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El fondo de recuperación no salvará a Europa de la crisis

La débil respuesta del capital europeo ante una crisis histórica es comparable al hundimiento del Titanic siendo ayudado por un bote salvavidas. O más bien, por un yate de lujo, donde navegarán los capitalistas, mientras los pueblos se ahogan en las ondas de choque de una nueva austeridad. 

Si alguien tenía alguna duda sobre la semejanza del capitalismo con un casino, bata verificar la respuesta de la Comisión Europea (CE) a la crisis pandémica para deshacerla. Frente a la mayor crisis mundial desde la década de 1940, cuando millones de empleos comienzan a desaparecer, las empresas colapsan y el hambre se generaliza, inclusive en los países más ricos, es aprobado un Fondo de Recuperación, por el valor de 750 mil millones euros, que representa, en promedio, cerca del 1% del Producto Interno Bruto (PIB) anual de la Unión Europea (UE). Muy por debajo, admiten analistas económicos de los propios periódicos de la prensa convencional, de lo que se necesitaría para enfrentar la mayor crisis desde la Gran Depresión. Como medida de comparación, veamos los valores publicados por los Estados Unidos – 15% de su PIB – para una población de 334 millones de habitantes; y Japón – 21% de su PIB –, para una población de 128 millones. En la Unión Europea viven  515 millones de personas.

Incluso sumando estos 750.000 millones de euros al presupuesto europeo plurianual recientemente aprobado, por un valor de 1.074 millardos de euros para el período de siete años, lo que parece una cifra astronómica, en verdad, representa el 10% del PIB comunitario de varios años.

 Fondo perdido y préstamo 

Nuestro primer comentario pretende alertar a nuestros lectores sobre el hecho de que todo lo que se dice al respecto de la UE, así como lo que fue aprobado por el Consejo Europeo el 21 de julio, está envuelto por la llamada «complejidad técnica» con artículos suficientes para permitir interpretaciones arbitrarias, elaboradas al calor de los acontecimientos y que, no raras veces, sustentan diferentes interpretaciones en el tiempo.

Los 750 mil millones de euros del Fondo Europeo de Recuperación, a los cuales podrán recurrir los países miembros de la UE, son de dos tipos: 390 mil millones de euros en forma de transferencias y 360 mil millones en préstamos. Los analistas de izquierda advierten que estas transferencias no serán «a fondo perdido» o «no reembolsables», al contrario de lo que se presume, pero admiten que las tasas de interés de los préstamos deberían ser mucho más bajas de lo habitual porque la captación de fondos, – tanto para transferencias como para préstamos –, será hecha por la propia CE, mediante la emisión de bonos en los mercados financieros en nombre de la UE (un sistema que se describe como una forma elemental mutualización de la deuda mutua). Al contrario de lo que sucedió en la crisis que comenzó en 2007/2008, cuando fueron los propios países los que buscaron financiamiento en los mercados, estando sujetos a las evaluaciones especulativas de las agencias de calificación financiera, como Standard & Poor’s y Moody’s, que aumentaron el riesgo y, en consecuencia, las tasas de interese que los países acreedores deberían pagar, así como la deuda pública.

Entonces, tienen razón lo que como el primer ministro Antonio Costa, consideran que se ha dado “un paso de gigante”? O como Pablo Iglesias, secretario general de Podemos y vicepresidente del Estado español, para quien “el dogmatismo neoliberal que tanto daño ha hecho a España se ha corregido”? No parece. No está claro cómo serán pagados los préstamos y transferencias a la UE por parte de los países acreedores (se habla de nuevos impuestos, pero no hay nada definido), pero, sí, esta explícita la existencia de condiciones para la obtención de estos recursos, es decir, será necesario seguir la cartilla de las reformas, tal como sucedió en tiempo de la troika. La reforma laboral, para eliminar derechos de los trabajadores, y la reforma del sistema de pensiones, para abrir las puertas al sector privado, son algunas de las exigencias que vienen señalado algunos de los representantes de países, como Holanda, uno de los que, junto con Austria, Dinamarca y Suecia, los llamados “frugales”, presionan para reducir el valor de las transferencias y aumentar el de los préstamos.

Marco Bersani, de Attac Italia, escribe que, para tener acceso a los recursos del Fondo, los países deben preparar un plan de recuperación trienal (2021-2023) para ser presentado al Consejo Europeo aún a finales del otoño de este año. Estos planes, para ser aprobados, deben tomar en cuenta las recomendaciones específicas para cada país hechas por la CE. “Con respecto a Italia, son los siguientes: reforma tributaria, reforma laboral, reforma judicial, reducción de la deuda, reducción estructural del gasto público igual al 0.6% del PIB. En otras palabras, un regreso filtrado a la trampa de la deuda pública y las políticas de austeridad[1]”, concluye. Además, si la aplicación de plan fracasa según el Consejo Europeo, se puede activar un mecanismo bautizado como “freno de seguridad”, que interrumpe la transferencia de dinero.

