En lo que va de año el valor bursátil de la banca europea se ha desplomado en más de 300.000 millones de euros. Si fuera el caso que los banqueros se empobrecieran, sería una buena noticia y si las consecuencias de una nueva crisis bancaria en el horizonte no se fuesen, una vez más, cargar en la espalda de los trabajadores.

Por Ricardo Ayala

La alarma ahora no viene de Grecia, Portugal ni de la crisis de la deuda soberana, sino de la toda poderosa Alemania, de uno de los símbolos de su capital financiero. El Deutsche Bank tambalea.

Desde 2008, según la Comisión Europea, han sido “donados” a los bancos 661.000 millones en “ayudas públicas” por los gobiernos para que estos parásitos salieran a flote. Aun así, la famosa crisis bancaria se resiste a salir de escena: además del Deutsche Bank, la banca italiana entra en la misma senda de la que en su día estuvo la banca española y la que todavía permanece la banca lusa.

Estamos ante la posibilidad de un nuevo ciclo de crisis bancaria, no obstante, para entenderla, no se puede mirar solamente a los bancos, sino lo que ellos reflejan: las turbulencias en la economía mundial y la posibilidad de una nueva recesión.

En el corazón de las tinieblas

Desde enero el Deutsche Bank (DB), el banco más grande de la primera economía europea, ha sufrido una depreciación de sus acciones de un 40%, llegando a mínimos desde 1984. El estallido de la crisis fue la publicación de los resultados del año 2015, con pérdidas declaradas de 6.800 millones. Como banco de inversión, el DB se dedica a operaciones de capital, compra y venta de títulos, bonos de empresas o de financiación, así como a la especulación con derivativos (títulos sobre rendimientos futuros). En su día, fue uno de los bancos más implicados en la crisis de las subprimes norteamericanas. La caída en picado de sus acciones resulta de la incertidumbre de su capacidad de pagar los intereses debidos de los papeles y títulos, entre ellos los conocidos como Cocos, pagados al 7%, por encima de la tasa de los demás bancos (1,5%). El viernes 12 de enero, el DB anunció que recomprará, por un valor de €5.000 millones, su propia deuda, entre ella parte de sus papeles más arriesgados, calmando a sus inversores. Pero, ¿está resuelto el problema?

La pregunta que no quiere callar es la siguiente: ¿en qué medida los resultados de 2015 se repetirán en 2016? Uno de los factores cruciales para que Europa sorteara la Gran Recesión fue el aumento de las exportaciones. Dos destinos han sido cruciales para que la máquina de exportación alemana tirara de la cuerda: China y Estados Unidos.

En estos momentos la ralentización de la economía china es el factor más importante para que empiece la ralentización de las exportaciones europeas, pero hay otro factor que ya pesa como una losa. Como banco de inversiones, el DB, entre otros bancos, ha ganado ríos de dinero con el boom de las materias primas y las inversiones en los “emergentes”. Según los datos del Banco de Compensaciones Internacional (BIS), en 2015 se produce una salida neta de capitales de U$755 mil millones, la primera desde 1988. Dos factores son decisivos, la sobreproducción en China y el bajón de las inversiones han demandado menos materia prima: energía, metales, etc. Según la agencia Bloomberg, los precios de los productos básicos entre 2014-2015 se han desplomado: energía -59%; metales -33%; productos agrícolas -17%.

La huida de los carroñeros

Los grandes inversionistas tuvieron pérdidas sustanciales en 2015 y han comenzado a deshacerse de acciones y títulos financieros en los países productores de manufacturas (y en China) con el fin de reducir el riesgo. Si por una parte, ello significa destrucción de empresas, paro en estos países, en la otra punta, los bancos y fondos que especulan con los precios de los productos básicos y con los títulos conocidos como derivativos financieros, vinculados a precios futuros de la energía y otros productos básicos, se desploman. Es el caso del DB. Tras las pérdidas de 2015 varios periódicos afirman que la exposición del DB a los derivativos financieros equivale a 64 mil millones de dólares.

