EL COVID-19 PROFUNDIZA AÚN MÁS LAS DIFERENCIAS ENTRE ESTUDIANTES RICOS Y POBRES

Estos días en los medios de comunicación no paramos de escuchar la famosa “brecha digital”, mientras vemos imágenes de cómo alumn@s y profesor@s hacen grandes esfuerzos por mantener la normalidad mediante la docencia virtual. Sin embargo, en las entrevistas que se hacen tanto a estudiantes como a docentes solo se muestran niñ@s con dispositivos digitales, habitaciones grandes y espaciosas para estudiar, y profesor@s satisfech@s con el seguimiento de sus asignaturas, así como centros que ya disponían de tablets u ordenadores individuales para cada un@ de sus alumn@s. Nos preguntamos cuál es realmente la realidad que viven, no solo la mayoría de l@s estudiantes, sino sobre todo l@s que provienen de familias más pobres de colegios e institutos públicos.

El mismo consejero de educación de la Junta de Andalucía, Javier Imbroda Ortiz, ante las quejas de muchas familias sobre la educación a distancia, declaraba que el problema residía en que “los niños no encuentran motivaciones en su entorno para poder estudiar”, achacando así la culpa a las familias y despreciando la realidad socioeconómica de l@s estudiantes más pobres. Mientras, los datos rebelan una realidad muy diferente.

El Ministerio de Educación estima que un 10% de los 8,2 millones de alumn@s de enseñanzas generales no puede seguir las clases por Internet (una estadística muy aproximada extraída de datos del INE, y que en algunas provincias o Comunidades Autónomas puede ascender hasta el 15 o el 20%). Pero esta situación no es nueva, ya en 2019 el 10% de los hogares españoles no contaba con acceso a internet y casi el 20% de hogares con al menos un miembro de 16 a 74 años no disponía de ningún tipo de ordenador (datos del INE).

Estos datos son reflejo sobre todo de la realidad de l@s estudiantes de familias más precarias, que mayoritariamente estudian en centros públicos. Cogiendo los datos de un estudio de la Fundación Cotec, “Covid-19 y educación: problemas, respuestas y escenarios”, vemos una relación clara entre la cantidad de recursos en los centros y la capacidad de l@s profesores/as para impartir clases virtuales: el 75,5% de l@s directores/as de la educación privada aseguró que l@s docentes que trabajan en su centro dominan las técnicas necesarias, frente al 68,9% de la concertada y el 45,5% de la pública.

Siendo la educación pública la que más estudiantes de clase trabajadora y pobre aglutina en sus centros, vemos una vez más como la concertada y la privada acumulan recursos para l@s estudiantes más acomodad@s mientras l@s que más lo necesitan no pueden ni si quiera acceder a una enseñanza de calidad. Ahora más que nunca se hace necesario incautar todos los centros privados y concertados, y poner sus recursos al servicio de la mayoría de l@s estudiantes (casi el 70% de estudiantes van a la pública, según el Ministerio de Educación). Pero los recursos existentes son más que insuficientes, el presupuesto dirigido a educación ahora es menos de 3.000 millones de euros. La Fundación Cotec calcula que paliar el impacto educativo del coronavirus en las redes de enseñanza pública no universitaria (se incluye la concertada) costará 5.000 millones de euros.

Estas cifras oficiales solo confirman lo que el movimiento estudiantil viene demandando durante años: son necesarios más recursos para una educación pública, gratuita y de calidad, que no deje a l@s estudiantes más pobres atrás, y que no establezca centros de estudio de primera y de segunda con medidas clasistas como la LOMCE. ¡Estamos hart@s de una educación elitista, en la que la brecha digital sólo es una muestra más de la profunda desigualdad social que sigue existiendo en el sistema educativo!

Esta desigualdad social sólo se puede revertir con medidas drásticas:

¡Recursos para la pública, incautación de la privada, apto general y suspensión de la selectividad!