“Además de eso”, explica Corriente Roja[2], “las transferencias no podrán ser usadas para reducir la deuda o participar en programas presupuestarios destinados a la crisis social o a la reconstrucción de servicios públicos como la salud. Por el contrario, bajo el rótulo de “transición verde y digital”, serán entregadas a los empresarios, particularmente a los grandes, para sus negocios privados, y sus efectos sobre el empleo y el bienestar social serán mínimos”. 

Las motivaciones de la UE 

Lo cierto es que esta inyección de recursos, aún con sus limitaciones, responde a la necesidad de evitar la desintegración de la UE y el euro, hipótesis bastante probable si Italia y el Estado español, dos de las principales economías de la Unión, no son rescatadas y entran en quiebra. Al mismo tiempo, la insatisfacción popular con los efectos de la crisis puede explotar en los países más frágiles, contaminando toda la UE. Merkel no quiere correr estos riesgos. Preservar la UE es estratégico para la potencia alemana, motorizada por el mercado comunitario, donde sus industrias venden sus productos y obtienen mano de obra calificada y más barata. «No estamos delante de ningún «federalismo solidario «, sino ante un nuevo dispositivo que servirá para acentuar la hegemonía y el control del imperialismo alemán sobre los demás países», insiste Corriente Roja.

Los “frugales”, que jugaron el papel de policía malo durante la discusión del acuerdo, terminaron, junto con Alemania, siendo premiados con un recorte sustancial en su contribución al presupuesto comunitario. Esos países, así como Alemania, se encuentran entre los diez que más se lucran con el mercado interno europeo, mientras que Portugal está por debajo del promedio europeo. A pesar de esta desigualdad, Portugal, como consecuencia de la implementación del Fondo de Recuperación, además sufrirá recortes en rubros como la agricultura (9%) en el presupuesto comunitario.

La crisis en Europa ya redujo el PIB europeo en un 8,6% en sólo tres meses y se espera provoque 5 millones de desempleados antes del final del año. En este escenario, este acuerdo es una tentativa desesperada para salvar la arquitectura capitalista de la UE, en una Europa ya sin Inglaterra, en la que la burguesía francesa se ve obligada a enfrentar sola el poder del capital y de la industria alemana. Es esto lo explica el acuerdo entre Macron y Merkel. Finalmente, urge calmar los ánimos y la angustia de la población, lo que, por ahora, se está intentando con medidas de impacto comunicacional, pero con pocas preguntas y aún menos respuestas. 

Como conclusión

Como ya todos sabemos, Portugal debería recibir entre 45 mil y 57 mil millones entre dicho marco financiero y el Fondo de Recuperación, lo que rondara por los 6 a 7 mil millones de euros por año. De hecho es mucho dinero, pero deja de parecer tanto cuando tomamos en cuenta que solo para este año se prevé una reducción del PIB nacional de unos 20 mil millones de euros. Y será aún menos para una crisis económica en la que, según las estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el PIB de todos sus países debería caer un 7,5% y un 11,5% para los países de la zona euro. Esto  en un escenario en el que, en el mejor de los casos, la economía mundial solo retomará los niveles de producción anteriores a la pandemia en 2022.

Pero, por ahora, la pregunta que pocos se hacen y nadie responde es ¿quién y cómo se pagará esta deuda? Las referencias a ingresos extraordinarios por la implementación de nuevos impuestos sobre plásticos y valores en el mercado de emisiones no pueden ser tomadas en serio. En primer lugar, porque al ser captados, serán manifiestamente insuficientes y, en segundo lugar, porque los agentes de estos mercados harán rápidamente lo que todos los demás hacen: abandonarán este mercado e invertirán en otros (quizás en valores de deuda de la UE). Estas medidas pueden incluso tender a reducir la contaminación ambiental originada en los plásticos y en las emisiones de carbono, pero no pagarán ninguna deuda.

Hasta ahora, una cosa es segura y otra muy probable. La primera es que la UE acaba de crear un gran nicho de negocios para el gran capital internacional, que hará filas para comprar los títulos de esta deuda, que parece ser el gran negocio de los próximos años. Lo más probable es que esta deuda crezca y, al final, alguien deberá contribuir para suministrarla a través de impuestos directos e indirectos y recortes de gastos. Y esto tiene un nombre: austeridad.

No serán los fondos creados por la Comisión Europea para solucionar los problemas -como enfermedades, el desempleo y hambre- a los cuales han sido arrojados millones de trabajadores y los pueblos europeos debido a la crisis capitalista potencializada por la pandemia del Covid-19. Nuestros derechos tendrán que ser recuperados o arrancados en la lucha, sin ninguna confianza en las impresionantes cifras y estadísticas de la Comisión Europea y los gobiernos europeos.

Traducción: Leonardo Arantes

Notas:

[1] http://www.cadtm.org/Fundos-de-Recuperacao-da-UE-ea-Italia-nem-tudo-o-que-brilha-e-ouro

[2] Partido afiliado a la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT) en el Estado español, en un artículo publicado en su sitio web https://www.corrienteroja.net/

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