Todavía me acuerdo bien, acababa de cumplir 14 años. Mis padres me decían que yo ya no era un niño para que se la pasaran dándome regalos. Concordé en silencio. Estábamos a fines de los ’80, entendía que la vida estaba difícil. Creo que les di pena, porque me preguntaron qué era lo que más yo quería que me regalaran. Dije que quería el recién lanzado libro de Stephen Hawking – Una breve historia del tiempo.

Por esa época yo ya era el miembro más joven del club de astronomía del planetario de mi ciudad y había oído hablar de Hawking. Me gustaba la astronomía desde muy joven. Tenía varios libros sobre el tema, que leí e releí varias veces. Me encantaba pasarme la noche mirando al cielo. Yo no quería un videojuego ni un tenis de marca, que eran los sueños de mis compañeros de escuela. Había pedido un libro de Física. Debo haber impresionado a mis padres, porque me lo regalaron. Fui un niño privilegiado, mis padres me hicieron muchos regalos. Pero este es el único del que me acuerdo bien. Por eso creo que fue el mejor regalo que me hicieron. Dejé de lado mis comics de súper héroes y devoré el libro. Carl Sagan, a quien yo ya conocía de la serie Cosmos, era el autor de la introducción. Un año y medio después yo estaba entrando en la Facultad de Física. Stephen Hawking y Carl Sagan fueron mis primeros súper héroes de verdad. Más tarde descubrí otros.

El mayor descubrimiento científico de Stephen Hawking, que lo hizo famoso, fue sobre los agujeros negros. Los agujeros negros son los más extremos estados de la materia conocidos, resultado del colapso gravitacional de grandes masas, por ejemplo, grandes estrellas moribundas. La gravitación es enorme en las proximidades, atrayendo todo lo que le rodea. Ni siquiera la luz consigue escapar, por eso se llama agujero negro. Pues bien, Hawking descubrió que los agujeros negros no son totalmente negros, sino que emiten radiación térmica, pudiendo incluso evaporarse completamente. El descubrimiento de esta Radiación de Hawking podría haberle rendido un Premio Nobel, si hubiese sido detectado experimentalmente. Pero es muy tenue para ser medida con la tecnología actual. ¿Por qué entonces una radiación indetectable, de un objeto exótico, distante e invisible, que solo conocemos indirectamente, es tan importante, a punto de que muchos consideren a Stephen Hawking el físico más importante desde Einstein? No sé si él fue de hecho el físico más importante de nuestro tiempo, la competencia por ese puesto es grande. Pero decididamente, el descubrimiento de la Radiación de Hawking tiene gran importancia tanto para la Física como para la comprensión general del mundo, incluso para los que no están familiarizados con la Teoría de la Relatividad ni con la Mecánica Cuántica. 

Hasta Hawking se creía que los agujeros negros representaban el fin de la existencia de la materia. El agujero negro era la supuesta prueba física de que todo el movimiento un día llegaría a su fin. De hecho, si la gravedad es tan poderosa en un agujero negro, a punto de vencer la repulsión entre las partículas que componen un cuerpo, nada más la podría detener y este cuerpo sería reducido a un volumen cero con densidad infinita. Técnicamente hablando, una singularidad. Sería efectivamente el fin de la materia, del movimiento e, incluso, del espacio y del tiempo. Pero Hawking mostró que ese raciocinio era parcial, que la gravedad es solo una parte de la realidad y que no se podía despreciar los efectos de la Mecánica Cuántica. Cuando estos efectos se tenían en cuenta, surgía la Radiación de Hawking y el agujero negro dejaba de ser completamente negro. El movimiento de la materia vencía la lucha contra la gravedad y resurgía de las entrañas del agujero negro. Quedó claro que el agujero negro era simplemente una forma más de existencia de la materia en movimiento y que este movimiento seguía siendo indestructible.[1] Hawking arrojó luz en nuestro conocimiento. El objeto más misterioso conocido del universo pasaba a ser un poco menos misterioso y tenebroso.

