Corrupción: La historia interminable

Hace unas semanas la guerra entre Isabel Díaz Ayuso y la dirección nacional del partido hacía saltar por los aires al PP. La asignación a dedo a un amigo de la familia de la presidenta madrileña y una mordida cobrada por el hermano de ésta ha sido el detonante. El contrato, adjudicado por la vía de emergencia a la empresa textil Priviet Sportive SL, data del 1 de abril de 2020, y consistía en una compra de 250.000 mascarillas por 1,5 millones de euros. El cruce de acusaciones entre la presidenta de la Comunidad de Madrid y la dirección estatal de Génova, aireando turbios intentos de espionaje y cobro de comisiones ilegales, a costa del sufrimiento y la muerte de miles de madrileñ@s en el momento más duro de la pandemia, se ha dirimido de manera rápida. Casado y el que fuera su mano derecha, el Secretario General Teodoro García Egea, han sido desalojados de sus puestos de manera humillante, en medio de un espectáculo bochornoso.

Pero lejos de este auténtico “culebrón”, lo que queda demostrado con este asunto es que de nuevo la historia se repite. Y es que los negocios fraudulentos utilizando sus posiciones en la administración para favorecer a familiares y a la clase empresarial, las mordidas para financiar el partido, las comisiones para engordar sus propias cuentas personales, siguen siendo el ADN de much@s dirigentes de este Partido. 

“¿Con factura o sin factura?” se convirtió en un eslogan de la Agencia Tributaria. La confesión de Pablo Iglesias y Albert Rivera de haber pagado en alguna ocasión “sin factura” amenazó con convertirse en un tema central en la campaña electoral del año 2015. Sin embargo, este comportamiento no tiene parangón con el agujero que suponen para las arcas públicas, las mordidas por la concesiones de obras o proyectos públicos; la financiación ilegal de los partidos; el blanqueo de capitales por parte de empresas y políticos; los modelos clientelares y pseudo-mafiosos con los que algunos gobiernos pervierten el sistema democrático corrompiendo y secuestrando en la práctica las instituciones, o la aceptación de dádivas de empresarios para el enriquecimiento particular a cambio de legislaciones más favorables y siempre en detrimento de los intereses generales del país.

La noción de corrupción es una noción extensiva y amplia. La corrupción podría considerarse todo abuso de poder para el beneficio privado, ya sea éste directo o indirecto. Es decir, la corrupción no se reduce a la mera comisión de sobornos, sino que es ampliamente percibida como toda distribución inequitativa de los recursos públicos. Cuando a una persona se le otorga poder para que lo use en beneficio del grupo y, traicionando la confianza, lo utiliza para beneficiarse directa o indirectamente, estamos ante un supuesto de corrupción. Esto puede permitirnos considerar como corruptos actos realizados tanto en el sector privado como en el público. Según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) la población opina que la corrupción es una de las grandes lacras del país, por delante incluso del problema del desempleo.

Corrupción y régimen del 78 son sinónimos

Después de los innumerables casos de corrupción que a lo largo del tiempo se han ido destapando es natural llegar a tener la sospecha sobre el origen ilícito del enriquecimiento de algunas personas. Numerosos alcaldes, consejeros, partidos políticos y hasta la propia Casa Real se han visto inmersos en casos de corrupción. Esto nos llevaría a concluir un carácter generalizado, endémico y regular de la corrupción sobre todo en los políticos y políticas. Sin embargo, a cada nuevo caso de corrupción que ha ido surgiendo se le pretende dar una explicación individual, aislada como una conducta extravagante, desviada (cleptomanía, megalomanía), a la que todos y todas podemos estar expuestos como si se tratara de un virus que en un momento puntual nos acechara. Un argumento que para el entorno de los corruptos/as ya viene bien y que se suele utilizar con mucha frecuencia: “yo no lo sabía”, “quién se lo hubiera imaginado de él”, “yo confiaba en él plenamente”.

Alfonso XIII era un gran conseguidor de inversiones -con la consiguiente propina para el monarca-. Hoy sus descendientes han seguido la tradición y en la cúspide de ese funcionamiento corrupto está la propia Monarquía. Sin embargo, el Emérito, que es el «maestro absoluto», se volverá a «ir de rositas» tras haber quedado absuelto de cualquier cargo, después que la Fiscalía del Tribunal Supremo haya decidido archivar las tres diligencias de investigación que mantenía desde hace dos años sobre sus ilícitas actividades económicas. Causa muchísima indignación y es una auténtica vergüenza los motivos que se esgrimen, lo que da cuenta del tipo de régimen en el que vivimos. En ese sentido, como hemos dicho otras veces, corrupción-régimen del 78- capitalismo español, son todo una misma cosa. La Monarquía española forma parte de los grandes males de España. La leyenda negra española es monárquica. Y es que el gansterismo político español se ha refugiado históricamente en la Corona. Incluso, cuando les interesó la propia familia Pujol estuvo protegida por la Corona.

PP y PSOE: dos maneras distintas de enriquecimiento ilícito

Los diferentes gobiernos tanto del PP como del PSOE apuntaron a diferentes objetivos y fines. El PP, es directamente el partido de los franquistas y sus familiares, en su día reconvertidos a demócratas. En ese sentido, es la burguesía españolista que se enriqueció ilícitamente al calor de la corrupción, de los robos y los crímenes del franquismo y vive de parasitar el Estado.

