El pasado 1 de agosto fue el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que hasta ese día los humanos hemos gastado todos los recursos de la Tierra disponibles en un 1 año de forma sostenible, es decir, que dé tiempo a que se renueven. A partir de ese día todos los recursos que gastemos no se podrán renovar al ritmo en el que los consumimos.

¿Por qué ocurre esto? Nuestro planeta es un ecosistema gigante que tiene una capacidad de carga concreta, esto es, hasta qué punto las poblaciones de especies que viven en él pueden crecer. En el caso de los humanos, nuestro crecimiento se mide con la cantidad de recursos que utilizamos, cuánto espacio necesitamos para convertir esos recursos en bienes (producción) y cuánto espacio necesitamos para deshacernos de los residuos de esa producción. Todo esto recibe el nombre de huella ecológica, y cuando esta es mayor a la capacidad de carga, entonces estamos en una situación de déficit ecológico, que es la situación en la que entramos los humanos a partir de este 1 de agosto.

Es evidente que, si esta situación dura mucho más, nuestra producción se volverá insostenible. ¿Qué soluciones aportan los expertos para que podamos dar arreglo entre todos a esta situación? Reciclar, comprar más productos de segunda mano, gastar menos agua, comprar productos ecológicos o de cultivos sostenibles, usar más el transporte público, y en general, consumir menos.

Pero ¿de qué sirve reciclar si las grandes multinacionales siguen generando miles de deshechos por su producción nada sostenible? ¿De qué sirve comprar productos de segunda mano si las empresas van a seguir produciendo en función de sus propios beneficios y no de las necesidades reales de la sociedad? ¿Por qué deberíamos de gastar menos la mayoría de población cuando hay miles de personas que carecen de agua potable, y cuando las aguas contaminadas son causadas por grandes fábricas que producen sin control? ¿Qué familias trabajadoras-que somos la mayoría de la sociedad- se pueden permitir comprar diariamente productos ecológicos, cuando ya es suficientemente difícil llegar a fin de mes con los productos del supermercado, y de qué serviría si la mayoría de los cultivos son no sostenibles? Los servicios públicos cada vez son menos y de peor calidad porque los gobiernos al servicio de las grandes multinacionales no paran de privatizarlos para su propio beneficio, y las medidas de austeridad, consecuencia de la crisis capitalista, hacen que sea cada vez más difícil “consumir” incluso los productos más básicos.

¿Por qué debemos ser nosotros, la clase trabajadora, la mayoría social, la responsable de solucionar la crisis ambiental que principalmente causan los capitalistas? Hay un principio en el que los marxistas podríamos coincidir con los ecologistas: quien contamina paga. No somos nosotros los que contaminamos, porque no somos nosotros los que controlamos cómo se produce. Cuando la clase trabajadora controle los medios de producción y la controlemos según las necesidades sociales y no del beneficio de unos pocos, podremos comprobar si la crisis ambiental era culpa de “los humanos” o de un sistema injusto y aleatorio.