Pase lo que pase en estas elecciones, el ciclo de la llamada «nueva» política -que no era más que la version actual de la viejisima política electoralista del eurocomunismo, solo que sin ninguna referencia al «comunismo»- ha llegado a su fin. Ahora hay que pensar en llenar ese vacío, pero desde otra perspectiva.

El ejemplo, el discurso de Pablo Iglesias en su vuelta al ring: tras un discurso lleno de lugares comunes de la izquierda; la denuncia del carácter burgués de los medios de de comunicación, asi como el papel de los bancos y grandes empresas ya lo estudiaron los marxistas de finales del XIX y comienzos del XX, con Lenin a la cabeza, toda su propuesta se reduce a… tener carteras ministeriales en el gobierno del os banqueros, del PSOE. Porque el PSOE es lo que es.

De «asaltar los cielos» hemos pasado a «queremos unas carteras ministeriales»; eso sí es rebajar el programa del partido hasta dejarlo en nada; en ser el ala izquierda de un gobierno de los banqueros. Para este viaje no eran precisas estas alforjas, que supusieron el desmantelamiento total de la movilización social del 2014, y años anteriores; que había comenzado el 15M y culminado en la Marcha de la Dignidad del mes de marzo y la dimisión del viejo rey.

En esos tres años millones de personas salieron a las calles del Estado Español, miles se organizaron desde la base, en Mareas, en PAHs, en el sindicalismo de clase y combativo, etc. La llegada de Podemos galvanizó esta fuerza social; pero lo hizo a la vieja manera electoralista: dijo, el cambio social viene por el «vótame» y después deja que yo «te defienda» en el parlamento. De esta manera se fomentó la pasividad social que sólo desorganiza las organizaciones surgidas de la base, puestas en función de unos resultados electorales.

¿Para qué quieres base organizada, politizada, que discuta los objetivos y los medios, si estos son los de alcanzar unos resultados electorales? Para eso solo precisas, como dijo Alfonso Guerra en su momento, «10 minutos de TV», y no «10 militantes».

Además, esta opción electoralista tiene otra perspectiva; si tu objetivo es llegar a un pacto con el PSOE, que es un partido del régimen, tan del régimen como el PP, sólo que «progresista», no puedes permitirte el lujo de una base politizada que discuta el giro a la derecha que supone esa opción. La democracia de una organización es la primera víctima cuando esta gira a la derecha.

Para pactar con el PSOE tienes que rebajar el programa político al nivel que sea aceptable por los que lo financian, y esto supone admitir sus políticas de recortes políticos (ley mordaza, 155, 135, ….) y sociales (reformas de pensiones, laborales, privatizaciones,…), que sustentan el régimen actual. Por ello la primera víctima es la democracia, porque hay que imponerle a la base, que viene (o venía) de la lucha social; y si lo que hay es una base politizada, que discute y actúa, …. ese pacto no va a ser posible.

Pero el cierre de ciclo se manifiesta de otra forma; hace cinco años, al calor de la potente movilización social, la derecha estaba a la defensiva… hasta el rey dimitía. Hoy la derecha, en concreto, la extrema de VOX, marca la agenda política: no fueron los catalanes los que los sacaron del armario como dijo Iglesias en su momento, fue la pasividad social inducida por el electoralismo, en el marco de una no resolución de la profunda crisis del regimen.

Es lo que tiene llamar a confiar en las instituciones del enemigo como el Parlamento o los ayuntamientos, desmoraliza a la población trabajadora, pues ve como las politicas de recortes se mantienen; de esa desmoralización se fortalecen los partidarios de esos recortes, y como estamos en periodo de profunda crisis, más que más los más radicales de esos partidarios. ¡Es la lucha de clases, estupidos! ¿Acaso no fue lo que, bajo otras condiciones, paso con el BNG cuando estuvo en el bipartito con el PSOE, o IU en Andalucía tambien gobernando con el PSOE? ¡No aprenden!

Entrar en gobiernos, sean el nivel que sea, local, nacional o estatal, para terminar aplicando las mismas políticas de recortes, así sea «por imperativo legal» solo conduce a la decepción y a la desmoralización, abriendo las puertas a la vuelta de la derecha casposa, propietaria y administradora de este régimen. Sólo manteniendo una política de clase, independiente de las instituciones, es posible avanzar en la movilización social, para la ruptura con él y la transformación socialista de la sociedad.