El descubrimiento de Hawking tal vez sea la primera victoria en la difícil tarea de intentar combinar la Teoría de la Relatividad con la Mecánica Cuántica. Hawking fue también el primero en tratar los agujeros negros como objetos termodinámicos, lo que posibilitó varios avances para la comprensión y relación de estas ciencias. De hecho, podemos decir que el estudio serio de los agujeros negros comenzó con Hawking, que tuvo el valor de investigar un tema que era ridiculizado por muchos en aquel entonces. 

Estos descubrimientos me impresionaron a mis 14 años. Pero en su obra había muchas otras ideas. Un tema en especial me impactaría mucho más: el estudio de la naturaleza del tiempo.

Hasta Hawking, el Big Bang era tratado como el inicio del universo, del espacio y del tiempo. La creación propiamente dicha de todo lo que existe. Así como el agujero negro era el fin de todo, el Big Bang era el comienzo. En una conferencia sobre Física, organizada por el Vaticano, el Papa Juan Pablo II le dijo a los físicos presentes que no había problema en que estudiasen el Big Bang, pero que deberían abstenerse de investigar el “antes” del Big Bang, porque este era territorio de la Iglesia. Hawking estaba presente en esta conferencia y salió de ella decidido a no seguir el consejo. Trabajó en un modelo en que consideraba el tiempo no como algo lineal, sino como bidimensional, como una grandeza compleja, como se dice en Matemática. Si hoy el tiempo nos parece lineal, en el pasado, próximo al Big Bang, otra dimensión del tiempo ganaba importancia y la que conocemos hoy se hacía cada vez más irrelevante, dando la impresión de “inicio del tiempo”. O sea, el tiempo y el universo no se iniciaron con el Big Bang. Este habría sido una especie de transición de una forma anterior de existencia del universo para la actual. La actual forma astronómica/cosmológica del universo puede haber surgido con el Big Bang, pero fue precedida por otra forma de existencia de la materia, en su eterno movimiento. Era solo una hipótesis, que no se ha confirmado hasta hoy, pero era la primera vez que se mostraba que sí se podía estudiar el “antes” del Big Bang. Para evaluar la importancia de esta idea, el propio Hawking afirmó que hasta entonces creía que la ciencia reservaba en el Universo un lugar para Dios. Un lugar privilegiado, que nuestra Física no podía alcanzar – el inicio de todo. Después de esta hipótesis se dio cuenta de que el universo no necesitaba a Dios para explicarlo, que nuestra Física, aunque fuese incompleta, podía hacerlo. Hasta hoy, después de tantos años, esta idea me parece profundamente inspiradora. 

No tengo la más mínima duda de que la búsqueda incansable de Hawking por la verdad, muchas veces contra todo y todos, me inspiró profundamente a mis 14 años. Un año después me torné marxista, movido por la misma búsqueda de la verdad.

Al contrario de lo que dicen las leyendas, Hawking se definía como ateo. Fue activista contra la Guerra de Vietnam. Antimonárquico, rechazó el título de Sir, ofrecido por la reina de Inglaterra. Apoyaba los derechos humanos y de las minorías; luchó por el desarmamiento nuclear; denunció la invasión de Irak en el 2003 como crimen de guerra; era enemigo declarado de cualquier dictadura; criticaba el colonialismo inglés; se opuso al gobierno de Margareth Thatcher y luchó contra la privatización del sistema de salud británico. En solidaridad a la lucha palestina, boicoteó una conferencia científica en Israel, afirmando que Israel era el África del Sur del Apartheid. Decía que el capitalismo era la mayor amenaza para el futuro de la humanidad. Era conocido por su profundo optimismo y sentido del humor. Todo eso en una silla de ruedas. Fue, sin dudas, un buen tipo.

Notas:

[1] Abordamos la indestructibilidad del movimiento de la materia, uno de los pilares de la filosofía marxista, en artículos anteriores aquí y aquí.

Traducción:  Janys