El PP, desde el primer mandato de Aznar trató de constituirse como una clase dominante, haciendo uso de la administración del Estado y las propias cajas de ahorro como sostén económico. Para ello, el partido les sirvió como paraguas para protegerse y coordinar todos los resortes que hoy proporciona ser miembro de un partido político. 

En la primera legislatura de Aznar (1996-2004), es cuando se inicia un movimiento de privatización del conjunto de grandes empresas españolas, tras el cual el líder del PP recurre al BBVA. Esto supuso que debían ayudarles en proyectos complejos, como por ejemplo Terra, haciéndose con el 3% de las acciones; o comprando una parte importante del accionariado de la privatizada Telefónica hasta llegar al 6,5% en 2003. Pero es a partir de la mayoría absoluta lograda en el año 2000 cuando se da un punto de inflexión en su proyecto económico. Se trataba de posicionar a amigos en los consejos de administración de las grandes empresas para mantener su control (Francisco González tras la fusión del BBV con la banca pública Argentaria, Juan Villalonga en Telefónica, o Pablo Isla Álvarez de Tejera, que se mantuvo en Telefónica tras su privatización). Y por otro lado tomar el control directo a través de las cajas de ahorros.

A partir de este momento, es cuando se inicia un matrimonio entre partido, cajas de ahorro y empresas, principalmente con grandes sociedades del Ibex35 y constructoras. Esto constituye un giro intervencionista que dará la vuelta a la antigua relación entre el partido y las grandes empresas: de depender de la voluntad y favores de estas últimas, ahora son directores, promotores y conductores de estas empresas. En este momento empiezan sus andanzas, entre otros, José Luis Olivas en Bancaja (2004-2010), Miguel Blesa en Caja Madrid (1996-2009) o José María Arribas en Caja Burgos (2003-2011), todos ellos cargos electos por el Partido Popular. Es entonces cuando una nueva clase económica surgida de la burbuja inmobiliaria comienza sus andanzas. El Partido Popular, a diferencia del Partido Socialista ha utilizado el partido para ir asaltando el Estado y sus recursos públicos. La nueva beautiful people del boom económico (2) 

Tras el colapso del boom del sector de la construcción la corrupción se desplazó a otras áreas, donde las concesiones y las privatizaciones y las puertas giratorias tomaron un mayor protagonismo. Es entonces cuando los políticos pasan a trabajar en empresas del sector donde anteriormente ejercían su cargo público. Salieron a la luz casos de corrupción como el caso Fabra (2003), Gürtel (2007), Bárcenas (2013), Operación Púnica (2014) y Operación Lezo (2016-2017)   

Sin embargo, el PSOE es un partido burgués, con un programa social reformista pero que con la crisis profunda del capitalismo se ha vuelto cada vez más neoliberal, y donde muchos de sus cargos terminan aprovechando su ubicación privilegiada para sacar tajada y enriquecerse de forma ilícita (puertas giratorias). Por esto decimos que es la otra pata del régimen.

El PSOE de Felipe González, siempre apostó por un proyecto de incluir al Estado español en la cadena de producción global, lo que significó un enorme salto para empresas y grandes fortunas que se beneficiaron de la terciarización de la economía (I), la concentración del sector bancario y la privatización de empresas en sectores estratégicos. Su enriquecimiento estaba más ligado al mercado de valores. Entre los casos más sonados del PSOE están el caso del BOE (1989-1991),  Filesa (1991), Banesto (1993), Ibercorp (1994), las escuchas del CESID (1995), Ere de Andalucía (2009-2010), entre otros. 

Marx, no solo fue lúcido sino implacable en sus expresiones al calificar de “maníaca” la tentación capitalista de enriquecerse no tanto con la producción como con la riqueza ajena existente. Con ello desmitifica la figura idealizada del capitalista hacendoso y altruista dedicado a la producción. Marx opina que para el empresario la producción es un mal necesario a efectos de obtener dinero, por lo que, en muchas ocasiones, si fuera necesario, recurre al fraude para aumentar su riqueza sin recurrir al proceso productivo. La corrupción, pues, para el marxismo está en el ADN del capitalismo y encuentra su nicho en la relación existente entre la alta burocracia, los partidos hegemónicos en cada país y las clases dominantes a las que sirven. Sin la complicidad de estos tres elementos puede haber casos de corrupción aislada pero no la sistémica. En definitiva, la corrupción es otro de los mecanismos que tienen los capitalistas para aumentar la tasa de beneficios y en ese sentido es «intrínseca» al capitalismo. 

¡Basta de impunidad! ¡Corruptos a prisión!

¡Que devuelvan todo lo robado!

¡Nacionalización de todas las empresas vinculadas a tramas de corrupción!

(I) BEAUTIFUL PEOPLE: Gente guapa que pertenece a la clase dominante (la clase social que tiene el control de las finanzas y de la política).

(2) El proceso de terciarización de la economía consiste en el paso de una economía basada en la agricultura, la ganadería y la pesca, a una economía en la que el mayor peso lo tiene el sector servicios. El sector terciario y el sector servicios se refieren a la misma realidad, son sinónimos.