La lenta agonía de Refundación Comunista y la necesidad de un partido revolucionario

La situación política y social imperante en nuestro país hoy en día es, sin duda, paradójica. Estamos viviendo la más imponente contraofensiva patronal de los últimos treinta años. El gobierno Renzi, aunque dividido entre escándalos, dificultades, y el anuncio de una recuperación económica aún lejos de materializarse, ha traído en sus casi tres años de vida algunos ataques que han producido un retroceso histórico en los derechos y las condiciones materiales de las clases trabajadoras: la Ley de Empleo, el Plan Casa, la Ley de Estabilidad, la reforma de la escuela, la apertura de Italia.

Por Adriano Lotito

Frente a una guerra social en todos los ámbitos, el conflicto social intenta despegar y cuando surgen algunos focos importantes de lucha, estos tienen dificultades para generalizarse y alcanzar una dimensión unitaria y solidaria.

El primer objetivo de la izquierda política debe ser, en una situación de este tipo, tratar de unir con un programa coherentemente revolucionario y construir una dirección capaz de reunir a la vanguardia de la lucha que, en cada sector, trata de resistir, a veces con éxito, los ataques de los empleadores (un ejemplo se encuentra en la industria de la logística, cuyos trabajadores están organizado en el Si Cobas, y han demostrado su capacidad para obtener importantes derechos y mejoras materiales con una lucha radical y hasta el final).

La oposición social a la política de Renzi y de la Unión Europea debería y podría entablar el conflicto y, en este terreno, construir perspectivas de alternativa e independencia de clase, fuera de los circos electorales y las negociaciones entre bastidores que animan a la clase política de la socialdemocracia, ahora cada vez más reducidas a un parpadeo.

Pero, por supuesto, lo que queda de las un tiempo sólidas burocracias de izquierda se reconfirman comprometidas en proyectos de distinto signo, que nos parece, a la luz de las numerosas lecciones de la historia pasada, un paroxístico intento fallido, desde el nacimiento, de reproducir en pequeño toda la parafernalia suicidia que ha condenado a esta misma izquierda a un papel marginal en el actual contexto social y político. El objetivo es reconstruir un carro electoral sin identidad definida y fijada al mito nostálgico del Estado de bienestar, experimento que no quiere unir a la clase para luchar y ganar sobre la base de conflictos anticapitalistas, sino que quiere unir sobre la base de muchos pequeños intereses burocráticos que les den un poco de tiempo para encontrar respiro.

Para ello es útil recordar la historia de un grande e impiadosamente fallido proyecto unitario como era Refundación Comunista, entender las razones de este fracaso y ver cuál es, por lo tanto, el destino histórico del reformismo italiano a la luz de la nueva Izquierda Italiana (Sinistra Italiana – SI).
Después queremos, como camaradas de Alternativa Comunista, lanzar una propuesta diferente, que se contraponga a estos intentos anacrónicos de “unidad”, para construir algo diferente de lo cual se advierte una necesidad imperiosa.

Refundación Comunista: “la lucha y el gobierno”, y luego el desastre

La historia del Partido Refundación Comunista [PRC], desde sus orígenes en 1992, como una respuesta a la conversión liberal de la burocracia del Partido Comunista italiano hasta los porcentajes en cuentagotas en las últimas elecciones, es paradigmática de cómo se puede vender un patrimonio de miles y miles de compañeros en el altar del compromiso con las clases dominantes. Un compromiso que llevó a los dirigentes “comunistas” a votar guerras, la precariedad y la explotación, deslegitimando la bandera histórica del movimiento obrero a los ojos de sectores enteros de la sociedad.

El déficit programático de Refundación se remonta a su fundación: desde aquella fusión del eclecticismo de la Democracia Proletaria y el “duro de matar” del estalinismo más dogmático y gris que provenía del PCI, con un programa que nunca se ha planteado la cuestión de la ruptura con el capitalismo y nunca quiso afirmar su propia independencia de clase respecto de las instituciones del Estado, fiel a la herencia conciliadora de Togliatti y Berlinguer.

Y es así que encontramos a Refundación en la “alegre máquina de guerra” de Occhetto [último secretario general del Partido Comunista italiano], que se estrelló contra el emergente berlusconismo (1994), y más tarde con Prodi, pero esta vez directamente en los bancos del poder (1996). Durante los dos años siguientes, los diputados de Refundación, entre los que se encuentran algunos de los rostros de la moderna Izquierda italiana (en primer lugar, Vendola), votaron el “Paquete Treu”, primera ley precarizzante del mercado laboral y la primera pieza de ese proceso destructivo que culminó en la Ley de Empleo [Jobs Act] y la Ley Turco-Napolitana, que creaba los centros de detención donde serían detenidos miles de inmigrantes en condiciones inhumanas.

