Editorial Página Roja 34 – Noviembre 2015

La propuesta de Junts pel Sí i la CUP-CC para que el Parlament declare que «no se supeditará a las decisiones de la instituciones del Estado español, en particular del Tribunal Constitucional, a quien considera deslegitimado y sin competencia» ha activado la maquinaria mediática, que tilda la decisión de “golpista” y prepara el terreno para justificar socialmente la utilización de la represión del Estado contra el pueblo de Cataluña.

Rajoy, que se siente respaldado por Merkel y la UE, ha calificado la propuesta de «provocación» y ha anunciado que «no le temblará el pulso» para impedir «por todos los recursos legales a su alcance«, que el pueblo catalán ejerza su soberanía y proclame la República catalana. Tiene a su disposición un arsenal que incluye desde la inhabilitación, multas y prisión de responsables políticos, hasta la suspensión de la Autonomía y los estados de excepción recogidos en la Constitución monárquica. Y no falta quien le recuerda al ejército y la Guardia Civil, porque “en democracia” la “violencia es monopolio del Estado”.

Rajoy no está sólo: Ciudadanos y el PSOE  han establecido con él un “pacto por la unidad nacional” para dar apoyo al Gobierno y coordinar la represión. Se trata del cinismo más grosero. Cinismo porque justifican sus amenazas de intervención en la “defensa de la democracia”. Obvian que todo el lío de Cataluña nace, ni más ni menos, que de impedir un referéndum para que los catalanes decidan.

Lo hacen además en nombre de combatir al “nacionalismo” y para eso firman un Pacto por la “unidad de España”, es decir en nombre del nacionalismo más grande, el que impide que las demás nacionalidades puedan decidir su futuro.

El Pacto PP, PSOE, C’S no es mas que el pacto de los defensores de la Monarquía, de la «patria española común e indivisible» que Franco dejara “atada y bien atada” y que la Constitución monárquica “legitimó”.

El rechazo a las amenazas, el rechazo frontal a ese Pacto de la vergüenza, del rancio nacionalismo español, debe ser la respuesta de los trabajadores y los pueblos de todo el Estado y de toda Europa, comenzando por las organizaciones que se definen de izquierdas y democráticas.

No valen las medias tintas. No vale afirmar, como hace Pablo Iglesias (Podemos), que hay que “dialogar” y “tender puentes”, sin empezar por el mas rotundo rechazo a las amenazas del Gobierno y el llamamiento a movilizarse contra ellas.

Y no vale reconocer el derecho a decidir, pero hacer depender tal derecho de un “referéndum pactado” con un Estado que niega por principio la consulta. Reconocer el derecho al divorcio pero exigir el “mutuo acuerdo de ambos conyugues” es en realidad negarlo.

El pueblo trabajador y la juventud no necesitamos ninguna unidad forzada. Quien la quiere son las grandes empresas del Ibex35, la Troika, la oligarquía financiera que nos explota y oprime. La clase trabajadora necesita una unión libre entre pueblos libres, que nunca será posible si Cataluña no decide de forma libre y soberana sus destinos. ¡Fuera las garras del Estado de Cataluña!