Para que nos hagamos una idea de lo que significa basta comparar con el PIB de Alemania y de la eurozona:

 

Fuente: Bloomberg[1]

En palabras de un articulista:

La práctica contable de enmascarar los niveles de riesgo de la banca llevaron al Deutsche Bank a los excesos de mantener más de 50 billones de euros en derivados financieros, suma equivalente al 75 por ciento del producto mundial y a casi 20 veces el PIB de Alemania. (…) En el mundo hay más de 700 billones de dólares en derivados financieros (casi 10 veces el PIB mundial) y gran parte de estos derivados responden a la denominación de activos tóxicos. Activos incendiarios que son recuperados con el dinero de los contribuyentes y que generan jugosas ganancias a los que siguen jugando a las sillas musicales.[2]

Europa a “fuego lento”…

Los elementos que se conjugan para que las acciones de la banca europea se desplomen van más allá del ajuste de la economía china y la caída de los precios de los productos básicos, puesto que la estagnación de la economía europea se mantiene tras la Gran Recesión. No hay un nuevo ciclo de inversiones y las exportaciones hasta ahora aguantaron el tipo, pero ¿hasta cuándo?

La bajada de los tipos de interés (con el Euribor en negativo) y los miles de millones que el BCE transfiere a los bancos no funciona como capital, es decir, no se convierten en máquinas, equipos, salarios y materias primas. La liquidez sin precedentes proporcionada por el BCE se queda en los propios bancos para aumentar sus reservas de efectivo o comprar bonos del Estado o sus propias acciones y enmascarar sus balances. Por ello, el raquítico crecimiento de la producción industrial (2015) en la eurozona de 1,4% (eurostat), que retrocede a -1.3% en diciembre de 2015. Particularmente importante es la caída de bienes de capital (-1.4%) y energía (-5%). Los países que presentan una caída más acentuada son Holanda (-9.4%) y Alemania (-2.3%). Mientras tanto se estima que unos 44 millones de personas están desempleadas en los países desarrollados, alrededor de 12 millones más que en 2007.

Por eso, los precios siguen la curva descendente, la deflación baja las ganancias de las empresas, por un lado, y, por otra parte, mantiene las deudas de las empresas con los bancos intactas en sus balances. Es el caso de Italia cuyos créditos “dudosos” están en 350 mil millones de euros. Para salir de la trampa hacen la reestructuración de cuatro pequeños bancos obligando a los bonistas subordinados a asumir las pérdidas, y llevándose por delante a miles de preferentistas como en España en 2012, con el suicidio de un pensionista incluido. Aun así, los bancos Italianos en 2016 han descendido su valor en bolsas en un 26%. La tercera economía de la zona euro mantiene su estagnación (en 2015 el crecimiento del PIB fue de 0,1%).

La próxima tormenta

En su informe sobre las perspectivas de la economía mundial los economistas de las Naciones Unidas afirman que:

… en todo el mundo desarrollado, la inversión privada no creció como era de esperar, dada las bajísimas tasas de interés. En 17 de las 20 mayores economías desarrolladas, el crecimiento de la inversión se mantuvo más bajo durante el periodo post 2008 que en los años anteriores a la crisis; cinco experimentaron una disminución de la inversión durante 2010-2015.

El informe plantea que persisten una serie de vientos cíclicos y estructurales tormentosos. Hay dos vientos claves que puede convertirse en tormentosos, la dinámica de la desaceleración en China y la perspectiva de la economía norteamericana.

La desaceleración de China está en marcha y puede ser más o menos espectacular a depender de cómo se zanjará la crisis de sobreproducción y como ésta afectará su sistema bancario: El crecimiento en la inversión ha sido financiado con una rápida expansión del crédito en el sistema bancario chino que ha crecido de los $3 billones en 2006 a más de $34 billones en 2015 (el 340% del PIB chino) esta montaña de inversión sorteó la recesión de 2008-2009, que fue más profunda en los países industrializados. Pero ahora se estima que el sistema financiero chino perderá $3,5 billones si los activos de los bancos chinos se deterioran un 10% (en su última crisis de 1998, la banca china perdió el 30% de sus activos). Para que comparemos con la última burbuja… para cubrir las pérdidas que tuvo la banca en los EEUU la Fed tuvo que imprimir $4,5 billones vía el relajamiento cuantitativo (QE).[3].

