Tras el fallido intento de llevar a buen puerto las negociaciones entre sindicatos, la patronal del fútbol y representantes del Ministerio de Trabajo, las jugadoras de Primera División de fútbol, mantienen su intención de ir a una huelga indefinida el próximo 17 de Noviembre, en reclamo del primer convenio colectivo de la historia. Un paro que es apoyado por el 93% de las jugadoras.

Una huelga que ha puesto de manifiesto la desigualdad que hay en el fútbol entre hombres y mujeres, con muchas diferencias entre los distintos clubs. Actualmente, sólo cinco clubes femeninos ofrecen contratos fijos (Barcelona, Atlético de Madrid, Athletic de Bilbao, Real Sociedad y Levante).

Inicialmente exigían el 100% de la jornada laboral, como sus compañeros profesionales varones. Pero han ido rebajando su pretensión, con tal de llegar a un acuerdo y actualmente reclaman un 75% de la jornada laboral; es decir que se pueda contratar a una futbolista por 30 horas semanales y no por 20 como ofrece la patronal. Las deportistas reclaman un salario mínimo de 12.000 euros anuales para los contratos de media jornada y para la jornada completa, piden un mínimo de 16.000 euros.

La patronal arguye que esas condiciones son inasumibles por los ingresos que actualmente tienen los clubes. Sin embargo, las futbolistas insisten en que no es sólo una cuestión  de brecha salarial que también existe y es muy acusada en el futbol. Por poner un ejemplo, los alevines reciben un mayor salario a final de mes que las mujeres profesionales que juegan en la Primera División Femenina. Ganar la Copa Juvenil supone 3.000 euros para el club vencedor. Por el contrario, en la competición absoluta más grande del fútbol femenino, la Liga Iberdrola, el club ganador ingresa 1.400 euros (unos 54 euros por jugadora).

Según la abogada de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), lo que se reclama en esta huelga no es tanto una cuestión económica sino condiciones laborales dignas e iguales para todas. Por eso este convenio se ha dado en llamar el  «convenio de la igualdad», para que en él se regulen cosas tan básicas como son: salarios mínimos, jornada laboral , seguro de salud, seguridad social, pago del salario cuando se esté de baja, medidas para la conciliación familiar y la maternidad, protocolo ante situaciones de acoso  o  vacaciones reguladas.

Esta  discriminación que vienen sufriendo  es en realidad una de las consecuencias del machismo y el sexismo que aún existe dentro del deporte en general y del fútbol en particular, que afecta a muchas deportistas en nuestro país y en todo el mundo y que  es un reflejo de la sociedad en la que vivimos.

Las victorias internacionales y el interés del público, han convertido al fútbol femenino en un deporte cada vez más popular. Los últimos récords de asistencia a partidos de fútbol de mujeres, en estadios donde solo suelen jugar hombres, no dejan lugar a dudas. Sin embargo, aún hay mucho camino por recorrer.

Ser mujer y futbolista en Primera División significa viajes de ida y vuelta en autobús o en clase turista, peores hoteles, jugar en campos de césped artificial cuando los hombres no lo hacen nunca y una casi imposible conciliación entre su vida personal y profesional. Como ha denunciado Begoña Marugán, “muchas jugadoras de élite se enfrentan incluso a cláusulas antiembarazo, no solo en el fútbol sino también en otros deportes como en el baloncesto. Es decir, se explicita la rescisión unilateral, sin indemnización, por causa de haberse quedado embarazada la deportista». (Begoña Marugán:https://la-u.org/el-deporte-como-creador-de-la-ficción-de-igualdad)

El deporte como actividad emancipadora

Algunos ex jugadores de futbol como Xavi Hernández, Julio Alberto, Javi Guerrero o Paco Pavón, han apoyado públicamente a las futbolistas de Primera División en su lucha por unas condiciones laborales dignas. Desde Corriente Roja queremos enviarles también todo nuestro apoyo y solidaridad por una causa, que consideramos más que justa.

Creemos que defender la libertad de las mujeres para practicar cualquier actividad deportiva, principalmente aquellas que la sociedad les recrimina o hasta les prohíbe, es también una lucha por la igualdad de derechos. En la actual sociedad capitalista que vivimos, todo aquello que puede dar ganancia se transforma en un producto y es así también en el fútbol. Si hoy la modalidad está teniendo más inversiones, es principalmente por la lucha de todas las mujeres que en el pasado osaron jugar al fútbol y ser reconocidas. Pero las grandes empresas las ven sólo  como una inversión y una fuente de mercado.

Sólo en una sociedad socialista que sea verdaderamente  igualitaria, que se aleje de la búsqueda absurda y enfermiza de los límites del cuerpo y de una competencia feroz  que  lesiona y mata a muchos/as atletas y que deje de lado las diferencias de sexo y de género, la práctica del deporte podrá por fin ser un derecho de todos y todas al igual que lo será el desarrollo de otras capacidades del ser humano como es la formación e investigación científica o el desarrollo de nuestras capacidades artísticas.