

[1] Jones Manoel se hizo conocido a través de su canal de Youtube.

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