En la campaña -que no debate- contra Garzón por el tema de la ganadería extensiva o intensiva, es obvio que el ministro tiene razón.

De la misma manera que sólo a «trumpistas» o «bolsonaros», o a los «primos de Rajoy» se les ocurre negar la evidencia, el cambio climático; es totalmente evidente que las macrogranjas construidas con el único objetivo de la optimización del beneficio, son un desastre, se mire como se mire.

Pero la pregunta que surge es, también, obvia. ¿Es posible una ganadería sostenible que alimente a los 7 mil millones de seres humanos, y en aumento, bajo las normas del sistema capitalista? ¿Por qué se imponen las macrogranjas? Por el mismo motivo que se imponen las grandes fábricas, se concentra el capital en pocas manos; por las leyes del sistema capitalista que se basan en el abaratamiento de los costes de producción.

Por el mismo motivo que Inditex destruyó el sector del textil en Galiza y en el Estado español, las macro-granjas se imponen: es la ley del capitalismo de concentración y centralización de capital. Por el mismo motivo que UBER fue un torpedo al sistema de concesiones administrativas de licencias de los taxis.

Y a esta Ley no se le contesta volviendo al pasado, a la pequeña propiedad agrícola; porque esa pequeña propiedad lleva en su código genético las leyes del mercado que se traducen en las macrogranjas.

Todo pequeño productor quiere tener beneficios, sin ellos se ve abocado al cierre; y eso pasará porque el sistema capitalista, desde su fase mercantil hasta la actual imperialista, se basa en la competencia en el mercado, que tarde o temprano se traduce en que «el pez grande se come al chico»; quiera o no. Lo que introducen las macrogranjas es la tendencia al monopolio como ya sucede en todos los sectores.

Por ello, que Garzón tenga razón al decir que la ganadería «intensiva» no es sostenible no resuelve el problema, porque la tendencia a la creación de macrogranjas es inherente al propio sistema capitalista.

O se acaban con las leyes económicas que impulsan a la creación de esas macro-granjas basadas en la optimización del beneficio y la acumulación de capital, o seguiremos con el mismo problema. Puede ser que cierren en el Estado español, pero como sucede con tantos otros sectores, solo se deslocalizaría el problema, como si fuera del territorio español no contaminaran (¿ojos que no ven, corazón que no siente?).

Un ejemplo de esta doble moral la tenemos en el cierre de las térmicas de carbón estos años. Se cerraron en el Estado español, pero se abrieron en Marruecos… ¿No es la misma atmósfera, la marroquí y la española, la que se contamina?

El problema no era la contaminación, sino que los salarios en Marruecos son exponencialmente más bajos que en Estado español.
Esta es la cuestión, el sistema de explotación de los recursos y del ser humano que el capitalismo tiene como marca de nacimiento.