En la secretaría del PRC ya se había afirmado el mito de Bertinotti, que con la fórmula mágica del partido “de lucha y de gobierno” catalizaba en pocos años el entusiasmo militante de la base y la energía de los movimientos que se desarrollaron, hacia la consolidación de las posiciones de poder en todos los niveles institucionales. El retiro “táctico” del apoyo al gobierno Prodi y su consecuente caída con el giro a la izquierda de Refundación, no eran más que técnicas de construcción de consensos y de presión sobre la centro-izquierda, con el objetivo de volver al gobierno.

A inicios del siglo XXI, en la estela del movimiento contra la globalización capitalista y contra la guerra en Irak, el PRC vio crecer sus raíces sociales, pero en lugar de utilizarlas para crear un bloque social de posiciones independientes del Estado y de los poderes económicos consagrados en él, instrumentalizó el propio movimiento en función de un retorno a las negociaciones con la centro-izquierda. Al mismo tiempo se llevó a cabo un proyecto de “renovación” del arsenal ideológico marxista que, lejos de actualizarlo, en un sentido profundo comportó una progresiva dilución en nombre de la fusión del criterio anárquista centrista con la retórica pacifista de la “no-violencia” (al grado de acreditarse a los ojos de los propios interlocutores como “izquierda democrática”).

Así llegamos a la trágica experiencia de apoyo al segundo gobierno de Prodi (2006-2008), con Bertinotti presidente de la Cámara y Ferrero ministro de Bienestar. Apoyo una vez más justificado agitando el “fantasma de Berlusconi” y el “peligro de la derecha”, demostrando cómo el antiberlusconismo era un furtivo y extraordinariamente eficaz mecanismo de cobertura ideológica de la política patronal, pero “de izquierda”. De hecho, las políticas del Prodi II, avaladas por el PRC, fueron marcadamente impopulares, como era previsible y como los compañeros del PdAC sostuvimos al momento de la ruptura con Refundación, poco antes de que se formase el gobierno. Ninguna de las leyes antiobreras aprobadas previamente fue eliminada, sino más bien la dosis fue aumentada y otra vez la centro-izquierda se distingue por la defensa feroz de las posiciones imperialistas del “hermoso país” [Belpaese – Italia], enviando tropas militares a Afganistán y el Líbano. Una experiencia trágica porque puso fin a la ilusión que un sector minoritario pero significativo de las masas populares albergaba en un partido que se definía “comunista”.

Todo esto, hay que añadir, no encontró casi ninguna oposición seria dentro de PRC, ni siquiera de parte de aquellos sectores que se colocaban a la izquierda en su interior, y que oscilaban entre el apoyo “crítico” y la oposición a la mayoría.

Un ejemplo es el sector de la Izquierda Crítica, salida del PRC a finales de 2007 y dividida en dos en 2013 (con la formación de “Communia” y de “Izquierda Anticapitalista’), que votó en varias ocasiones la confianza parlamentaria a Prodi y también el envío de tropas a Afganistán (2006) antes de la expulsión de su líder, Turigliatto, del grupo parlamentario, después de que este se opuso a la política exterior del gobierno (luego de haberla apoyado en tiempos anteriores). Respecto del sector de FalceMartello [revista trotskista italiana], que más tarde fue parte de la mayoría de Refundación, sentado con el dirigente Bellotti en la secretaría nacional, y estaba decidido a salir hace tan solo unas semanas del PRC, aunque renunciando a tomar el camino de la construcción de un partido independiente, nos referimos en otro artículo de nuestro sitio (1).

De la “izquierda multicolor” o la Otra Europa: la diáspora del reformismo

Desde la caída del segundo gobierno Prodi, tras el retiro de la confianza de la derecha católica de Mastella, se inicia el camino de la progresiva entrada en el anonimato de lo que fue la Refundación Comunista. En las elecciones de 2008, la lista de la izquierda multicolor, que se presentó independiente de la centro-izquierda, no consiguió superar el umbral mínimo electoral. Por primera vez, la llamada izquierda queda fuera de los pasillos del poder. La disminución de los números fue brusca. En pocos años, un partido que podía llevar cientos de miles de manifestantes a las calles se redujo a unos pocos miles de militantes realmente activos. El presunto “giro a la izquierda” ahora ya no es capaz de engañar a los votantes ni a la base de activistas.

Desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar. Con la escisión de Chianciano [ciudad donde ser realizó el Congreso del PRC en 2008], y el nacimiento de Sel [Izquierda, Ecología y Libertad], liderado por Nichi Vendola, a la derecha del PRC, el partido se divide de hecho en dos partes, manteniendo el mismo punto de vista y el mismo vocabulario, con algunas diferencias terminológicas y simbólicas de poco peso. Las elecciones de 2013 vieron el apoyo de Sel a Bersani por el Partido Demócrata, con un programa de absoluta continuidad con las políticas de “lágrimas y sangre” de la Troika europea, mientras el PRC va en la coalición de Revolución Civil, dirigida por el magistrado Ingroia, junto con la “Italia de los Valores”, y entre los candidatos incluyen a personajes de dudosos valores morales y políticos, a ex fascistas y especuladores inmobiliarios, con un programa que transpira un justicialismo reaccionario, en su totalidad dentro de los límites de la compatibilidad con el orden social establecido (2). Una vez más, el umbral mínimo no se supera. Mientras tanto, el PRC continúa aliándose con la centro-izquierda en todos los niveles institucionales, municipios, provincias y regiones, y continúa con esta “doble política”, ya que se presenta como una fuerza de oposición a la izquierda del renzismo.

El último, pero por desgracia no definitivo capítulo de estas tentativas de revoltijo de los restos del reformismo italiano, se vio en las elecciones europeas de mayo de 2014, cuando el PRC fue nuevamente disuelto en una lista privada de referencias reales de clase: la Otra Europa, en apoyo de Tsipras. Si bien ha podido elegir a su propio diputado en el Parlamento Europeo, Eleonora Forenza, el fracaso de este proyecto y su naturaleza puramente electoral se han confirmado tanto a nivel nacional como internacional. Primero, con el juego absurdo de sillones que involucra a candidatos de Sel, el PRC y los candidatos intelectuales “civiles” en la lista, con Barbara Spinelli, quien le sacó el asiento a Furfaro, revelando la clara ausencia de democracia de todo el proceso. Más tarde, con la capitulación en todos los ámbitos que Tsipras, el mito de este “resurgimiento de la izquierda”, ha puesto en marcha para el pueblo griego, inclinándose cobardemente ante el chantaje de los banqueros alemanes después de simular que apoyaría los intereses de las masas populares.

Una vez más, se hace evidente la total ausencia de perspectivas auténticamente anticapitalistas de una izquierda solo de nombre, pero no en los hechos.

Izquierda Italiana: el PRC entre la espada y la pared frente al enésimo carro

Así llegamos a hoy. En noviembre del año pasado, varias organizaciones, entre ellas el PRC, el Sel y “Possibile” de Civati (nacido de una escisión en el Partido Democrático de la Izquierda), convocaron una mesa para levantar una nueva formación política de oposición. En los mismos días, los grupos parlamentarios del Sel y de la izquierda del Partido Demócrata [PD], liderada por Stefano Fassina, decidieron por sí mismos crear un grupo parlamentario común, llamado Izquierda Italiana, que pronto se anunció que iba a constituirse como “el partido alternativo a la izquierda de la centro-izquierda”.

Diversos sectores de la base del reformismo fueron así desplazados. Cuando se anunció por primera vez un curso “desde abajo” y “participativo” para construir la “nueva izquierda”, nos encontramos frente a un proyecto ya confeccionado. En diciembre, la Izquierda Italiana lanza la advertencia al PRC: o renuncia al partido autónomo e inicia una disolución definitiva en el nuevo proyecto o no tienen la oportunidad de participar. La mesa de negociación se rompe. Pero es solo cuestión de tiempo. Ferrero se encuentra en una posición incómoda, obviamente, y aunque no quiera sellar la autodestrucción del PRC, las cosas van en dirección inversa y claramente hacia el final sin gloria del PRC. Además, con un programa que no hace más que repetir impunemente todas las monstruosidades que han caracterizado a los proyectos anteriores de “unidad”, partiendo del original del PRC: un programa que no propone ninguna alternativa seria, pero con el estribillo habitual que repite los elogios hacia un estado de bienestar que ya no existe y sobre un sistema keynesiano evidentemente superado por las propias necesidades internas de desarrollo capitalista. Un programa conservador, en la medida en que tiene la intención de mantener un modelo de acumulación que ya no es adecuado para los intereses actuales de las clases dominantes. La utopía de un capitalismo sin explotación ni lucha de clases. Nostalgia y anacronismo: he aquí lo que trasluce una perspectiva de este tipo. Y con el deseo nunca perdido de volver a formar una alianza con la centro-izquierda, lo que se demuestra en las innumerables declaraciones de los exponentes de la nueva formación, que se limitan a repetir que su oposición al Partido Demócrata no es “de principio”, sino solo contingente (¡Jamás!) (3).