Los países que suministran productos básicos (Brasil, Sudáfrica, Venezuela) ya están en recesión. Así todas las esperanzas para impedir la tormenta perfecta recaen sobre los Estados Unidos. En su recién comparecencia al congreso la presidente del FED Janet Yellen afirma que la economía de Estados Unidos «está en el buen camino con una mejora sostenible».

Se apoya en el hecho de que el paro en los EEUU sigue en niveles muy bajos si se compara con Europa. No obstante, la caída de 70% del precio del crudo en 2 años conllevó al pinchazo del Fracking con el cierre de 81 empresas y mil pozos, de momento llevándose consigo la promesa de la revolución energética en los Estados Unidos. Su desplome anuncia una cascada de deudas, que ya se refleja en las pérdidas acumuladas en Wall Street.

El economista británico Michel Roberts, plantea que en los próximos dos años la economía norteamericana deberá entrar en recesión:

El principal argumento que explica que los EEUU camina hacia una recesión es que la manufactura y el conjunto del sector industrial ya se está desplomando, no solamente en los EEUU, pero en todas las principales economías capitalistas. Y el colapso de los precios del petróleo conduce a una profunda caída en las ganancias e inversiones en el sector de energía de los EEUU, una parte importante de su economía.[4]

¿En qué medida la crisis abierta en el sector de energía puede ser trasmitida para toda la industria? Robert se apoya en un estudio de los economistas del Banco JP Morgan sobre la ralentización del crecimiento de las ganancias de las corporaciones norteamericanas. Ha sido el más bajo de los últimos dos años, a pesar de mantenerse en un signo positivo alrededor del 3%.

En cualquier caso, el nivel de la discusión es qué tipo de tormenta se está armando en la economía mundial. El hecho significativo es que el nivel de inversión en los países industrializados no despega, y este fenómeno es más acentuado en Europa.

La espiral de contra-reformas no cesa

Al cierre del calendario electoral en Portugal y el Estado español, la Comisión Europea aprieta las tuercas y exige el recorte de 10 mil millones al próximo gobierno del Estado español. Y sin demora, el gobierno tripartito portugués (del partido socialista con apoyo parlamentario del PCP y del Bloco de Esquerda) se compromete a preparar medidas adicionales para asegurar el cumplimiento del déficit comprometido bajo el Pacto de Estabilidad, léase, nuevos recortes si la crisis se profundiza.

Las reformas de las pensiones en Grecia es tan solo el primer tramo de los compromisos asumidos por Tsipras con el imperialismo europeo. Ante las perspectivas de la economía mundial, el imperialismo europeo, pendiente de lo que pase en EEUU y China, intensificará los ataques a los trabajadores vía los gobiernos del “cambio” de la socialdemocracia en Portugal y probablemente en el Estado español, apoyado por Podemos.

La tendencia es que entremos no solamente en una nueva situación en la economía mundial, sino también en un nuevo ciclo político.

[1] http://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/que-esta-pasando-con-deutsche-bank-y-por-que-tiene-asustado-a-todo-el-mundo

[2] http://www.elblogsalmon.com/mercados-financieros/la-bomba-incendiaria-de-los-derivados-financieros-y-el-titanic-del-deutsche-bank

[3] China. Un problema de $36 billones que pronto va a explotar. www.gurusblog.com/archives/china-un-problema-de-36-billones-que-pronto-va-a-explotar/

[4] Michael Roberts. Is the US economy headed into recession? https://thenextrecession.wordpress.com/2016/02/16/is-the-us-economy-headed-into-recession/