Una propuesta diferente para un partido diferente

Frente al trágico desenlace de la historia del reformismo italiano, la propuesta que Alternativa Comunista ofrece a todos los compañeros decepcionados por la experiencia previa, es la de construir un proyecto diferente y realmente alternativo a las “sirenas” del capitalismo en crisis. Es necesario, hoy más que nunca, recuperar la bandera revolucionaria y construir caminos de oposición desde adentro de las luchas obreras y los movimientos estudiantiles, con miras a la única solución histórica al desastre del actual sistema económico y social: la toma del poder por la clase obrera y la expropiación de la propiedad privada que alcanza un estadio extremo de barbarie y destrucción.

Pero para ello, es necesario construir un tipo particular de partido: el partido que todos los días las compañeras y los compañeros de Alternativa Comunista tratan de construir en las luchas, en las escuelas, en las universidades y en los lugares de trabajo. Un partido de vanguardia, que una a los sectores más combativos de la clase con un programa anticapitalista y con consignas de ruptura con el actual sistema económico y social. Un partido basado en la independencia de clase de la burguesía y sus gobiernos, que esté siempre al lado de los trabajadores y se niegue a vender sus intereses por un puñado de votos y escaños en las instituciones del poder burgués. Un partido internacional e internacionalista, que plantee la perspectiva de una revolución mundial sin subordinarse al nacionalismo imperante en la izquierda de hoy. Un partido trotskista, que reivindique con orgullo su pertenencia a una tradición de lucha que ha sobrevivido a los escombros del Muro de Berlín, ya que, desde el comienzo de la contrarrevolución estalinista siempre ha tomado partido por el proletariado contra sus direcciones burocráticas y los pequeños y grandes privilegios que han encangrenado la lucha obrera y manchado la bandera de la revolución. Un partido verdaderamente democrático, donde el militante tiene el deber de participar en la discusión política y la construcción cotidiana, y el derecho a expresar sus opiniones y hacer valer sus posiciones en la discusión colectiva. Un partido diferente: diferente de todas aquellas formaciones oportunistas que cabalgan sobre la cresta de la ola de indignación popular para ganar consenso y acumular privilegios.

Conviértete en un militante revolucionario, ven a construir Alternativa Comunista y la LIT

Alternativa Comunista no se considera el partido revolucionario que es absolutamente necesario, pero quiere sentar las bases de un futuro edificio. Para ello estamos presentes en todas las luchas más radicales que, aún con dificultades y fragmentación, se desarrollan en nuestro país: desde la movilización del sector de logística a las protestas estudiantiles (en las que estamos formando a los jóvenes revolucionarios comunistas), desde las luchas por los derechos de los inmigrantes hasta la lucha contra el machismo y la discriminación de la mujer, desde las movilizaciones por el medio ambiente hasta la participación, como el único partido de la izquierda, en el Comité para la revolución siria, en apoyo de las masas populares sirias que están luchando heroicamente contra el gobierno de Assad, los ejércitos de Putin y Daesh [Estado Islámico], y el bombardeo de las potencias imperialistas.

Todo ello desde una perspectiva internacional: somos la sección italiana de una organización mundial, la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional, presente en más de treinta países del mundo, en todos los continentes, a la vanguardia de algunas de las movilizaciones globales más radicales, y hoy a la cabeza de las luchas de las masas brasileñas contra el gobierno de Dilma Rousseff. Por eso, el llamado que hacemos a todos aquellos honestos militantes que no se identifican más con la vieja rama de nuestra izquierda es el de unirse a un proyecto nuevo y diferente, que se construirá en medio de la lucha. No prometemos un camino fácil y lo sabemos, pero creemos que la única posibilidad para transformar la justa indignación que sentimos contra esta sociedad es la construcción de una verdadera alternativa. No hay atajos. Y la historia no puede esperar.

Traducción: Natalia Estrada

  1. http://www.alternativacomunista.it/content/view/2256/47/
  2. http://www.alternativacomunista.it/content/view/1754/47/
  3. http://ilmanifesto.info/vendola-sinistra-ecco-lunita-possibile/